5

9.9K 626 21
                                    

— Charlie.

Nada.

— Charlie.

Un quejido.

— Charlie.

Un resoplido.

— Maldita sea ¡Charlie!

Un grito y luego un golpe.

Vio desde arriba de la cama como el castaño se sobaba la cabeza. Se puso de pie con ayuda del colchón y luego vociferó un "¡¿qué carajo quieres?!" adolorido.

— ¿Seguro que quieres hacerte cargo?

Se quedó un rato analizando la pregunta y Brooke no supo si fue el golpe o la usual lentitud del castaño.

— Sí, sí, por supuesto— dijo sentándose de nuevo en la cama.

— Yo también.

El rostro de Charlie se iluminó y una sonrisa se pintó en su rostro para luego apretar a Brooke en sus brazos. Sabía que iba a tomar la decisión correcta. Charlie tenía a Brooke atrapada y no la dejaba regresarle el abrazo por lo que ella solo rio.

En el desayuno Brooke se lamentó por no poder tomar café, se limitó a servirse jugo. Ed bajó corriendo las escaleras casi tropezándose y fue directo a abrazar a Brooke.

— ¡Voy a ser tío!— gritó y abrazó a Charlie.

— ¿Cómo te enteraste?— preguntó el castaño extrañado entre los brazos de su amigo.

Ed le dio un libro que llevaba en la mano, "que esperar cuando se está esperando".

— Estaba en el cuarto esta mañana, uní las piezas y aquí estamos.

— Sé cuanto te gustan los acertijos— dijo Brooke y Ed la abrazó de nuevo.

— Pensé que se lo íbamos a decir juntos— dijo Charlie.

— Es más divertido así.

Brooke habló esa mañana al obstetra para programar una cita para la tarde. Charlie manejó y Brooke se mantuvo en silencio. En la sala de espera una pelirroja veía mal a Brooke, se le quedaba viendo y la miraba de arriba a abajo. Charlie se dio cuenta de eso y se le quedó viendo hasta que finalmente la pelirroja no aguantó y se volteó.

— Zorra— susurró Brooke.

— Shhh— la calló Charlie — No malas palabras enfrente del bebé— dijo señalando el estómago de la castaña.

— Ay por favor, no es como si fuera a nacer y saliera diciendo palabrotas— se quejó Brooke.

Charlie cruzó los brazos y se recargó en el incómodo sillón para ver mejor el terrible programa de televisión en la pequeña pantalla de la pared — Si aquí está lleno de embarazadas ¿por qué los sillones son tan incómodos?— preguntó quejándose y removiéndose en el sillón pero Brooke no le hizo mucho caso. Estaba comenzando a ponerse nerviosa.

Mil pensamientos la atacaron a la vez. No sabía como era ahí dentro y la espera solo hacía todo más complicado. Comenzó a hacer mil escenarios en su cabeza con todas las posibilidades, buenas y malas, luego se percató que su madre no sabía y que tendría que decirle pronto. También a los padres de Charlie. ¿Charlie les quería decir? ¿Y si lo relegaban del linaje familiar por no cumplir con las normas de conducta socialmente aceptadas y salirse de lo tradicional? ¿Qué dirían las señoras en la iglesia los domingos a su madre?

— Oye— el castaño movió la mano enfrente de la cara de Brooke — ¿Estás bien?

— Nerviosa— respondió.

— Todo va a estar bien.

Y extrañamente Brooke le creyó.

— Bro... Bru... Broo...— la recepcionista la llamó tratando de decir el nombre de la castaña.

— Es Brooke.

— Lo siento. Brooke Carter, pasa por favor— se pusieron de pie al mismo tiempo como si fueran resortes y pasaron la puerta, la amable chica recepcionista los guio al consultorio del doctor, se le notaba que era nueva.

El doctor se puso de pie, tendría unos cuarenta años, con indicios de canas, y unos ojos azules notablemente cansados pero listos y despiertos, les dio la mano y se presentó.

— Buenas tardes, soy el doctor Walter— se sentó de su lado del escritorio y con un gesto les indicó que se sentaran — ¿Brooke, cierto?— ella asintió con la cabeza.

El doctor le hizo varias preguntas, edad, profesión, si estudiaba o no, si fumaba o tomaba, si practicaba algún deporte e infinidad de preguntas más.

— Bueno, pasemos a lo interesante: la ecografía– los guio hasta una habitación oscura con una camilla y una máquina para hacer el ultrasonido. Le dio una bata a Brooke y entró a un pequeño cuartito a cambiarse, salió y se acostó en la camilla. Una manada furiosa de mariposas volaban en su estómago, estaba muy nerviosa, no sabía cómo iba a reaccionar Charlie.

— Está frío— dijo el doctor agarrando el gel, Brooke asintió con la cabeza y se asustó cuando el gel tocó la piel de su estómago.

Charlie se rio de la reacción de la castaña y esta le dio un golpe con el pie en el estomago.

— Bueno— puso el transductor para hacer la ecografía en el estómago de Brooke y encendió el aparato, comenzó pasándolo por el vientre buscando al bebé.

Charlie agarró inconscientemente la mano de Brooke, exaltada lo miró y le sonrió agradeciéndole en silencio que le hubiera leído la mente.

— No estés nerviosa, va a estar bien— dijo para animarla y ella sonrió de lado.

El doctor señaló la pantalla de la computadora — Ese es su bebé— señaló un puntito en la pantalla que al parecer estaba ubicado en la placenta.

— Es muy pequeñito— dijo Brooke enternecida.

— Parece un renacuajo— habló por primera vez Charlie inclinándose a la pantalla para ver mejor.

— sí, tiene cinco semanas— dijo el doctor.

Si, Charlie no vio nada. Lo único que veía en la televisión era estática, no vio a su bebé, solo creyó ver un puntito, como un renacuajo, o un frijol, pero sabía que era su bebé, una ola de orgullo y felicidad lo inundó haciendo que sonriera ampliamente e inconsciente se llevó la mano de Brooke a los labios y le dio un beso en el dorso de la mano, ella volteó y le sonrió, no estaba molesta, estaba demasiado feliz para darle importancia a ese pequeño gesto. Apretó más la mano de Brooke que miraba la pantalla con ojos de niña, él la miró con ojos de orgullo y asombro irradiando por cada poro de su cuerpo.

Después de que el doctor les dijera que todo estaba bien, les diera fotos, le dijera precauciones que tenía que tomar, le recetara vitaminas, le diera una nueva dieta y que hicieran una cita para el próximo mes, se fueron.

— ¿Cuándo quieres decirle a tu mamá?— le preguntó Brooke a Charlie una vez en el auto.

— Primero hay que decirle a la tuya.

Brooke se quedó en silencio, luego replicó.

— ¿Por qué primero a la mía?

— Creo que es importante que ella sepa primero— miró a Brooke que tenía el ceño fruncido — ¿Qué pasa?

— Nada.

— Brooke...

— ¿Por qué no quieres decirle a tus padres?

— Sí quiero decirles, me muero por decirles, pero pueden esperar, me gustaría que tu mamá fuera la primera en saber.

— No te creo.

Charlie suspiró.

— Mañana vamos con los dos ¿te parece? primero con mis padres si quieres, luego con tu mamá.

— Como sea.

— ¿Tienes hambre?

— Sí.

— Con razón. Hubieras empezado por ahí.

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora