Tenía los ojos clavados en el techo, mi cuerpo yacía en el sofá, inmóvil, y mi mente estaba a cien años luz de allí. No sentía nada, absolutamente nada, sólo la voz de mi madre retumbaba una y otra vez en mi cabeza. Respiraba pero de forma involuntaria, aunque desearía no tener que hacerlo, tal vez así todo fuese mejor.
-Hm..-Rufus me lamía los nudillos de la mano derecha, la cual colgaba del sofá- Hmm...-volví a murmurar.
Me volví hacia mi perro girando ligeramente el cuello y articulé por primera vez en horas los dedos acariciándole.
-Jim necesita dar un paseo, amigo- me levanté de forma torpe, aún sentía un ligero mareo. Me vestí con lo primero que tenía a mano y salí del apartamento.
Estuve vagando varios minutos sin un rumbo fijo, sólo arrastraba los pies en busca de movimiento, necesitaba sentir que no estaba soñando que realmente aquello estaba ocurriendo. Al pasar por la avenida principal me fijé en un pequeño bar situado en una esquina, parecía acogedor. *Necesito un trago*. Cuando abrí la puerta me fijé en el interior del local, una mesa de billar estaba ocupada por cuatro tipos altos y de aspecto rudo, un grupo de amigas charlaban en una mesa alta del centro y en la pared izquierda estaba colocada una amplia barra de madera con taburetes del mismo material.
-Hola guapo, ¿qué te pongo?- levantó la vista después de hacerme la pregunta y entonces exclamó- ¡Jim Parsons!
-Un wisky por favor.- ignoré su admiración al reconocerme. Cuando me lo sirvió pegué un gran trago- Póngame otro.
Tras el segundo pedí una cerveza. El grupo de chicas y los tipos del billar ya se había ido.
(...)
-Vamos a cerrar en cinco minutos, cielo- dijo la menuda camarera desde el otro lado de la barra mientras recogía los últimos vasos sucios.
Le hice un gesto de asentimiento hosco y pegué un trago largo a lo que quedaba de cerveza. Mientras degustaba su amargo sabor la sostuve con la yema de mis dedos y dejé escapar un pequeño suspiro.
-Lo siento pero debo cerrar ya- anunció la camarera amablemente -¿te encuentras bien?
Levante la cabeza para mirarla y saqué tres dólares del bolsillo trasero del pantalón.
-Un día con demasiados cambios.- respondí.
Le entregué el dinero y salí de aquel pequeño pero acogedor bar.Hacía una noche agradable. Las nubes teñían el cielo con colores oscuros, la luna iluminaba hasta el rincón más inhóspito de la ciudad creando un ambiente cálido acorde con el suave viento y el silencio reinaba en las calles más concurridas a primera hora de la mañana. Caminé durante un buen rato junto al río que dividía la ciudad, dejándome llevar por el ritmo que marcaban mis pies. No importaba al lugar donde me llevasen mientras no fuese a casa. Lo que menos me apetecía era estar encerrado en el apartamento.
Un perro ladró desde algún lugar del parque haciéndome recordar a Rufus. Esbocé una tímida sonrisa apenas perceptible que en seguida se desvaneció por el peso de mis pensamientos. Entonces sonó el móvil.
-¿Sí?- respondí con un hilo de voz- Ah, hola mamá.-Hijo...¿estás bien?- su voz aun era triste y angustiada.
-Sí, estoy bien sólo necesitaba tomar el aire.
-Jimmy, sé cuando mientes. ¿De verdad que estás bien? ¿Ya sabes la hora a la que llegarás mañana?
-Sí, mamá, no te preocupes. Ya tengo el billete de avión llegaré al aeropuerto a las 11:15 am.
-Bien, le diré a Julie que vaya a recogerte...-hizo una pausa y volvió a llorar- ¿sigues pensando...?
-Sí, está decidido.- tragué saliva reprimiendo las ganas de llorar.- Mañana hablamos mamá, ¿vale?
ESTÁS LEYENDO
The Theory of Everything
FanfictionUna historia paralela a la vida en plató de los personajes de The Big Bang Theory. Jim Parsons, estrella de la comedia número uno en el mundo, pasa más horas siendo Sheldon Cooper que él mismo dándose cuenta que su personalidad se ve influida en mu...