Chapter 44

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Jim Parsons

No había visto tanta gente desde...probablemente que gané mi primer emmy. Ni siquiera el día que inauguré mi estrella en el paseo de la fama había tanta aglomeración. Las personas iban y venían de un lado a otro de la calle, inquietos, moviéndose agitados a lo largo de la enorme cola que se estaba formando delante del Estudio 54, y yo podía verles, a todos y cada uno de ellos desde lo alto de las ventanas del teatro, también nervioso, paseando en círculos rápidamente, y no sólo por la obra, ni hablar, sino también por la incertidumbre sobre el paradero de Todd. Seguía albergando la esperanza de que alguna de aquellas cientos de cabezas fuese la suya y la razón por la que no respondiese al móvil un fallo tecnológico del mismo.

–¿Jim estás listo?

–Sí..., claro.– Sonreí dándome la vuelta y dejando a mis espaldas los amplios ventanales.

Lo estuviese o no había llegado el momento y era hora de poner a prueba si las 900 fichas sobre el guión habían servido para algo. Recordé mentalmente cada palabra escrita de mi puño y letra, con sus colores y flechas, algo que me transportó hasta mi etapa estudiantil en la universidad de Houston. Añoraba mi casa, a mi familia. No hacía falta ser explícito en decir qué persona querría que estuviese allí, apoyándome como siempre había hecho, inculcándome sus valores y repitiéndome aquello de "puedes hacerlo Jimmy Poo, lo lograrás". *Papá* pensé apretando los puños y cerrando los ojos, auto convenciéndome de que, de alguna manera, él siempre estaba conmigo.

–Bien pues en cinco minutos comenzamos. Mucho éxito Parsons.– dijo Joe dándome paso a través de la puerta hasta llegar a la zona del backstage.

Mayim Bialik

Todos permanecíamos exhaustos mirando al telón rojo que se hallaba ante nosotros, ocultando a nuestros ojos el aspecto del escenario. Miré el reloj de pulsera contando los segundos, sólo unos poco más y daría comienzo la función. Una niña, sentada en la butaca contigua a la mía junto a su madre, estornudó provocándome un sobresalto que la hizo percatarse de mi verdadera identidad.

–Ma...,mamá..., es Mayim Bialik..., Amy.

Sonreí intentando no reírme por la expresión de su cara, más que ver a una actriz parecía haber visto un fantasma, con los ojos y la boca abiertos como platos.

–Hola cielo. ¿Cómo te llamas?– pregunté dulcemente viendo cómo aún permanecía petrificada.

–¿No vas a decirle tu nombre? Anda díselo, no seas tímida.– la animó su madre dedicándome una media sonrisa.

–Ashley.– respondió al fin.

–Encantada de conocerte Ashley, tienes un nombre muy bonito.– dije tratando de calmarla y alargué la mano para coger la suya en señal de saludo.– ¿Tú también vienes a ver a Jim?

–Sí, a mi madre y a mí nos gusta mucho Sheldon.

Reí por su inocente comentario y antes de que pudiese decir nada más el telón comenzó a abrirse al tiempo que sonaba una música celestial.

Ya empieza, ya empieza.

Shhh, baja la voz Ashley.– le replicó su madre entre susurros.– Vas a molestar a Mayim.

Tranquila.– dije negando con la mano, sin apenas sacar la voz del cuerpo y volviendo la cabeza hacia adelante.

Lo primero que vi fue las deportivas rojas de Jim asomando bajo la túnica blanca, y los cuellos de su camisa de cuadros en tonos lila mientras bajaba por las escaleras que presidían el centro del escenario hasta sentarse en el subsiguiente alargado sillón blanco.

The Theory of EverythingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora