Decir que empezar un negocio propio era fácil sería mentir. Pero sí pensaron que iba a ser más fácil de lo que en realidad era. Tardaron casi nueve meses en conseguir oficinas, empleados y un par de contratos, pero un año después de verse en el café ya estaba todo avanzando.
Ahora era su propio jefe y no tenía que rendirle cuentas a nadie. Excepto a Brooke, que últimamente estaba más ocupada que de costumbre. Hacía cinco meses, la clínica había abierto un albergue y ahora pasaba mucho tiempo curando más animalitos. Esa mañana subió a Caleb a la sillita del asiento de atrás y condujo a la oficina, dónde incluso ya había un espacio en su despacho acolchonado y con diversos juguetes para su hijo. Caleb estaba en los terribles dos y nada le parecía apropiado, todo era un constante "no quiero" "no gusta" "no no no" y lo único que lo hacía feliz era apilar bloques de construcción y derrumbarlos con ayuda de Dakota y Bonnie, pero como no podía llevar a los animales a la oficina, Charlie había cambiado a Hector de la cocina de la casa al librero en su oficina.
Dejó que Caleb corriera desde el elevador hasta la oficina y lo fue siguiendo de cerca. Comenzaba a tener el cabello muy largo y le estaba tapando los ojos, color verde con un aro café en las orillas, le estaban saliendo pecas en la cara, lo que hacía que Brooke lo cubriera en bloqueador solar por las mañanas hasta que quedaba con una ligera capa blanca. A pesar de que era genética y se veía adorable, era una señal de que pasaba demasiado tiempo en el sol y podía ser malo. Caleb fue directo a la silla de su papá y se subió para mover los pies que le colgaban y tratar de dar vueltas.
— ¡Charles!— Peter entró a la oficina con unas carpetas manila — ¿Puedes ver este proyecto y comenzar a trabajar en la estructura lo antes posible? Es algo grande.
— ¡Tío Pete!— gritó el niño.
— ¡Sobrino Caleb!— la expresión en el rostro de su hermano se suavizó conforme corría a atrapar al niño en sus brazos y elevarlo en el aire.
Charlie miró las hojas sentado en su escritorio mientras su hermano y su hijo daban vueltas en la oficina. Analizó la estructura en su cabeza y dejó las carpetas en el escritorio. Quien diría que en un año tendría su propio escritorio y oficina con librero. Aún le sorprendía lo rápido que había crecido la empresa.
— ¿Crees que podamos tener una junta con los directores del proyecto? No entiendo su— abrió la carpeta —Visión contemporánea con contrastes rococó... No hago magia, Peter.
— Yo les hablo, hoy mismo— dejó al niño en el suelo y fue con su hermano — Oye, hablando de magia ¿ya resolviste la situación con Brooke?
— Lo digo en serio, si trata de hacer algo así de nuevo lo voy a golpear— dijo la castaña señalando a su jefe con el koala de plástico de tres centímetros que se agarraba con fuerza al bolígrafo.
— Eso es violencia— dijo el moreno y se acercó al escritorio — No estoy diciendo que debas acordar con él, solo digo que empieces un dialogo civilizado y tranquilo para discutir la situación.
— ¡Es que no hay nada que discutir!— exclamó dejando caer al koala — ¿Cómo te sentirías tu si tu novia trata de prohibirle a tu familia ver a tu hijo?— preguntó.
— No tengo hijos— dijo Isaac cruzando los brazos — Pero supongo que mal... aunque... mencionaste algo sobre tu papá desapareciendo-
— ¡Eso fue antes!— lo cortó — Mi hermano y yo acordamos en darle otra oportunidad, se enderezó, tiene un trabajo formal, un departamento y ya no nos guarda secretos. En cambio Charlie sí me guarda secretos.
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Nuestro pequeño reino
RomanceBrooke y Charlie se odian, su enemistad es tan grande que ella solo fue a una fiesta a la cual no quería ir para hacerlo enojar un rato, desafortunadamente las cosas se les salieron de las manos y una mezcla de alcohol, una fiesta alocada, hormonas...