La lista de nombres no hacía nada más que aumentar, todos tenían ideas y opiniones, y al parecer todas eran bienvenidas. Y aunque ni Brooke ni Charlie estaban felices con la idea de nombrar a su hijo con el nombre del protagonista de alguna saga literaria o cinematográfica. Querían algo que tuviera sentido y que les gustara a los dos, no a sus amigos.
Mia pasaba mucho tiempo planeando la boda, la cual habían acordado que sería en los próximos meses. Ed invertía mucho tiempo y energía en su tesis. Brooke y Charlie seguían enredados en la etapa de luna de miel de su relación. Iban al parque con Bonnie, compraban las cosas del bebé, a veces cocinaban juntos. En definitiva su vida se había vuelto un poco más aburrida desde que habían comenzado a salir.
Brooke ahora vivía sola y Mia con Cameron. Charlie y Ed seguían compartiendo departamento y el castaño pasaba mucho tiempo con ella. Ya no tenía con quien pelear y a veces comenzaba disputas por tonterías. Sabía que no era sano, pero quería recuperar un poco de la adrenalina que le daba la rivalidad que solían tener. A veces extrañaba eso.
— ¡Un perro es más que suficiente, Brooke!— el castaño señaló a Bonnie.
— ¡No! Bonnie se aburre, pasa mucho tiempo sola, ¡Quiero otro perro!
Charlie bufó, alzó el rostro con los ojos cerrados al techo, una mano fue directo al puente de su nariz y la otra a su cadera. Estaba muy enojado.
— No puedo pelear por un perro, o por los platos, o por la estúpida taza del baño— dijo caminando a la puerta — No sé qué te pasa últimamente, pero háblame cuando estés dispuesta a dejar de portarte como una niña y quieras hablar como adultos— abrió para salir de la casa.
— ¡No, Charlie!
Pero ya se había ido. Brooke se sentó en el sillón mordiéndose el labio, Bonnie corrió a darle amor recostando su cabeza en su regazo.
Charlie manejó a casa de sus padres, había quedado de verse con su hermano para hablar sobre lo de el otro día, no porque Peter le hubiese dicho que quería, sino porque su mamá los estaba obligando a hacer tregua. Se quedó un momento en el auto, calmándose, no sabía si era el embarazo o la boda de Mia lo que tenía a Brooke tal alterada, pero no podía seguir desquitándose con él. No le gustaba hablarle así, pero ya estaba cansado y a veces sentía que esa era a única manera de ponerle limites. Lo hacía sentir como un niño.
Bajó del auto y entró a la casa, Peter estaba sentado en la sala, de brazos cruzados y su mamá a su lado. Su padre no estaba, probablemente porque no sentía ningún interés en el tema. Respiró hondo antes de cerrar la puerta a sus espaldas y caminar al sillón frente a él, se sentó lentamente y miró a su hermano.
— ¿Ya conseguiste un empleo?— preguntó con sorna.
— Sí.
— Uno real, no streamer ni dealer.
— ¡Okay, Charles, vamos levántate!— Peter se puso de pie de un brinco y Charlie hizo lo mismo.
— Te gané hace tres años, puedo hacerlo de nuevo.
— ¡Siéntense los dos!— exclamó su mamá y los chicos obedecieron — No quiero más peleas entre ustedes dos, ya son adultos, por Dios— Miró a Charlie — Estás por graduarte y ya casi te conviertes en papá— miró a Peter — Tú... Ya casi tienes treinta años, Peter.
El mayor bufó.
— Quiero que arreglen sus cosas, pero no aquí— la mujer fue a la puerta a abrirla — Afuera, los dos, y no vuelvan hasta que estén bien.
Charlie se puso de pie seguido de Peter, salieron de la casa y su mamá cerró la puerta de golpe. Peter lo miró.
— ¿Ahora sí peleamos?
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Nuestro pequeño reino
RomanceBrooke y Charlie se odian, su enemistad es tan grande que ella solo fue a una fiesta a la cual no quería ir para hacerlo enojar un rato, desafortunadamente las cosas se les salieron de las manos y una mezcla de alcohol, una fiesta alocada, hormonas...