Capitulo 33

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La atmósfera es cálida, apasionada, desenfrenada, exaltada, incontrolable... calurosa. Bastante calurosa. Siento que todo mi cuerpo quema, que mis labios están extremadamente hinchados y duelen, pero el deseo es más poderoso y no puedo dejar de presionarlos contra los de Diego. El beso es estimulante y muy provocador. Sensual, si puedo decirlo.

Lentamente, las cosas se van saliendo de control.Ya soy ignorante de la noción del tiempo, mi cuerpo pica, quiere ser tocado. Y mis pensamientos son escuchados, pues la mano de Diego está deslizándose por debajo de mi jersey, haciendo que su tacto abrase contra mi piel. Hace pequeños círculos en el hueso de mi cadera, para luego escabullirse por mi espalda. Su mano fría se extiende por mis omóplatos, enviando escalofríos por mi espina dorsal.

Tejiendo mis dedos en los cabellos de su nuca, lo apego más a mis labios. Él me responde con una sonrisa. El jersey que me envolvía, ha desaparecido, esparcido en alguna parte de la habitación. Estoy solamente en una delgada sudadera y mi sujetador. Es algo vergonzoso, hace mucho que no estoy en esta situación con un chico.

Se despega de mis labios, mirándome a los ojos. Sus ojos están oscuros, poseídos por el deseo, la ansiedad, ¿excitación, tal vez? su manos se posicionan en el inicio de mi sudadera y me transmite lo que quiere hacer por su mirada. Yo asiento levemente y levanto los brazos, mientras él me quita la prenda, dejándome semi desnuda de cintura para arriba. Mi rostro arde al ver su rostro perdido en mi sujetador negro, seguramente lo nota, por lo que levanta mi barbilla y deposita un dulce beso en mis labios. Quedo sin aliento, los músculos de mi vientre se contraen y la emoción queda atascada en mi garganta.

-¿Por qué tú no te has sacado la camisa? -pregunto con seguridad, con una pizca de humor en mi tono de voz. Diego sonríe burlón.

Su camisa rueda por su torso, dejando al descubierto su abdomen notoriamente duro y trabajado. Mis ojos se abren más de lo normal, embobada, desorientada en aquella parte de su cuerpo que me ha puesto los pelos de punta. Él esboza nuevamente una sonrisa, satisfactoria. Se inclina en mí, y la mezcla de mi piel con la suya me quema pero de una forma exquisita y placentera. Nuestras piernas entrelazadas, que provocan que su erección esté clavada a mi cadera. Oh.

Contruye un camino de húmedos besos por mi mandíbula, mi mentón, hasta llegar al cuello. Gimo, los besos ahí son mi punto débil. Pasa su lengua por mi clavícula y cierro los ojos con fuerza por la sensación. Cuando llega a mis pechos, me da una mirada rápida y me pierdo en sus ojos miel. Cada vez que me mira así de fijo, me siento desnuda y vulnerable, como sí estuviera perforando lo más profundo de mi alma. Su dedo índice traza una línea imaginaria por el sendero de mis senos, a través del sujetador. Lo miro expentante. Sigue hasta mi vientre, para parar en mis pantalones. Juega un poco con el botón de este y me muerdo el labio inferior. Él vuelve a mi rostro, juntando nuestros labios en un beso hambriento.

Por acto involuntario, muevo mis caderas, haciendo que mi feminidad haga fricción su pierna. Él jadea como respuesta, abre los ojos de golpe y se endereza en la cama.

-No vuelvas -gime, toma un profunda bocanda de aire-. No vuelvas a hacer eso.

Sonrío maliciosamente. Me sorprendo de mi atrevimiento, yo no soy así.

-¿Qué? ¿Esto? -y presiono ahora contra su erección en movimientos círculares.

Suelta un suspiro y echa la cabeza hacía atrás. Se muerde el labio y eso me enloquece. Levanto un poco mi cuerpo, tomo su cabeza y lo acerco a mí, para poder saborear sus labios otra vez. Suelta una risa y yo lo imito.

Cuando está a punto de desabrochar mi sujetador, escucho grandes y rápidos pasos por la escalera, lo que me hace separarme de él de golpe, tomar mi sudadera que está tirada en el piso y colocarméla lo más rápido posible.

-¡Eh, Diego! -dice una voz familiar detrás de la puerta, mientras unos nudillos dan suaves golpes a la puerta-. ¿Puedo pasar? Soy Jorge.

-¡Espérame un minuto! -exclama Diego, intentando sonar normal.

Se viste con rapidez y se acomoda los pantalones. Intento ahogar una risa y Diego se da cuenta. Va hacía a mí y deposita un beso en mi boca.

-Esto no ha terminado -susurra a mi oído y me guiña el ojo, se gira sobre sus talones para abrir la puerta.

Abrazos Gratis |Dietini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora