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El día siguiente Brooke subió al auto, lista para ir a casa de su madre a contarle lo del embarazo. Estacionó al frente de la casa y respiró hondo, se limpió el sudor de las manos en el pantalón y bajó del auto. Caminó a la puerta y antes de tocar el timbre su madre abrió con una sonrisa en el rostro. La apretó en un fuerte abrazo y la jaló dentro de la casa.

— Siéntate, ¿quieres algo?— fue a la cocina, a pasos de distancia de la sala donde Brooke estaba — ¿Café, té, soda?

Brooke casi quiso llorar al recordar que no podía tomar nada de eso.

— No, mamá, estoy bien— dijo — Pero necesito que te sientes, por favor.

Su mamá salió de la cocina y se sentó en el sillón frente a su hija.

— ¿Qué pasa?— inmediatamente Anne comenzó a alterarse.

Brooke intentaba hablar pero no salía nada de su boca. Sus manos comenzaron a sudar de nuevo y estaba balbuceando. Los ojos se le llenaron de lagrimas y cuando su madre se puso de pie para abrazarla finalmente habló.

— Estoy embarazada.

Su madre la miró y una sonrisa enorme se pintó en su rostro. Comenzó a reír y a brincar y finalmente abrazó a su hija poniéndola de pie.

— ¿Por qué las lagrimas? Es la mejor noticia que eh recibido en mucho tiempo— dijo Anne verdaderamente feliz.

— ¿No estás enojada?— peguntó Brooke tallándose los ojos.

— ¡Claro que no, Brooke!— exclamó su madre — ¿Quién es el padre?

Brooke no dijo nada. Se quedó callada mirando sus pulgares. Suspiró y miró a su madre.

— Cha--

— ¡¿Charlie?!— exclamó emocionada — ¡Lo sabía, se van a casar!

— ¡Wow, mamá, tranquila!— Brooke la calló — No nos vamos a casar. Cada quien en su casa, y podrá ver al bebé cuando quiera, el bebé sabrá quien es su papá y ya. Nada de matrimonio.

— Pero--

— No.

— Él--

— Que no.

— Bien. Como quieran.

Brooke suspiró y sacó de su bolsa unas ecografías del bebé para enseñarle a su madre. Anne las vio emocionada y pegó una en el refrigerador sin permiso. Anne habló sobre la ropa, la cuna, el cochecito, los juguetes y demás cosas y Brooke comenzó a marearse. Era demasiado. Y como si su madre sola, hablando y hablando sobre Charlie y el bebé no fuera lo suficientemente molesto ya, por la puerta entró el anteriormente mencionado. Con el cabello rizado oculto bajo la gorra de la chamarra. Entró y Anne corrió a abrazarlo y a felicitarlo y agradecerle por el bebé. Charlie rio abrazándola de vuelta con ganas de agradecerle a ella por Brooke. Claro que no lo hizo.

— Deberíamos irnos— dijo Brooke poniéndose de pie y caminando a la puerta — Aún tenemos que ir con tus padres y hacer unos mandados.

— Pero Charles acaba de llegar— dijo Anne pero igual los dejó ir.

Cada quien en su carro condujo hasta la enorme casa de los padres de Charlie. Se encontraropn en la puerta de roble dos metros de alto y se miraron. Charlie suspiró y soltó todo el aire que sus pulmones pudieron retener, como cuando estaba en quinto de primaria y se preparaba para hacer alguna broma. Brooke lo miró y luego a la casa, le dio un golpecito en el hombro volteó a verla.

— ¿Qué pasó entre ustedes?— preguntó con ojos de niña curiosa.

— Nada ¿por qué?— mintió.

— Porque no querías venir— él se acercó a la puerta y tocó el timbre — Y estás muy nervioso.

— Le voy a decir a mis padres que van a ser abuelos ¿Cómo no voy a estar nervioso?— reclamó el castaño.

— No, estás nervioso de ver a tus padres— insistió.

— Eso no--— la puerta se abrió haciendo callar a Charlie.

Su padre lo veía con su rostro impasible, vio a Brooke y luego a Charlie. En ese momento el castaño quería que la tierra lo tragara, sabía que probablemente el estaba pensando "¿y este bueno para nada que hace aquí?" Y él no quería problemas adentro. Pero sabía que los iba a haber. En la entrada estaba el carro de su hermano, y ellos dos en una habitación significan problemas, muchos problemas. Se aclaró la garganta y finalmente habló con su tono de voz monótono.

— ¿Qué quieres?— preguntó frío.

— Necesito hablar con ustedes— contestó y su padre levantó una ceja.

— ¿De qué?— preguntó cruzando los brazos.

— Es algo serio— insistió.

Su madre apareció en la entrada y empujando a su padre salió a abrazarlo. Le respondió al abrazo temeroso. No estaba llorando, su madre no lloraba, pero se veía que lo había extrañado.

— ¡Charlie, Brooke, pasen pasen!— quitó a su esposo de la entrada y los condujo a la sala donde Peter miraba su celular.

—Siéntense— eso hicieron, se sentaron con precaución en un sillón y Peter miró a su hermanito.

— Bueno Charlie— dijo su padre — ¿De qué necesitas hablar con nosotros?— preguntó.

— Yo... Ammm...— no sabía cómo decirlo y buscó apoyo en Brooke, pero solo se encogió de hombros y le dedicó una mirada compasiva, no era la que estaba enojada con sus padres y ahora tenía que decirles que iban a tener un nieto. Tenía que empezar por disculparse — Yo... siento haberme ido de la casa sin avisar, pero no podía hacer una vida si ustedes estaban siempre arriba de mi— dijo con esa sinceridad que lo caracterizaba.

— No te preocupes cariño, eso pasó hace mucho— dijo su madre y su padre asintió a la fuerza — ¿Eso era todo?— negó con la cabeza.

— Este... Yo... No sé cómo decir esto— se rascó la nuca — Brooke está... Está  embarazada— sus padres y Peter se miraron confundidos.

— ¿Y eso que?— preguntó Peter hablando por primera vez.

— Que yo soy el padre— extendió los brazos como si acabara de presentar una sorpresa, con la esperanza de aligerar el ambiente. Los tres integrantes de la familia se quedaron en silencio, como analizando la información.

— ¡Felicidades Brooke!— exclamó la madre del castaño abrazando por sorpresa a la castaña que estaba tan sorprendida como él. Le devolvió el abrazo y su padre lo miró.

— ¡¿Pero cómo pasó?!— gritó su progenitor algo furioso.

— Pues verás papá, cuando un hombre y una mujer se quieren mucho...— comenzó su hermano.

— ¡No, Peter!— lo cortó — No entiendo como ustedes dos se involucraron de esa manera— los señaló — Por Dios santo, se la pasaban peleando— dijo.

— Créame señor, para mi es tanta sorpresa como para usted— dijo Brooke siendo liberada de los brazos de la madre de Charlie.

— ¿Estaban borrachos?— preguntó Peter poniéndose de pie.

— Sí— contestó Charlie avergonzado, con una mano en la nuca.

— Listo, contesté a tu pregunta— Peter cruzó los brazos y se recargó en el sillón — Y yo que creía tener oportunidad contigo, Brooke— le dijo a la castaña acercándose a ella y mirándola de pies a cabeza.

— No seas desagradable— replicó la castaña rodando los ojos empujándolo lejos.

Charlie golpeó a Peter en la nuca cuando Brooke se dio la vuelta. Peter le devolvió el golpe y antes de que Charlie respondiera los dos recibieron una mirada de advertencia de su madre.

— ¿Y cuanto tienes?— preguntó Nancy.

— Un mes— contestó la castaña.

La madre de Charlie ofreció bebidas y rápidamente fue a traer agua y té a la cocina. Cuando volvió se sentó junto a su esposo, que estaba muy serio buscando sus cigarros discretamente.

— Vamos a ser abuelos, George.

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora