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Charlie despertó y se dio la vuelta para quedar boca arriba en la cama, sus ojos se agrandaron al ver que no estaba en su habitación, que estaba desnudo y que había una chica a un lado suyo, desnuda también. Se puso de pie lo más silencioso posible y se puso su ropa. Le dolía la cabeza por causa del alcohol y se sentía como si un camión lo hubiera atropellado. Caminó al otro lado de la cama y casi se le cae la mandíbula al ver a la chica. Era Brooke. Ahogó un quejido, casi doloroso, y corrió fuera de la habitación. Cerró la puerta lentamente a su espalda a la ves que un chico rubio salía de la habitación de enfrente. Se miraron confundidos y algo asustados, y sin cruzar palabra corrieron a la salida evitando caer con los cuerpos de personas ebrias tiradas en el suelo.

Brooke despertó una hora después de que Charlie se fuera, se estiró y soltó un quejido cuando su espalda tronó como todas las mañanas, se llevó la mano al área y se fijó que no llevaba playera, alarmada miró debajo de las sabanas y se horrorizó al comprobar que no llevaba ropa.

Repasó la noche anterior en su cabeza buscando al responsable. Lo último que recordaba era que estaba en un torneo de beer pong contra Charlie.

Pero él no podía ser el responsable, era demasiado su odio contra el castaño como para acostarse con él. Si, bueno estaba borracha, pero eso no cambia nada... ¿Cierto?

Buscó más pistas que le comprobarán que el idiota de Charlie no podía ser. Se puso la ropa que estaba en el suelo y su pie descalzo pisó algo, se agachó para recogerlo y vio, horrorizada por segunda ves en dos minutos, que era la pulsera de cuero delgado tejido en una trenza que Charlie siempre llevaba. Le quedaba grande pero no se la quitaba por nada. Se debió de haber caído mientras...

Mientras entraba por accidente a la habitación mientras Brooke estaba con el extraño. Se repetía que Charlie no podía ser. Le asqueaba la sola idea de pensar que pudo haber estado con Charlie de esa manera.

Bajó las escaleras y salió de la casa marcando al celular de Mia. Contestó dos llamadas después diciendo que estaba en la casa con una horrible resaca y que fuera sin hacer mucho ruido.

A Brooke también le dolía la cabeza, y no sabía si era el alcohol o el estrés.

Caminó a la casa con la pulsera apretada en su mano. Cerró los ojos con fuerza al ver como se quedaba sin opciones y solo le quedaba aceptar la realidad.

Se había acostado con Charlie.

Traumatizada, nerviosa, asqueada de ella misma por dejarse y enojada con él por irse, entró a la casa sin hacer ruido. Dejó sus cosas en el sillón y se tiró en el quedándose dormida casi al instante.

28 de Enero

Eran vacaciones de invierno. Brooke habia pasado navidad y año nuevo en casa de su madre, con su tía y primos, y Charlie en casa de su tía en Denver. Cosa beneficiosa para los dos que querían evitarse a toda costa.

¿Cómo no hacerlo si después de todos estoy años de odio habían tenido sexo?

Brooke seguía con la pulsera de Charlie, la dejaba en su buró y procuraba no tocarla. Aparte de que no veía una ocasión como para devolvérsela.

Eran las siete de la mañana. Mía acababa de irse a casa de su hermano para conocer a su nuevo sobrino que había nacido hacía dos semanas y Brooke estaba sola en la casa. Preparó pan tostado para desayunar y un café. Llevaba desde ayer sin tomar café y se sentía casi muerta. En lo que estaba el pan prendió la televisión y rodó los ojos al ver Teen Moms, odiaba ese programa, era tan tonto. Dejó un programa de personas comprando con cupones.

Justo cuando le dijeron a una mujer que sus 1200 dólares de compra se habían reducido a 3, el pan estaba listo. Le untó crema de maní y mermelada de frambuesa. Se sentó en el sillón a seguir viendo la televisión mientras se tomaba su café. Unos minutos después sintió como su estómago se revolvía y como la comida subía por su garganta.

Corrió al baño y vomitó su desayuno.

Cuando acabó agarró aire y se sentó en el suelo del baño en lo que la incomodidad pasaba. Le bajó al baño, se lavó las manos y se enjuagó la boca con agua. Suspiró cansada y agarró el cepillo que estaba en un vaso de plastico junto a la llave. El cepillo calló al suelo y se agachó a recogerlo. Cuando lo agarró y se incorporó vio una repisa con toallas sanitarias. Se quedó un rato viéndolas, una alarma sonó en su cabeza y corrió fuera del baño, subió las escaleras a tropezones y vio el calendario que tenía guardado en el cajón de las piyamas en su cuarto. Comenzó a sudar frío.

Le debió haber bajado hace dos semanas.

Sería un gran acontecimiento, si no hubiera tenido sexo últimamente.

Agarró su celular y marcó el número de Mía. Contestó tres llamadas después.

— ¿Qué pasa? estoy un poquito ocupada— contestó demandante.

— No me ha bajado— soltó de golpe.

— ¿Qué?— preguntó la pelirroja compartiendo el miedo con Brooke. Ella sabía lo de Charlie y... Eso, por lo que estaba tan asustada como la castaña.

— Que no a llegado Andrés— dijo. La línea se quedó en silencio. — ¡¿Qué hago?!— preguntó asustada.

— ¡Cómo que qué haces! ¡Ve a la farmacia y compra una prueba de embarazo!— exclamó — Me hablas cuando sepas el resultado— colgó y un sentimiento de soledad la invadió.

Agarró las llaves del auto que compartían ella y Mia y manejó hasta la farmacia más cercana, ni siquiera se molestó en cambiarse la pantalonera morada y la playera de The Beatles que llevaba. Se bajó y rápidamente compró dos pruebas de embarazo, no le importó gastarse los pocos billetes que tenía, escogió las mejores. Las pagó y regresó a la casa. Respiró hondo y se dirigió al baño con el corazón acelerado.


Al día siguiente Charlie seguía sintiéndose la escoria más grande del mundo por haberse ido sin decir nada, eso no había estado bien, pero si no se iba Brooke pudo haberlo golpeado. Se habían estado evitando todo el mes desde... Eso, y a decir verdad, extrañaba un poco a la estorbo de Brooke. 

Eran las doce del día y Ed estaba jugando videojuegos mientras que Charlie lavaba los platos del desayuno.

— Tienes que hablar con Brooke— le dijo Ed dandole un trago a su soda con el juego en pausa.

— ¿Por qué? Estamos tan bien como estamos— dijo intentando autoconvencerse, se sentó a un lado de él.

— Claro que no. Te noto más apagado, más aburrido. Brooke te da esa motivación de seguir viviendo, solo para molestarla, pero vives— lo señaló — Aparte de que esa linda cara de bebé que tiene te trae loco— se mofó — ¡Cuando la ves se te ponen los ojos con corazones!— Charlie rodó los ojos — Vaya logró el tuyo acostarte con ella ¿no?— lo ignoró olímpicamente.

Sí, tal vez hubiera sido un logro enorme, pero uno; habían estado borrachos, dos; no se acordaba de nada y tres; se había ido sin decir nada como el poco hombre que era.

Suspiró y se puso de pie.

— ¿A dónde vas?— preguntó el rubio.

— A su casa— contestó agarrando las llaves y saliendo de la casa poniéndose una chamarra.

Estaba decidido a ir a la casa de Brooke y pedirle disculpas, dejarla que lo golpeara un poco tal vez y molestarla el resto del día para enmendar las cosas. 

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora