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Brooke ya tenia 20 semanas, el vientre le había crecido bastante, ya las playeras le quedaban apretadas y había tenido que comprar unas cuantas, también pantalones de maternidad y su madre le había regalado una faja. Aunque aun no les habían dicho el sexo del bebé, todos seguían apostando, Mia, Oliver y Charlie insistían en que era niña, mientras que Ed y Brooke en que era niño. En la casa reinaba la tranquilidad, al bebé a veces le daba hipo y todos corrían a ver como el estomago de la castaña rebotaba. Todos hacían línea para hablarle al bebé y todo era flores, arco iris y mariposas para los demás menos para Brooke. Cada vez le era más difícil acomodarse para dormir, el bebé se movía mucho más por las noches, le dolía la espalda y algunas cosas le caían de peso, lo cual le causaba incomodidad.

Esa noche estaba más incomoda que nunca, como la piel se estaba estirando le causaba comezón y un poco de ardor, el bebé tenía hipo desde hacia casi una hora y la espalda la mataba, cansada se puso de pie y fue al cuarto de Charlie, lo movió para despertarlo y cuando el castaño abrió los ojos lo empujó para que la dejara meterse en la cama con él.

— ¿Qué pasa?— preguntó adormilado haciéndose a un lado.

Brooke se metió a la cama, agarró la mano de Charlie y se la puso en el vientre.

— Se calma cuando tu le hablas— le dijo y él sonrió con ternura.

Ella cerró los ojos y se acomodó de lado hacia él.

— Hola bebé, soy tu papá, espero que ya reconozcas mi voz porque esta haciéndose un poco aburrido presentarme cada vez que te hablo. Oye, tienes que dejar dormir a mami porque está muy cansada, y aun no llega la mejor parte. ¿puedes creerlo? es una llorona— Brooke le dio un golpe en la nuca y él se rio.

Siguió hablándole al bebé hasta que los dos cayeron dormidos.


La sale de espera del consultorio nunca se le iba a hacer lo suficientemente conocida. Brooke estaba sentada junto a Charlie en la sala de espera del consultorio, a la espera de que por fin les dijeran el sexo del bebé. Charlie miraba los cuadros abstractos de las paredes, nervioso, y Brooke jugaba con sus cabello. En frente de ellos una pareja bastante calmada. Cuando la recepcionista dijo el nombre de la castaña los dos saltaron del sillón, casi corriendo a la puerta del consultorio.

— Hola Brooke, Hola Charlie— los saludó el doctor Walter — ¿Listos para saber el sexo del bebé?

Los dos asintieron. No estaban emocionados solo por las apuestas que se estaban llevando a cabo, sino también porque de aquí las cosas ya no iban a ser iguales. Iban a empezar a escoger nombres, ropa, juguetes, se iban a unir más. Y Brooke no sabía si estaba lista para eso.

Desde que habían adoptado a Bonnie las cosas no habían sido igual con Charlie, ya no le molestaba todo lo que hacía, y lo que antes le molestaba, ahora no. Podía pasar horas hablando con él y no pelear. Y en realidad no se había dado cuenta de que eso estaba pasando hasta que había hablado con Owen.

Su hermano le señaló que ahora estaba más calmada a su lado y hablaba de Charlie bastante. Brooke se habia asustado y había negado, casi desesperada. No podía comenzar a sentirse así. Sus relaciones nunca funcionaban y nada le aseguraba que si lo intentaba con Charlie, iba a ser diferente. No quería que si comenzaban a salir y las cosas no funcionaban sería peor después.

Pasaron al consultorio al final del pasillo, entró al baño a cambiarse, se puso la bata azul y se fue a acostar en la camilla. El doctor aplicó gel y puso el transductor en la panza de Brooke, la paseó un poco y luego volteó la pantalla hacia donde estaban los futuros padres. Su bebé estaba moviéndose, movía los brazos, movía las piernas y se tocaba la cabeza. Oían su corazoncito y la fascinación en el rostro de Charlie le dio a Brooke un sentimiento cálido en el pecho, el cual solo se extendió más al ver a su bebé.

El doctor les hizo unas preguntas, les dijo algunas cosas y finalmente se preparó para darles la noticia.

— Es un niño.

Charlie apretó la boca y se comenzó a reír mientras Brooke le gritaba "Te lo dije" desde su lugar. El doctor no hizo nada mas que ver a la joven pareja. Brooke reía emocionada y Charlie aceptaba su derrota.





— Es un niño.

El caos se desató en la sala de la casa, Ed comenzó a burlarse en la cara de Mia que solo se quedó de brazos cruzados en el sillón haciendo pucheros y siendo apapachada por Cameron, el cual también había apostado que era un varón.

En poco tiempo Cameron habia pasado a ser una añadidura importante a sus vidas. El novio de Mia se había hecho un espacio en el sillón de la sala de la casa poco a poco. A todos les agradaba y todos coincidían en que Mia se veía más feliz. Y si Mía estaba feliz, todos estaban felices.

— ¡Se los dije! ¡Es un niño! ¡Es un niño!— seguía celebrando Ed mientras Mia lo miraba enojada — Yo digo que vayamos a comer, ¡Yo invito!– dijo el chico y en cuanto todos accedieron alguien tocó a la puerta.

Charlie giró el pomo y del otro lado estaba Henry.

Llevaba una bolsa de alguna tienda en la mano y un ramo de girasoles en la otra. Todos se quedaron el silencio y Ed, Mia y Cameron subieron las escaleras casi corriendo. Charlie se quedó parado en la puerta y Brooke se le pegó buscando protección en sus brazos, el castaño acomodó sus mano en su cintura en modo protector.

— Hola, Brooke, Charlie— saludó incomodo Henry.

— Hola— Brooke se decía a si misma que no debía guardar rencor, pero sus palabras salieron golpeadas.

— Solo vine a saludar— dijo y recordó que tenía objetos en las manos — Te traje algo— le entregó el ramo de flores amarillas.

Charlie las agarró y rápidamente las llevó a la cocina.

— Aprecio que la cuides pero son para ella— dijo Henry de manera hostil.

— Me dan alergia— dijo Brooke.

Henry se quedó en silencio y finalmente dijo — Eran las flores favoritas de tu madre, yo...

— No te preocupes, no tenías manera de saberlo.

Charlie acercó aún más a la castaña contra si.

— ¿Quieres pasar?— dijo Brooke por cortesía haciéndose a un lado jalando al castaño con ella.

— Oh... no, Brooke, gracias, ya me iba de hecho, como dije solo pasé a saludar.

— Entonces vete— dijo Charlie entre dientes recibiendo un codazo por parte de la castaña y una mirada retadora que lo incitaba a golpear al padre de esta.

Brooke miró la bolsa en la mano de Henry y la señaló.

— ¿Y eso?

— Oh, es para el bebé— se la dio y miró con advertencia implícita en sus ojos a Charlie.

— Gracias, ahora, si nos disculpas vamos a salir— dijo su hija — Gracias por venir, de todos modos.

Henry miró triste a Brooke y se fue dando media vuelta. Subió al auto viejo y los tres amigos bajaron corriendo las escaleras con Ed cayendo al suelo y Mia corriendo a la bolsa. Perdieron casi una hora calmando a Charlie y hablando sobre Henry. Cosa que Brooke prefería evitar, pero sus amigos no le dieron el gusto.





Cuando llegaron al restaurante Anne ya los esperaba sentada con una entrada al centro de la mesa. Todos la saludaron y se sentaron al rededor de la mesa. Brooke le confesó que habia estado en contacto con Oliver. Anne no se mostró feliz al saberlo, pero respetaba su decisión. Sabía que era difícil para su madre. Después de todo Oliver era hijo de la amante de su padre. Y aunque este se sentía de la misma manera que ella hacia Henry, aún era difícil hacerse a la idea.

— ¿Y por qué tardaron tanto?— preguntó Anne.

— Teníamos que alistarnos, por eso— dijo Brooke rápidamente.

Charlie la miró compasivo para después buscar la mano de Brooke y apretarla en apoyo. Si la cena se pasó rápida Brooke no se dio cuenta, un par de horas se le pasaron como dos días, solo podía pensar en Henry. Tal vez debería darle otra oportunidad.

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora