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Lo que Ed había dicho era cierto, Charlie ya tenía un plan, planeaba invitar a salir a Brooke, después de tantos años, tantos golpes recibidos, tantos golpes dados, tantos baches y piedras esquivadas y maldecidas, ya tenía un plan... Pero no las agallas.

25 de marzo (13 semanas)

Brooke ya no tenía que estar acostada, el doctor le habia dicho que en cuanto empezara el segundo trimestre podría volver a sus actividades regulares. Y las trece semanas marcaban oficialmente el inicio del segundo trimestre. Claro que había comenzado a hacer sus actividades regulares desde antes de empezar el tercer trimestre. Ya había vuelto a la escuela y también había conseguido un trabajo después de esta para comenzar a hacerse cargo de los gastos. Trabajaba en una florería en una calle concurrida. Su jefa era una bonita mujer rubia, muy delgada, llamada Mindy. Trabajaba en la florería junto con una chica de cabello morado deslavado y estatura baja llamada Christine.

Ese día Brooke empaquetaba unas rosas mientras Chris le cobraba a una chica. Las dos chicas ya sabían del embarazo de Brooke. Era bastante obvio que estaba encita pues su estomago ya era notorio, sus pechos habían crecido y comenzaban a doler, la habían felicitado y Christine le había hablado al estómago de la castaña mientras Mindy le recordaba que el bebé aún no oía. La chica agarró sus flores y se fue, Brooke se sentó a hacer arreglos y Mindy salió a contestar una llamada. Christine se puso de pie frente a Brooke y apoyó sus codos en la mesa para sostener su cabeza en las manos.

Brooke suspiró — Vamos, pregunta— dijo dejando el arreglo a un lado.

— ¿Quién es el papá?— preguntó Chris emocionada.

— ¿Recuerdas que cuando recién empecé a trabajar aquí siempre venía un chico a comprar girasoles y exigía que yo lo atendiera personalmente?— Chris pensó intentando recordar.

— ¿Uno alto, de cabello café medio risado, ojos verdes?– preguntó la pelimorada y Brooke asintió — Sí, lo recuerdo— inhaló exagerada — Las girasoles eran para ti— dijo con ojos soñadores.

— Ammm... No— contestó — Lo conozco desde primero de primaria, ha estado pegado a mí como una sanguijuela, pero nunca me ha molestado que siempre me haga enojar... Es algo así como un mejor amigo que odias con todo tu ser pero a la vez amas con cada fibra de tu cuerpo... ¿Me explico?— dijo.

— ¿Cómo cuando peleas con un hermano?

— Algo así.

— ¿Y cómo pasó, si tanto lo odias?— preguntó Chris

— Una fiesta— contestó la castaña y Chris asintió comprendiendo.

Cuando Brooke volvió a la casa Charlie acababa de llegar con tres cajas de pizza, la saludo a ella y al bebé y le puso una rebanada de pizza en un plato mientras le explicaba que Mia estaba en exámenes y Ed con horas extras en el trabajo. Se sentaron en la sala a ver How I met your mother cuando uno de los hermosos síntomas del embarazo se hizo presente. Brooke se puso de pie y fue a la cocina, se puso otra rebanada de pizza en el plato, sacó el helado de fresa y le puso una bola arriba al triángulo con queso, adornó la bola de nieve con chocolate líquido, chispas de colores y una fresa. Cuando se volvió a sentar en el sillón con Charlie él solo se le quedaba viendo a la creación de la castaña.

— ¿Qué?— preguntó Brooke comiendo helado.

— Eso se ve delicioso— contestó — ¿Me das?— ella le dio el plato y él arrancó un pedazo de la pizza.

Se quedó viéndola comer el helado y debatiéndose entre decirle ya o esperar más, ahora era su oportunidad, sin Ed, sin Mia, solo ellos dos. Respiró hondo y le quitó un peperoni a la pizza.

— ¿Quieres ir mañana a comer algo?— preguntó y Brooke lo miró con una ceja alzada.

— ¿Contigo?— preguntó y él asintió — ¿Solos?— asintió — ¿Cómo una cita?

— Claro— contestó.

Miró los ojos cafés de Brooke y se perdió. Quería de verdad que le dijera que sí. Sentía que si se lo negaba perdería toda las ganas de vivir. Brooke se lo pensó y mordió su labio de la manera traviesa e inocente que siempre lo hacía y volvía loco a Charlie.

— Okay, sí.

Al siguiente día Charlie ya sabía a dónde llevaría a Brooke, Mia y Ed lo habían aconsejado y Mia lo había golpeado para que le confesara lo que sentía. Eso no lo estaba dejando dormir en la noche. Había pensado que tal vez era buena idea, pero era obvio que Brooke no sentía lo mismo por él. Mientras tanto la castaña se preguntaba porqué Charlie la había invitado a salir, se puso en posición fetal con una mano en su estómago, ¿acaso le gustaba a Charlie? frunció el ceño y luego rió en voz baja, claro que no, tal vez quería conocerla más... O no. En cierto modo ese pensamiento la hizo sonreír y sentir un asqueroso cosquilleo en su estómago, rápidamente borró su sonrisa y pensó en otra cosa, pero todo la llevaba al mismo pensamiento. No era estupida, tenía lo obvio enfrente de ella y no lo veía; le gustaba a Charlie. Todo encajaba; como se portaba con ella, como se había puesto con su padre, como se ponía cada vez que peleaban y lo que hacía para que se reconciliaran.

Al día siguiente despertó y bajó a desayunar, Charlie se servía café y ella se sentó en la barra como siempre y se dio cuenta de que pronto no lo podría hacer, Charlie le sonrió y ella le devolvió la sonrisa. Se debatió entre preguntarle o no.

— Charlie— lo llamó

— ¿Sí?

— ¿Yo te gusto?— preguntó directamente.

— Claro que me gustas, eres preciosa— contestó.

Extrañamente esa respuesta la hizo sentir de nuevo ese cosquilleo en el estomago. Pero no la satisfizo del todo.

— Lo sé, pero me refiero a ¿estás enamorado de mi?

— ¿Qué diferencia haría si lo estuviera o no? Tú no lo estás de mi.

¿Eso era un sí o un no? Estaba confundida así que pasó por alto eso.

— ¿A dónde me vas a llevar?— preguntó Brooke cambiando el tema y aceptando el vaso con jugo que le dio Charlie. Extrañaba el café con toda su alma.

— Es una sorpresa— dijo y ella rodó los ojos.

— ¿Entonces qué me pongo?— preguntó y le dio un trago a su vaso.

— Algo cómodo, lo que quieras— le dio un beso en la mejilla poniendo su mano en su estomago ya más abultado y salió de la cocina.

Una corriente eléctrica pasó recorriendo todo su rostro, sonrió e inconscientemente se llevó una mano a la mejilla, un cosquilleo molesto y a la vez simpático se instaló en su estómago, mirando a Charlie subir las escaleras se llevó el vaso a los labios y le dio un sorbo.

En la tarde ya no hacía frío. Mia la ayudó a escoger la ropa, se puso un pantalón de mezclilla oscura, una playera blanca y sus Vans verdes. Salió del cuarto y Charlie la esperaba en la sala mirando su celular. Él llevaba una camisa a cuadros negros, azules y rojos arriba de una camisa gris de Neckdeep. Brooke se despidió y salieron de la casa subiendo al carro.

— ¿A dónde vamos?— preguntaba a cada rato Brooke y Charlie siempre respondía lo mismo.

— A nuestra primera cita.

Después de un rato manejando y hablando Charlie le dio a Brooke un pañuelo de tela.

— ¿Qué es esto?— preguntó ella agarrando el pañuelo en sus manos.

— Un perro, Brooke— dijo él con sarcasmo.

— In pirri, Briike— ella lo imitó arrugando su nariz, frunciendo sus cejas y moviendo su cabeza, justo como lo haría una niña pequeña

— Póntelo en los ojos.

— Claro, ¿qué más quieres? ¿Qué me tape la boca con un calcetín y me amarre a una silla?— sí, eso se lo esperaba.

Si había algo que Brooke odiaba era que le taparan los ojos. Después de unos minutos Brooke accedió a regañadientes y se puso la venda en los ojos. Charlie por su parte tenía una sonrisa que abarcaba casi todo su rostro.

Nuestro pequeño reinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora