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Charlie había cocinado panqueques ligeramente quemados con moras y desayunaba junto a Ed que miraba atentamente la taza de café. El castaño se sentó con el plato de hotcakes y un cuaderno pequeño. 

— ¿Que opinas de Mac?— preguntó a Ed. 

— ¿Cual Mac? 

— No, Mac como nombre para el bebé— aclaró moviendo una pluma en los dedos. 

— Es horrible— dijo Ed y se llevó la taza a la boca — Me gusta Timothy.

— Es un poco soso ¿No?

— Tú eres un poco soso.

Charlie lo miró confundido y Ed solo se encogió de hombros. 

— Brooke me contó lo de Oliver— dijo Charlie partiendo un pedazo de los panqueques — Yo ya lo sabía, pero me ofende que no me hayas contado.

Ed apretó los labios y picó el desayuno. 

— No le conté a nadie, y sentía que estaba mal, por ser hermano de Brooke— dijo — Y te conozco, hubieras ido directo con Brooke y luego con Oliver a "sutilmente"— hizo comillas con los dedos — Insinuarle que me invite a salir— agarró la taza — Y lo que necesito es sutileza. 

Charlie lo miró sonriendo. 

— Pues no le hubieras dicho a Brooke.

— ¡¿Qué hizo?!— azotó las manos en la mesa —¡¿Qué le dijo?!

— Tranquilo, no te mencionó, pero le preguntó de manera horrible si le gustaban los hombres y ahora no le contesta las llamadas— Charlie rió entre nervioso y divertido y Ed bufó apenado. 

Charlie terminó de desayunar y salió del departamento, subió a su carro dispuesto a ir con su hermano, pero antes de partir necesitaba la canción perfecta. Pasó casi veinte minutos buscando la canción perfecta y admirando su excelente playlist. Y finalmente salió del estacionamiento. Decidió que tal vez Peter tendría hambre de tanto jugar videojuegos y haraganear así que paró en McDonald's por unas hamburguesas, papas y nuggets. 

Llevaba ya unas semanas tratando de conectar con su hermano, quería que fueran unidos como cuando eran niños, por eso comenzó a mandarle mensajes y a quedar con él para verse y se dio cuenta que no sabía nada de su hermano. Sabía que había estado cerca de casarse una vez, pero su prometida se fue con su compañero de trabajo a Denver y se casó con él allá, mandándole una postal con un lo siento escrito en cursiva. Desde entonces pasaba la mitad de su tiempo en la casa de sus padres jugando videojuegos y la otra mitad pretendiendo buscar un trabajo. 

Era deprimente. 

Llegó a casa de sus padres, se estacionó y se fijó que solo estaba el auto de su madre y el de se hermano. Entró usando la copia de la llave que guardaban en la maceta junto a la ventana y dejó las bolsas de McDonald's en la mesa. No había nadie. 

— ¡Peter!— gritó mirando en una nueva foto de Jesús en la pared. 

— ¡Arriba!

Por supuesto. 

Agarró las bolsas y subió las escaleras, fue directo al  cuarto de Peter donde estaba su hermano sentado en el sofá frente a su cama con el mando bien agarrado en las manos, la mirada fija en la televisión y un headset que combinaba con la silla frente a la PC en la esquina de la habitación. Dejó la comida en la cama perfectamente alzada y se sentó junto a su hermano. 

— Hola— dijo. 

— Ahorita te atiendo, solo acabo esta partida—dijo Peter sin despegar los ojos de la pantalla. 

Charlie se puso de pie y caminó por la habitación, seguía prácticamente igual que cuando se fue. Aún recordaba a Peter emocionado por casarse e irse de la casa a vivir con su futura esposa, luego él se fue a vivir con Ed y no supo nada de su hermano hasta que un año después se lo topó en la licorería comprando cajas de cerveza para sí mismo y le contó lo que había pasado. 

Peter siempre había sido el hijo con futuro, el hijo perfecto, el modelo a seguir. Y ahora era un fracasado con migajas de chettos en la playera. Salió del cuarto y fue al suyo. Estaba vacío. Solo su cama y los muebles, pero los libros y posters que había dejado en las paredes ya no estaban. No le sorprendió. 

— ¡NO!— Peter exclamó y Charlie volvió. 

— Te traje comida— le dijo. 

— Gracias— Se quitó el headset y se volteó por las hamburguesas. 

Hizo lo mismo, tratando de cubrir el ambiente incomodo con el olor de la grasa de la comida. No funcionó. 

— Linda PC— dijo Charlie señalando el aparato con la cabeza.

— Lo sé, convencí a papá que la necesitaba para un nuevo trabajo— dijo después de tragar su pedazo de hamburguesa — Le dije que me despidieron tres semanas después de que la comprara—rió. 

Charlie también rió, pero en realidad no le dio risa, se le hizo patético. 

— ¿La pantalla estaba en la sala, no?

— Sí, pero me la traje.

Charlie asintió. 

Por un momento olvidó que el hombre frente a él tenía veintisiete años y era ingeniero en mecatronica. Podría estar haciendo robots. En vez de eso usaba su intelecto para montar una pantalla en la pared y hacer una mesita para sus chettos y cajas de pizza. 

Peter tenía barba de varios días y el cabello grasiento, una playera vieja con manchas de grasa y agujeros en el cuello, shorts deportivos y Crocs. Le deprimía ver a su hermano así. 

— Deberíamos ir a algún lado— le dijo y Peter lo miró. 

— No, yo no salgo. 

— Se nota. 

— Me gusta estar aquí, me siento bien, es mi ambiente— dijo frunciendo el ceño.

— Aún es temprano, tengo todo el día para sacarte.

Peter bufó enojado y siguió comiendo su hamburguesa. Acabaron y Charlie fue al closet de su hermano, sacó una pelota de basketball y se la lanzó antes de que agarrara el mando. 

— ¡Casi lo tiras, idiota!

— Vamos a jugar. 

Peter rodó los ojos y se puso los audifonos. 

— No vine hasta acá a verte jugar-

— Agarra un mando.

— Para deprimirme, me hubiera quedado en mi departamento viendo Marley y Yo... Espera, yo no tengo por qué hacer eso ¡Porque no soy un fracasado!

— ¡Pues eres un nefasto!

— ¡Y tú un parásito!

Empezó la partida. 

— Esta es exactamente la razón por la que me fui, para no seguir dependiendo de mamá y papá— dijo — Así como no pagaste por esa PC o esa silla, tampoco alzaste la cama— Peter lo ignoraba — ¡Vas a llegar a los cuarenta en este estado! ¿Es eso lo que quieres? 

— Sí.

— Eres patético. 

— Dijo el que embarazó a una chica que no lo quiere.

Charlie se le quedó viendo. 

— Pues ahora estamos juntos ¿Dónde está Kendall?

Peter se puso de pie de un brinco y caminó hasta su hermano. 

— Eres un pendejo. 

— Quería ayudarte, de verdad, pero eres un caso perdido.

Salió del cuarto enojado, esperando que Peterlo siguiera, pero no fue así. Ya no importaba. Se subió a su auto y condujo. 

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora