Chapter 46

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______MESES MÁS TARDE _____

Jim Parsons

No era algo que solía hacer, pero por alguna razón, desde que había vuelto de Nueva York, me pasaba las mañanas asomado al balcón, algo que empezaba a convertirse en un acto rutinario. Me sentía agobiado, sí, así era justo como me sentía, y esa sensación me empujaba a buscar algo de aire fresco.
Todd estaba en la oficina y, mientras, Rufus y Otis dormían plácidamente con las almohadillas de las patas visibles. Di un trago a la taza de café y respiré contemplando el cielo azul de Los Ángeles. Olía a verano y las temperaturas apretaban. Me sentía reconfortado con mi experiencia en Broadway, tres meses en los que, además de trabajar y reunirme con productores, actores y amigos, pude disfrutar de Todd, aunque no tanto como me hubiese gustado. Sus vacaciones se vieron suprimidas por la vuelta al trabajo y sólo los fines de semana podía escaparse. Mamá y Julie, con la tripa en un estado avanzado, habían ido a verme y recientemente nosotros habíamos estado en Texas. El embarazo marchaba bien y mamá volvía a sonreír como antes, estaba entusiasmada. También los chicos pasaron una semana en Nueva York, donde pudimos asistir, como prometió Simon, al partido de los Lakers y divertirnos un poco. Pero esa había sido su única visita, todos tenían otros compromisos que atender.

Al menos seguía estando pendiente el viaje a Hawaii. Todd se aseguró de tenerlo todo preparado para sorprenderme por mí cumpleaños pero la fecha oficial de la escapada era en septiembre, justo después de la ceremonia de los Emmy's. Aún quedaban un par de meses, pero de vez en cuando podía notar los nervios en el cuerpo. Volví a llevarme la taza a la boca y sin quitar el ojo del reloj terminé el café. Apenas había entrado en la cocina el teléfono fijo comenzó a sonar.

–Hola Jimmy Par.

–¡Julie! Justo estaba pensando en ti.

–¡Oh que tierno!– soltó una risita– ¿Cómo estás?

–Bien, haciendo nada. ¿Y tú?

–Agotada.– resopló y se quedo un rato en silencio.

–¿Va todo bien?

–Sí, no te preocupes. El bebé está perfectamente, es solo que hoy no deja de darme patadas.

–Parece que el pequeñín es revoltoso.

–Me pregunto a quién se parecerá.

–¿Eso va por mí? ¡Yo no era revoltoso!

–Claro, claro...,apenas.– otra vez volvió a reír.– Por cierto, te envié la foto de la ecografía por whatsapp, apuesto que no la has visto.

En efecto no la había visto. Ni siquiera escuché que me llegase ningún mensaje, pero cuando fui a cogerlo tenía la pantalla principal llena de notificaciones. Abrí el contacto de mi hermana y descargué el archivo. Ahí estaba, en blanco y negro, casi imperceptible pero mucho más formado que en las últimas que se había hecho. Podía distinguirse la cabeza y la diminuta nariz respingona del resto de su cuerpo. Y hasta sus pequeñas manos con los puños cerrados.
Algo recorrió mi pecho al ver la fotografía. Poder ir conociendo o sabiendo cómo sería mi sobrino me emocionaba, pero ¿a quién no? Los niños siempre traían felicidad, era una verdad universal. Sonreí como si pudiera verme y retomé la conversación.

–Es absolutamente increíble.

–Lo sé.– dijo alegremente.– ¡Ups! Creo que sabe que estoy hablando contigo.

–¿Otra patada?

Le hice la pregunta casi instintivamente, sin prestar atención, puesto que comencé a mirar todos los demás mensajes pendientes.

The Theory of EverythingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora