Todo ha vuelto a la normalidad después de que Lodo me ha dicho de que mamá estará bien. Estoy junto a ella, tomando una taza de té, mirando una película romántica mientras ella acaricia a su espantoso gato, Bigotes. Se siente bien ya no tener que preocuparte demasiado sobre las cosas que pasarán.
El sonido de mi celular resuena en la habitación, sobresaltando a Bigotes. Me río a carcajadas y Lodovica me fulmina con la mirada, acariciándole su blanco lomo para tranquilizarlo. Tomo mi teléfono sin dejar de reírme y contesto.
-¿Diga? -ahogo las risas, haciendo que queden atascadas en mi garganta por lo que empiezo a toser.
-¿Martina? ¿Estás bien? -escucho su voz burlona y a la vez preocupada al otro lado de la línea. Dejo de reír y me paso una mano por mi cabello.
-Sí, ¿qué pasa Diego?
-Bueno, quería preguntarte sí quieres dar un paseo. Conmigo. -me ofrece y se ve una tentadora oferta. Ya que no suena muy divertida ver de nuevo Querido John por décima vez en la semana junto a mi mejor amiga y su molestoso felino.
-¿Qué pasa si digo que no? -pregunto con una sonrisa traviesa en mis labios. Él ríe como respuesta.
-Tendrás que hacerlo sí o sí, cariño, estoy afuera de la casa de Lodovica.
Me quedo boquiabierta y con el celular pegado a la oreja, me asomo por la ventana de la habitación y veo su cabeza cubierta por una negra capucha por la tormenta de nieve que azota a Detroit. Él levanta la cabeza y conectamos miradas. Niego con la cabeza y él me guiña el ojo, guardando su celular en el bolsillo de su jersey.
-¿Dónde irás? -me pregunta Lodo. Yo abro mi clóset buscando algo más decente que colocarme. No debería ir con estos pantalones rosas con conejitos blancos y una sudadera para el frío que hace. Tomo mis jeans, zapatillas, una remera que deja mis hombros al descubierto y una chaqueta de cuero. Me cambio y sacudo mi cabello frente al espejo.
-Con Diego, a dar un paseo. -le respondo, subiendo el cierre de mi chaqueta y metiendo las manos en los bolsillos-. Nos vemos. Oye, ¿debería colocarme más maquillaje que esto? -digo señalando mis ojos cubiertos con una extensa capa de rímel y una pasada de delineador negro.
-No, estás perfecta. ¿Llevas celular, dinero? ¿Necesitas algo más? -yo niego con la cabeza y me despido con un beso en la mejilla.
Salgo para encontrarme con la fría atmósfera que envuelve la ciudad. Diego está apoyado en el umbral de la puerta, chocando su pie con el suelo de arriba a abajo, siguiendo el ritmo de la música que escucha a través de sus audífonos. Aún no se percata de mi presencia. Camino lentamente hasta llegar donde él y darle una suave patada a la reja, que emite un sonido estremecedor. Por el susto, da un salto y yo comienzo a reír. Abro la puerta y con mi pie la cierro de golpe.
Cuando estoy en frente de él, todavía está con esas facciones de alteración y espanto, con el corazón a mil. Le sonrío burlándome y Diego sólo presiona sus fríos labios en mi frente en forma de saludo. Cierro los ojos a la sensación.
-¿Y por qué quisiste ir a dar un paseo? -le pregunto con los dientes castañeando por el frío. Muevo mis pies dentro de mis zapatillas esperando su respuesta.
-Por nada en específico, en realidad. ¿Quisieras agarrar mi mano?
Frunzo el ceño ante su petición. Lentamente deslizo mi mano izquierda fuera del bolsillo de la chaqueta y la entrelazo con la de él. Se nota que su rostro se suaviza con alivio. Miro hacía otro lado.
-Estás muy helado -comento. Él acaricia el dorso de mi mano. Mis pelos se ponen de punta y me muerdo el labio. Sonríe.
-¿Será por qué tengo frío? -me dice con sarcasmo, levantando las cejas. Me molesto un poco, quitando mi mano, pero con una sonrisa dibujada en mi cara. Él se detiene y se abalanza sobre mí, provocando que ambos caigamos en el húmedo césped. Me toma desprevenida, envolviendo mi cintura en sus brazos y introduciendo sus manos heladas en mi espalda.
Suelto un chillido e intento quitarlo de mí, pero él pone más presión al abrazo. Suelto un bufido, pero gracias al calor que tenía acumulado en la espalda poco a poco sus manos vuelven a una temperatura normal.
-Te bajaré los pantalones delante toda la gente que nos está mirando si no quitas tus manos de ahí, ahora -mascullo cerca de su oído en un tono amenazador pero con una mezcla de broma que incita que suelte una carcajada.
-Házlo, no tendría ningún problema.
Él alza su cabeza, ya que estaba apoyada en mi hombro. Su mirada se oscurece y entiendo la indirecta. Le doy una bofetada en la mejilla mientas río y él abre los ojos con ironía, asombrado.
-Estás bien traviesa hoy, Tini. Me gusta. -yo me sonrojo y miro hacía la derecha, perdiendo mi vista en los niños que juegan en la plaza cercana-. ¿Puedo besarte?
Su pregunta no me sorprende. Niego con la cabeza.
-No, no quiero. -miento en tono cortante. Deja un camino de besos en mi pómulo a mi mentón. Un inesperado escalofrío me recorre la espalda.
-Sí no dejas besarte, te colocaré ese trozo de hielo en tu preciosa espalda -amenaza apuntando a la gran conjunto de nieve que está escurrido por el césped. Enarco una ceja y levanto levemente mi barbilla.
-Atrévete.
Él se encoje de hombros y estira su mano para agarrar la acumulación de nieve que descansa en el pasto, pero yo rápidamente tomo su rostro en mis manos y uno mis labios con los de él, en un beso apasionado. Diego esboza una sonrisa en medio del beso, entretanto sus manos viajan de mi espalda a mi cintura. Me alejo de él, dejándolo con las ganas.
-Debería amenazar con eso de la nieve más seguido -bromea sobre mi boca.
-Cállate Diego.
ESTÁS LEYENDO
Abrazos Gratis |Dietini|
Fanfiction"Algunas veces no encontramos las palabras adecuadas para expresar lo que sentimos, el abrazo es la mejor manera. Hay veces, que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman, en esos casos se pue...