— ¿Como es que tienes treinta años y no puedes anudarte la corbata de manera decente?—preguntó Ed acercándose con una mueca a su mejor amigo.
— Sí puedo... solo estoy nervioso— contestó.
Ed se burló con una risa y Charlie frunció el ceño.
— Después de tantos años, finalmente está pasando— dijo Ed incrédulo terminando de acomodarle la corbata — ¿Quién lo diría?
Brooke entró corriendo a la habitación, agarraba su vestido con los brazos evitando que tocara el suelo y se sentó en la cama. Mia se acercó detrás de ella para acomodarle el peinado.
— ¿Todo bien?— preguntó Christine preocupada.
— No, casi cae el vestido al escusado— dijo Brooke dejando que Mia le acomodara los risos a los lados del rostro — ¿Será una señal?— susurró.
Todas las damas bufaron al unisono y fue Mia quien le dio un golpe en la cabeza.
— Por ultima vez, no— le dijo peinandola más agresiva esta vez — Deja de tomar todo como una mala señal. Finalmente está pasando— dijo sonriendo.
— La verdad— Mindy habló levantándose del peinador y dejando una brocha en su bolsa — Se nota que te ama, muchísimo, no sé por qué estás tan asustada.
Brooke no dijo nada, porque en realidad no estaba asustada, más bien se sentía emocionada. Pero no podía evitar dejar que sus malos pensamientos se colaran y la asustaran llenándola de ganas de salir corriendo. Ya había tenido esa sensación antes, y últimamente, cuando estaba a su lado. A veces sentía que iba a explotar y no sabía si era amor o miedo.
Era una boda simple que planearon en 2 meses, el vestido era sencillo y ligero, la decoración, en su mayoría, había salido de viejas cosas acumuladas en la casa de la mamá de Brooke y de la florería donde solía trabajar y sería al aire libre en una pequeña hacienda. Mia había arreglado todo y Brooke se había ofrecido a cuidar a Leah.
— Ya casi es hora— dijo Mia — ¿Estás lista?
Brooke estaba por decir que no... Pero estaría mintiendo.
— Sí, estoy lista— le sonrió a su amiga.
Brooke jamás pensó que iba a caminar por un pasillo con un vestido blanco hacia un altar, mucho menos que quien la esperaría al final del altar sería Charlie, el niño al que le tiraba el almuerzo, al que golpeó con un bat de béisbol. Pero Charlie ya no era ese niño molesto y ella ya no era una niñita gruñona. Eran adultos, habían crecido y madurado y ahora no quería molestarlo, quería pasar el resto de su vida a su lado, lo que sabía que estaba destinada a hacer desde un principio, y ahora se daba cuenta.
Su mamá la tomó del brazo para llevarla por el pasillo y le sonrió con cariño. Brooke respiró hondo y le correspondió el gesto. La gente se puso de pie a su lado para verla mejor, como resplandecía en su vestido blanco. El aire cálido le daba en la cara moviéndole los risos que enmarcaban su rostro y haciéndola sonreír más.
A la izquierda del estrado Mia le sonrió, Christine y Mindy la veían con cariño y a la derecha Pete hizo un gesto de aprobación, Ed le sonrió tímido y Caleb levantó los pulgares con una enorme sonrisa. Ed le bajó los brazos y le acomodó la pajarita que se rehusaba a estarse derecha.
Charlie sintió que su cerebro se apagaba cuando la vio caminar hacia él. Aún no podía creer que eso estuviera pasando. Se veía tan hermosa que ni siquiera pudo encontrar las palabras adecuadas para decírselo, así que solo se quedó en silencio, totalmente boquiabierto mientras su mamá se la entregaba.
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Nuestro pequeño reino
RomanceBrooke y Charlie se odian, su enemistad es tan grande que ella solo fue a una fiesta a la cual no quería ir para hacerlo enojar un rato, desafortunadamente las cosas se les salieron de las manos y una mezcla de alcohol, una fiesta alocada, hormonas...