Chapter 37

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Jim Parsons

Podía escuchar el canto de los pájaros a través de la ventana y sentir las caricias que una cálida brisa me proporcionaba por toda la superficie de mi piel. Seguía dormido, placenteramente. Tenía la sensación de que el tiempo se había detenido y estaba siendo preso de un sueño profundo, infinito, apacible. Las heridas habían cicatrizado, las lágrimas ya no empañaban mis ojos y la respiración acompasada y tranquila le había ganado el pulso al abatimiento y la tristeza. Quizás todo fuese producto de ese sueño del que parecía ser prisionero y del cual, por supuesto, no quería despertar. En parte estaba asustado, horrorizado de que cuando volviese a abrir los ojos todo siguiera igual pero aún así lo hice. Suspiré aliviado al comprobar que me equivocaba cuando vi a Todd sosteniéndome los dedos de la mano entre los suyos. Me incorporé y le sonreí tímidamente, como si acabásemos de pasar nuestra primera noche juntos.

-Lo siento, ¿te he despertado?- su voz era como un susurro, dulce y pausada.

-No.- contesté de igual modo sin dejar de sonreír.

-Ya te echaba de menos.

Ambos soltamos una carcajada de lo cursi que acababa de sonar pero sabía que lo decía completamente en serio.

-Después de esperar varios meses no creo que unas horas fuesen para tanto.- respondí bromeando.

Me dedicó una sonrisa torcida y acto seguido me dio un beso en la mejilla. Así solía darme los buenos días y parecía que retomaba la vieja costumbre.

-Te he preparado el desayu...

Mientras acercaba una bandeja de madera con un zumo, media taza de café y unas tostadas Otis y Rufus irrumpieron encima de la cama con ladridos y lametones, claro que ahora era Otis quien reclamaba mi cariño y Rufus el de Todd.

-¿Qué pasa amigo?¿Me echabas de menos?

Otis se sentó sobre sus patas traseras y movió el rabo en señal de respuesta agitado y nervioso, levantando una de sus patas delanteras. Le cogi para acariciarlo pero Rufus metió su hocico entre nosotros para marcar su territorio.

-¡Eh!¿Y qué pasa conmigo?

Volví la vista hacia Todd que estaba de pié, con los brazos cruzados y una ceja levantada intentando aparentar seriedad. No pude evitar reírme, hasta las mascotas parecían hacerlo.

-Ven aquí.

-Oh, ¿ahora sí?- se mordió la lengua y regresó a su sitio en el otro lado de la cama.

Tomé una de las tostadas y se la acerqué para que le diese un mordisco. No le dejé masticar porque le robé un beso con sabor a mantequilla, uno de los más deliciosos que había probado en mucho tiempo. Mantuvimos el silencio mientras terminaba el desayuno, al parecer Todd se había despertado pronto y ya había cumplido con el suyo.

-¡Dios mío! Se me está haciendo tarde. Sabes que me encantaría quedarme aquí contigo y estos pequeñajos- hundí los dedos entre sus orejas- pero debo irme a la grabación.

-Tranquilo Jim.- sonrió.- ¿Estarás con Mayim hoy?

-Sí, Steve quiere repetir la escena de ayer. No ha salido muy...bien- hice una mueca dirigiéndome al cuarto de baño.

-Entonces deberías aprovechar y pedirle perdón.

Escuchaba su voz mezclarse con el agua de la ducha. Suspiré. Había mantenido esa conversación con Todd antes de dormirnos y me hizo ver que tal vez había sido un poco injusto con ella.

-¡Quizás lo haga!- respondí enjabonándome.

-Debes hacerlo, Jim. Yo le pedí que no dijese nada, se lo rogué más bien, ya te lo he explicado.

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