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Estuvo en monitoreo por dos horas en la sala de parto antes de que la llevaran a su cuarto. Una vez en su cama una enfermera llegó a revisarla y hacerle preguntas, le dijo que su bebé estaba bien, le preguntó si podía caminar, si tenía hambre, y si quería ducharse. 

Contestó que sí a las tres.

Después de unas vueltas por el pasillo con ayuda de Charlie, volvió al cuarto y se metió a bañar con su ayuda. Cuando salió se acostó en la cama y se sonrieron. Brooke le habló a su mamá y Charlie a Ed que le dijo a Oliver mientras Brooke le avisaba a Mia. 

Ya era tarde y Brooke se quedó dormida antes de que le trajeran algo de comer. Pero una enfermera la despertó dos horas después para que Caleb comiera. Y mientras el bebé tomaba leche, Charlie le daba de comer gelatina a Brooke. 

— Parece un muñeco— dijo Charlie — ¡Ve su nariz!

— No le grites— dijo Brooke. 

— Tiene tu nariz.

— Tiene cuatro horas de nacido, no sabes eso.

— Claro que sí. 

Brooke miró a su bebé con cuidado, analizando su carita. 

— Es hermoso— dijo sonriendo. 

Charlie la besó y se sentó en el sillón a su lado. Brooke lo miró para preguntarle qué había dicho Ed, pero Charlie ya estaba dormido. Miró el reloj en la pared, eran las cinco de la mañana, se le cerraban los ojos pero el dolor en los pechos por Caleb comiendo y el sol que comenzaba a quemarle la vista la mantenía despierta. El niño se soltó y lo acomodó para hacerlo repetir, luego cambió de lado. Le gustaba como olía su cabecita; a lavanda. 

Le dio un golpe a Charlie en la cabeza para despertarlo y le pidió que cerrara las persianas. El castaño obedeció y se quedó de pie junto a la cama viendo al bebé. Cuando Caleb acabó de comer, Brooke se lo dio para que lo hiciera repetir. Vomitó a Charlie en el hombro. 

El castaño lo cargó y meció y le habló hasta que la enfermera llegó para llevárselo. Brooke y Charlie se durmieron. 

Durante el día vio a Caleb unas cinco veces, vio doctores y enfermeras a cada hora. Caminó por los pasillos matando el tiempo, se dio una ducha y le dijeron que ese día o mañana en la mañana los darían de alta. Su mamá fue a visitarla y a ver a su nieto y Oliver le dijo que iría a verla cuando estuviera en la casa. 

Su mamá pasó toda la hora de visitas en el cuarto cargando a Caleb e ignorando a su hija y a Charlie. Le dieron el alta cuando su mamá estaba ahí y no dudó en cambiar al bebé sin que nadie se lo pidiera. Le puso un mameluco azul cielo con nubes blancas y lo enredó en una cobija verde y naranja. 

Bonnie estaba dormida y cuando oyó la puerta corrió a recibirlos. Brooke la ignoró y fue a acostar al bebé a la cuna. Charlie fue a la cocina y preparó algo rápido. Acomodó los emparedados en un plato y se sentó en el suelo a darle mimos a Bonnie. Subió al cuarto y se acostó en la cama  junto a Brooke que estaba dormida. La tapó con una cobija y fue al cuarto de su hijo. Caleb dormía con sus bracitos a cada lado de la cabeza y un pucherito en sus labios. Encendió el monitor de bebés y agarró el radio. Bajó las escaleras y le marcó a su mamá que había estado llamando en los peores momentos en el hospital. Le aseguró que todo estaba bien, le dijo que no necesitaban nada y la mujer dijo que irían a visitarlos en unos días. 

Limpió la cocina, le sirvió agua y comida a Bonnie y se sentó en la sala con la televisión encendida. Se le comenzaban a cerrar los ojos poco a poco cuando un chillido estático lo despertó. Le tomó un momento procesar qué era el ruido y de dónde provenía. Hasta que se levantó y subió las escaleras recordando que ahora había un bebé en la casa. Antes de que llegara al cuarto Brooke ya estaba ahí, inclinada sobre la cuna dándole palmaditas y arrullandolo. 

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora