Suelto un bufido y me froto las sienes con mis manos. Diego está borracho, llorando y desparramado en el piso del living, murmurando cosas sin sentido que ni yo entiendo y la cocina está hecha un desastre. Creo que por todo el alboroto y el sonido del timbre hace que las pantuflas de Lodo bajen las escaleras.
—Tini, ¿qué pas-... —no termina la pregunta al ver a Diego tirado en el suelo de la alcoba, retorciéndose y llevando las piernas a su pecho, literalmente en posición fetal y con sus mejillas inundadas en lágrimas. Lodo lo apunta y me mira, pidiéndome una explicación.
—Sólo ve a recibir la pizza. La propina está encima de la mesa.
Ella sacude la cabeza con una mirada confusa y va a ver el asunto de la comida. Yo me paso una mano por el pelo y me arrodillo frente a él, pero no se percata de mi presencia. Sigue perdido en el llanto, con los ojos cerrados con fuerza y abrazando sus piernas. El corazón se me ablanda al verlo así de mal. Seguro que no tiene ni idea de lo que está haciendo. El fuerte olor a alcohol desprende de su ropa y tiene un pequeño moretón en la mandíbula. ¿Un moretón? Me acerco más a su rostro y observo bien la marca de color púrpura pintada en el hueso de su mentón. Extiendo mi mano para acariciarlo, pero él rápidamente abre los ojos, dejando ver sus ojos mieles ahogados por las lágrimas.
—Diego...
Antes de que él pudiera abrir la boca para hablar, Lodo se para entremedio de nosotros dos y posa sus manos en sus caderas, apoyando todo su peso en la derecha. Está molesta y confundida, y esos dos sentimientos no le vienen para nada a mi querida amiga.
—Quiero una explicación de esto. Ahora —dice en voz lo suficientemente alto para llamar la atención de Diego. Él sólo se le queda mirando unos segundos y baja la cabeza para seguir llorando en silencio. Yo niego con la cabeza mordiéndome el labio y Lodo enarca una ceja.
—Está borracho —le susurro. Sus ojos se abren por la sorpresa y se lleva una mano a la boca. Ella me sigue mirando fijamente y entiendo que quiere saber el porqué—. Simplemente me enojé con él. No hemos hablado en tres días.
La imagen de Mercedes con Diego besándose se recrea en mi mente y siento como las secuelas de un escalofrío vibra en mis vértebras. Me humedezco los labios y paso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—Ayúdame a levantarlo. —lo rogo bajito al oído de Lodo. Ella rueda los ojos y se agacha igual que yo.
Acumulando todas mis fuerzas, con mis dos manos levanto el tronco de Diego mientras Lodo tira de sus hombros hacia arriba. Cuando está de pie, se tambalea mucho, por lo que tenemos que colocarnos a ambos lados y llevarlo tomado de la espalda al comedor. La pizza que descansa en la mesa desprende un olor que despierta cada una de mis tripas. Sentamos a Diego en el asiento de la cabecera.
—¿Por qué no me quieres? —pregunta con la voz desvanecida y quebrada. Trago saliva y miro a Lodo. Ella está boquiabierta viendo el espectáculo. Yo suspiro pesadamente.
—Yo sí te quiero, Diego.
Él suelta una carcajada sin rastros de humor.
—No, porque no te hubieras enojado conmigo —dice esbozando una sonrisa. Yo frunzo el ceño. Sus ojos se fijan en la pizza—. Uh, yo quiero.
Lleva una mano a la caja de cartón y yo lo detengo.
—No, tú te tomarás un café caliente y una pastilla para que no despiertes con un horrible dolor de cabeza por la mañana. Estás en asquerosas condiciones ahora, Diego. Ahora estoy más molesta contigo.
Apoya su cabeza en su mano, con los ojos pegados a la mesa de vidrio, viendo su reflejo. Empieza a pasar su dedo índice por la mesa, dibujando cosas imaginarias. Está mal, muy mal. Una lágrima se asoma por su mejilla izquierda, deslizándose por su pómulo hasta su barbilla y aterrizar en la mesa. Tomo una gran cantidad de aire en mis pulmones y exhalo con exageración.
—Dicen que emborracharse te hace olvidar las penas. No creo nada en ese dicho de mierda. Sólo me hizo sentirme más culpable y darme cuenta que soy un idiota. Yo no hice nada con Mercedes, ella sólo me besó ¿y qué? eso no cambiaría nunca mis sentimientos por tí. —se pasa una mano por el pelo—. Yo te quiero a tí. Te quiero conmigo para siempre. No quiero perderte por una cosa tan inútil que hice. Dame una oportunidad, Martina.
Me quedo inmóvil, con el corazón en cero de pulso, la sangre deja de correr por mis venas por unos mílisegundos y siento como los sesos comienzan a revolverse en mi cráneo. ¿Qué hago?
—Dí algo. Me siento aún más estúpido. Es como sí estuviera hablando solo. Tal vez esté bebido, pero eso no cambia nada —agrega a respuesta a mi rotundo silencio.
—Está bien. Pero no lo vuelvas a hacer. —musito en un débil susurro. Él se voltea y me mira con su mirada poseída en esperanza. Oh, Diego.
—Podríamos besarnos para romper la tensión.
Fijo mi mirada en Lodo que come ya su segunda porción de pizza, con sus ojos brillantes. Ella asiente con la cabeza. Le dedico una media sonrisa y me acerco a Diego.
—¿Debería besarte después de todo lo que hiciste?
Él se queda callado por unos minutos.
—Sí quieres no lo hagas...
Pero presiono mi boca contra la suya en un breve beso de disculpa y rodeo mis brazos en su torso en un abrazo. No soporta que se enojen con él. No. No soporta...
Decepcionar a los demás.
ESTÁS LEYENDO
Abrazos Gratis |Dietini|
Fanfiction"Algunas veces no encontramos las palabras adecuadas para expresar lo que sentimos, el abrazo es la mejor manera. Hay veces, que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman, en esos casos se pue...