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Los dos pararon la pelea y miraron a Brooke. Su madre con expresión preocupada y Henry con cara de asombro. Conocía a Henry por una foto que había encontrado hace mucho tiempo debajo de un sillón. Anne bajó los brazos y caminó hasta su hija.

—Cariño, es mejor que...— intentó decir su mamá acercándose rápidamente a su hija.

— ¿Brooke?— la interrumpió Henry.

— No te vas a acercar a ella— dijo Anne abrazando a su hija.

La rabia crecía como llamas dentro de Brooke. Casi podía sentir la bilis subiendo por su garganta. Como pudo canalizó su ira para no gritar.

— ¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó la castaña enojada.

— Brooke, mejor vámonos, cálmate— dijo Charlie agarrándola del hombro.

— ¿Quién es él?— preguntó Henry.

— ¡Contesta mi maldita pregunta!— gritó Brooke olvidando el autocontrol.

— Brooke, cálmate. Le vas a hacer daño al bebé— dijo su madre.

— ¿Bebé?— preguntó Henry asombrado — ¡Pero si solo tienes dieciocho años!

—Tengo veintiuno — dijo enojada con lágrimas de desesperación saliéndose, odiaba llorar — ¡Ahora contesta mi pregunta!— gritó fastidiada.

Un dolor agudo le punzó en el bajo vientre. Soltó un grito y se llevó la mano al estómago. Repetía no, no, no, no mientras Charlie la ayudaba a salir de la casa.

— Hay que llevarte a un hospital— dijo Charlie y entre él y Anne la subieron al carro.

La acostaron en la parte de atrás con su cabeza apoyada en las piernas de su madre. Brooke y Anne respiraban para calmarse mientras Charlie manejaba con expresión preocupada.

No quería perder a su bebé. El dolor en su estómago se hacía más fuerte cada vez, quería llorar, pero su mamá no la dejaba. Brooke sentía tan mal, tan culpable, Charlie le había dicho que se fueran, pero ella ahí estaba arriesgando la vida de su bebé.

Charlie manejaba lo más rápido que legalmente se podía. Miró por el retrovisor y vio que Henry los seguía en su carro. No dijo nada. Se estacionó en la parte de emergencias del hospital y ayudó a bajar a Brooke. Dentro unas enfermeras la sentaron en una silla de ruedas y le hicieron preguntas a Charlie.

— ¿Qué pasó?

— No sé. Esta embarazada de diez semanas, le comenzó a doler el estómago.

— ¿Ah estado en una situación estresante?

— Em... sí.

Llevaron a Brooke a través de unas puertas mientras le hacían más preguntas a Charlie. Una enfermera los hizo quedarse en la sala de espera. Charlie se mordía las uñas nervioso y Anne movía la rodilla descontrolada. Henry entró corriendo a la sala de espera. Cuando lo vio Charlie no se pudo contener y le dio un puñetazo en el rostro. Henry se tambaleó para atrás y se lo devolvió.

— ¡Maldito imbecil! ¡¿Vez lo que provocas?! ¡¿Estás contento?!— Charlie le dio otro golpe en la nariz — ¡Por tu culpa podría perder a mi hijo!— un guardia de seguridad sostuvo a Charlie por los hombros. Se soltó del agarré del oficial y se fue a sentar en una silla. Le sangraba el labio pero en ese momento la adrenalina hacía que el dolor desapareciera. Un enfermero llegó y les curó las heridas.

Llamó a Mia y a Ed y les explicó lo que había pasado tartamudeando y haciendo una zanja en el suelo. Un hoyo en el suelo por cada llamada. Llegaron diez minutos después.

Pasaron dos horas. Miradas de pistola entre Henry y Charlie. Café tras café para calmar los nervios. Y lágrimas de la madre de Brooke y Mia. En algún momento Henry desapareció. Un doctor llegó con ellos. Charlie brincó de la silla como un resorte con la amiga, la madre de Brooke y Ed detrás a un lado.

— ¿Familiares de Brooke Carter?— preguntó el doctor.

—Sí, ¿cómo está ella doctor?— preguntó Mia.

— Ella y el bebé están bien— Charlie sintió que un peso se iba volando de su espalda — Casi sufre un aborto espontáneo, pero por suerte la trajeron a tiempo. Necesita reposo absoluto por un mes mínimo, se quedará aquí está noche para ver cómo sigue— explicó.

— Gracias al cielo— dijo su madre.

— ¿Gracias al cielo? ¡Gracias al doctor!— exclamó Ed.

— ¿Podemos verla?— preguntó Mia.

— Sí, pasen— los guió hasta la habitación donde estaba ella.

Estaba acostada en la cama cambiando canales a la televisión con el control, tenia una sonda conectada a su mano se veía más pálida de lo normal. Cuando los vio sonrió.

— ¡Ay Dios mío, Brooke!— exclamó Mia y corrió a abrazarla.

— ¡Brooke Dylan Carter!— exclamó su mamá — ¡Me metiste un susto de muerte!— entre abrazos, palabras enojadas, de preocupación y lo siento todos se acercaron a Brooke.

Solo era cuestión de tiempo para que preguntara de nuevo por Henry.

Charlie se acercó a ella y la abrazó fuerte. Brooke le respondió el abrazo y comenzó a llorar.

— Tenía mucho miedo— dijo la castaña sollozando, él le acarició el cabello.

— Yo también, pero están bien y eso ya pasó— la separó de él y la agarró de los hombros, aún con los ojos hinchados y rojos, con la nariz roja y con la piel como el papel se veía hermosa — Solo te tienes que quedar un mes sin hacer absolutamente nada— dijo.

— ¿Oíste?— preguntó Mia — Ni siquiera ir a la cocina, espero que puedas, Doña inquieta— dijo cruzando los brazos.

Brooke asintió con la cabeza.

La puerta se abrió y Henry entró con cara de enojado. Y aunque Brooke no quisiera, tenían el mismo gesto que te hace saber que es tu fin. Caminó hacia la camilla de Brooke, iba a abrazarla pero su mamá se puso enfrente impidiéndole el paso.

— Aléjate Anne, es mi hija también— dijo Henry.

— Ella no te importó nunca y ahora estás aquí, no permitiré que le hagas daño— dijo, nunca nadie había visto a la madre de Brooke tan enojada.

— Quiero hablar con ella— dijo, casi suplicando.

— No, es mi última palabra, vete por donde viniste y no la molestes más— señaló la puerta.

— Déjalo— interrumpió Brooke — Que me diga lo que me tiene que decir y luego que se vaya y no vuelva— su tono frío y duro le dio escalofríos a todos.

Mia, Ed, Anne y Charlie salieron del cuarto dejándolos solos.





Heeeyyy

I love cliffhangers

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora