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Una semana después, Brooke comenzó a hacer su maleta para el hospital. Estaba a un mes, o menos, de dar a luz, Charlie no se le despegaba para nada, Oliver no la dejaba ponerse de pie nunca y Ed cada vez presionaba más con respecto al nombre. 

Pero Brooke no tenía ni idea de como nombrar a su bebé. 

Y si seguía así, lo más probable era que terminara llamándose Harry debido a la insistencia de Ed y para no hacer sentir mal a Mia le pondría Adam Harry. Y no quería eso. 

Charlie bajó las escaleras con el cuaderno que Brooke le había pedido traer de su cuarto. Agarró una pluma y tachó unas cosas de la lista que la mamá de Charlie le había escrito para armar su maleta de hospital. Se mordió el labio y miró a Charlie.

— Necesito almohadillas— le dijo.

— ¿Quieres que vaya yo?

Recordó las especificaciones que la mamá de Charlie le había dado para cuando tuviera que escoger los protectores, y con la nariz arrugada le negó con la cabeza. Con una mano en la espalda y siendo jalada del otro brazo por su novio, se puso de pie y salieron de la casa. El calzado de Brooke ahora se limitaba a Crocs, pues era lo único que se podía poner sin problemas. Y así salió de la casa, con una pantalonera gris, una playera enorme de color azul y sus Crocs verdes. Subió al auto sin ayuda, pues trataba de hacer la mayor cantidad de cosas sola. 

Charlie condujo y Brooke buscaba algo en la radio, hasta que dio con una estación de clásicos en la que salió una canción de Kings of Leon. Charlie cantó en voz baja y Brooke lo siguió. Y cuando cantaban la parte de Use somebody, levantaban los hombros como si tuvieran hipo. Brooke rió cuándo su estómago rebotó. El bebé sí tenía hipo. Charlie lo miró y llevó su mano al estomago de Brooke, la castaña resguardó su mano sobre su vientre con sus dos manos sobre la suya. 

— ¿Recuerdas cuándo teníamos quince años e hicieron un baile de bienvenida en la escuela?— preguntó Charlie con una sonrisa — Y Robert Wlter le puso wiskey al ponche y repartía vodka con jugo en los baños,

Brooke se carcajeó. 

— Claro, estabas borrachísimo— se burló — Te anclaste a mi brazo y me hiciste bailar contigo— no borraba la sonrisa de su rostro. 

— Solo te pregunté dos veces— replicó Charlie. 

— ¡Por segundo!— exclamó Brooke — Querías una canción lenta y te dije que no, así que me jalaste a la pista de baile y me hiciste bailar esa misma canción— señaló el tablero — Como si fuera un vals.

— No dejabas de sonreír, justo como ahora— la miró un momento antes de volver la vista al camino. 

Brooke asintió recordando las mariposas. 

— Luego vomitaste en los zapatos de... ese chico raro que iba vestido de ninja todos los días.

— ¡Cierto!— Charlie rió fascinado.

En un semáforo en rojo, se inclinó para besarla. 

— Fue la primera vez que bailamos juntos— le dijo.

— Y la última— contestó Brooke — Los demás años llevaste novia. 

Charlie hizo una mueca. 

— Estabamos recordando momentos lindos nuestros, no errores del pasado— se quejó Charlie. 

El semáforo cambió y se acomodó para conducir. Brooke sacó su celular y tecleó cosas en la pantalla antes de levantar la vista, bajar le volumen de la radio hasta que solo quedó un murmullo y miró a Charlie. 

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora