Ed no era el más interesante, ese definitivamente era Charlie. El rubio llevaba dieciocho años de su vida siendo el amigo de Charlie. Solo eso, y en definitiva no era el mejor de los títulos. Había estado ahí para recoger sus pedazos cada que algo pasaba con Brooke, cada que algo sucedía en su casa, lo cuidaba en cada fiesta, lo apoyaba en cada proyecto, lo aconsejaba en cada duda, estaba tan acostumbrado a ser la roca de Charlie que de verdad creía que ese era su trabajo oficial. Jamás se permitía mostrarse débil ante Charlie. Débil ni siquiera era una palabra en su vocabulario, jamás lloraba frente a nadie, nunca decía sus problemas, tanto así que se había quedado en el closet solo porque jamás había encontrado el momento perfecto para decírselo a su mejor amigo, el cual siempre estaba tan enredado en sus problemas y proyectos que a veces se olvidaba que Ed también sentía y pensaba. Quería a Charlie, pero a veces era un dolor de cabeza.
Desde lo del bebé había decidido tomarse tiempo para sí mismo, Charlie necesitaba tiempo a solas con Brooke y él necesitaba descansar de esos dos y le gustaba su tiempo a solas, mucho. Sobre todo ir con su portátil a hacer su tesis a cierto café que le daba la vista perfecta a cierta librería donde trabajaba cierto chico de cabello castaño enredado y ojos azules. Oliver se sentaba detrás de la caja a leer o escribir en un cuaderno, y cuando llegaba un cliente lo ponía todo a un lado y sonreía sin mostrar los dientes. En cuatro semanas había comprado seis libros que tenía guardados abajo de su cama aún con el plástico y precio. Y había avanzado tres páginas de su tesis. Sus días favoritos eran los miércoles pues cambiaban la exhibición del aparador y Oliver pasaba hasta dos horas formando la torre perfecta del nuevo best seller.
Le ponía incomodo ir a la librería. Para él, que no solía ser tímido, entrar al local exigía demasiada preparación mental y espiritual para controlar su ansiedad y poder atravesar la puerta, escoger un libro cualquiera después de dar siete vueltas por los pasillos dando miradas furtivas, e ir a pagarlo requería otra poca de meditación y respiraciones. pues Oliver sabía quien era, y siempre lo saludaba especialmente encantado, con esa voz grave y lenta y sonreía y Ed se aseguraba de pagar en efectivo para que cuando le diera el cambio poder tener un poco, aunque fuera casi nulo, de su toque. Siempre se despedía igual; sin decir nada, con una patética sonrisa de lado, y un movimiento de mano.
Si bien jamás había sostenido una conversación con él, le encantaba su voz. Desde el momento que lo había visto entrar a la casa siguiendo al padre de Brooke con una mirada incomoda, sus ojos azules le gritaban que se arrodillara y pidiera misericordia por ese corazón suyo que iba a romper. Pues dudaba que a Oliver le gustaran los hombres. Pero también dudaba que Charlie volviese a los brazos de Brooke. La fe es lo ultimo que muere.
Ese miércoles el nuevo libro del escaparate era uno de portada oscura que no alcanzaba a leer, pero eso no importaba, lo que de verdad le interesaba era el chico que formaba una complicada torre con bloques de títulos. A veces lograba entender la fijación de Charlie por Brooke, pues su hermano era igual de lindo y tenía un aura que lo hacía imposible de olvidar. Se preguntaba si sería el único que iba seis veces al mes a la librería con el mismo fin. Su habitación estaba llena de libros sin abrir.
Su celular sonó, era Charlie y con un movimiento de izquierda a derecha con su dedo contestó.
— ¿Hola?
— ¡Ed! Cuando llegué anoche ya estabas dormido y te fuiste muy temprano, no he podido contarte lo que pasó— dijo su amigo y casi podía oír su sonrisa.
— No me fui temprano, eran las nueve, tú duermes demasiado— le dijo — ¿Cuales buenas noticias?
— Tengo que decirlas en persona ¿donde estás?
— En un-
— Mándame ubicación y voy.
— ¡No!— casi gritó e inmediatamente se encogió en su asiento — Solo hago unas cosas rápido y voy a casa— comenzó a guardar su laptop.

ESTÁS LEYENDO
Nuestro pequeño reino
RomanceBrooke y Charlie se odian, su enemistad es tan grande que ella solo fue a una fiesta a la cual no quería ir para hacerlo enojar un rato, desafortunadamente las cosas se les salieron de las manos y una mezcla de alcohol, una fiesta alocada, hormonas...