Capitulo 22

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Pasaron dos días después de la supuesta reconciliación. Mamá con Robin no han llegado y me habían dicho que llegarían el sábado. Estoy preocupada. Lodo me dice que debería ir a mis horas de psicología, pero yo no quiero ir. Ya estoy harta de contarle mi vida a un extraño.

La lluvia golpea suavemente la ventana y pequeñas partículas de vapor provenientes del agua caliente de la ducha hacen contacto con la superficie fría del vidrio por lo que se condensa lentamente hasta hacerla empañar completa. Con mis dedos hago dibujos en el vidrio empañado, con la mirada perdida pero a la vez expectante al ver caer las gotas de lluvia sobre el cemento de la calle. Pongo la cabeza bajo el chorro de agua y enjuago mi cabello rellenado de bálsamo. Apago el grifo y deslizo la cortina de baño. Salgo envuelta en una toalla, con el pelo húmedo empapando mi espalda desnuda. Veo a Lodo acostada en su cama, tomando chocolate caliente en una taza y leyendo un libro. Me mira y esboza una sonrisa. Deja el libro en la cama y va camina donde estoy.

-Te traje un poco de té. Está en tu velador -dice mirándome con sus grandes ojos -. Y después quiero hablar contigo sobre ya sabes quién.

Una nueva charla sobre Diego. Genial.

Lodo sale de la pieza y yo me apuro en colocarme mis jeans, zapatillas y una sudadera blanca sin mangas. Encima me coloco un chaleco y le doy un sorbo a mi taza de té. Escucho como unos nudillos golpean la puerta, claramente es Lodo. Dejo el secador en la cama y saco el pestillo. Lodo se sienta en el sillón cerca del televisor mientras toma su cabello en una cola de caballo.

-¿Y? -murmura.

-¿Y, qué?

-¿Se reconciliaron con tu amorcito?

Una fuerte ola de calor inunda mis mejillas, provocando que se tiñan de un suave rojo carmesí. Cambio mi partitura hacía un lado con mi cabello húmedo.

-No lo sé... Lodo...

-Martina, tienes que empezar a ponerte las pilas. Sí sigues así se te va a ir. Y me imagino que no quieres eso, ¿verdad?

Asiento con la cabeza mordiéndome el labio. Todo me daba vueltas en la cabeza, simplemente no sabía que pensar. Estaba segura que Diego me quería sólo como una amiga, pero con lo que pasó hace unos días me lo complicó todo...

La voz de Justin Bieber se apodera de mis oídos; está vibrando el celular en el bolsillo de mi pantalón. Presiono el botón verde y me llevo el aparato a la oreja.

-¿Diga? -musito en voz baja al darme cuenta que es un número desconocido.

-Disculpe señorita Stoessel-dice una voz potente al otro lado de la línea-. la estamos llamando de la clínica. Ha ocurrido un accidente automovilístico en la carretera 65, exactamente en un Jeep rojo donde se encontraban su madre, un bebé y su padrastro.

La boca se me seca.

-¿Qué ha pasado? -respondo con la voz temblorosa, con los ojos cristalizados y con una mano cubriéndome la boca.

-Lamentablemente su madre fue la que salió más herida. El bebé se salvó gracias a que iba con el cinturón de seguridad puesto y estaba sentada en un asiento bastante seguro. Su padrastro tuvo lesiones leves, aún así está en urgencia. Pero su madre fue la que sufrió todo el impacto -dice la voz, se pasa la lengua por los labios y concluye-. La esperamos aquí, señorita Stoessel.

Millones de lágrimas han inundado mis mejillas y no puedo creer que todo haya vuelto a lo que era antes. Los problemas se han acumulado y me han tomado por sorpresa, dándome donde más me duele; mamá y Cande. Lodo me mira confusa, con la boca entreabierta, pero yo lo único que puedo hacer es correr escaleras abajo, sacando la motocicleta de la cochera y dando a todo lo que da el motor para llegar lo más antes posible a la clínica.

Abrazos Gratis |Dietini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora