Chapter 49

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Jim Parsons

*¿Todd?*

*Yo... Creo que esto es demasiado.*

*¿Qué quieres decir? ... Lo sabía. Debí consultártelo. No te parece una buena idea, ¿verdad? ¡Porras!*

*No. No, Jim. Es sólo que soy un idiota.*

*Creo que no te sigo.*

*No tiene importancia.*

*Vamos, dímelo.*

*¿A esto te has estado dedicando las últimas semanas?

*Así es. Siento haberte dejado al margen de todo y tenerte desatendido, pero se supone que debía ser una sorpresa.*

*Es más que eso. ¡Qué diablos! Es...*

*Si no te parece buena idea no importa, puedes ser franco, aún estoy..., estamos a tiempo. *

*Es una auténtica locura pero..., ¡Me encanta! ... ¿Has visto esta casa? Quiero decir, me gusta nuestro apartamento, pero esto es demasiado. ¡Oh dios! ¡Es enorme! ... No quiero imaginar cuanto cuesta esto, ¿sabes? Mejor no quiero saberlo.*

*No te preocupes por eso Todd, podemos permitírnosla. Aunque si te sientes mal puedes contribuir en las tareas del hogar.*

*Te debo una disculpa.*

*¿Una disculpa?*

*Creí que...,tenías una aventura.*

*¿Una aventura? ¡Oh Todd!*

*Lo siento. Te seguí con el coche de Simon y te vi aquí con...*

*Perdona, ¿que hiciste qué?*

*Fue una estupidez, estaba...,celoso. Temía que fuese...*

*Matt, ¿verdad? ¿Cuántas veces más tengo que volver a explicártelo para que te quede claro?*

Buenos días.

Todd entró en la cocina con una camiseta de rayas marinera y los ojos hinchados. No tenía muy buena cara.

Buenos días.– rezongué dando un trago a mi zumo de naranja.

Abrió la nevera con un leve movimiento y vertió algo de leche en una taza, después se acercó a mí con cautela y me dio un beso en la mejilla. Apenas me moví. Todo fue bastante frío aunque me alegró ver que empezábamos el día mejor de como lo habíamos terminado.

¿En qué piensas?

Se sentó a mi lado y cogió un croissant de la bandeja de plata.

En nada. Sólo estaba recordando tu reacción al ver la casa.

Hum...entiendo. ¿Y bien?

–¿Y bien qué?– sonó más duro de lo que pretendía.

–Si sigues molesto.

Bajé la cabeza hacia el vaso de zumo y lo aparté lentamente mientras intentaba ser honesto conmigo mismo, y por supuesto con Todd.

–No lo sé, la verdad es que no sé...– me giré y me quedé mirándole con el codo apoyado en la mesa.– Se suponía que debíamos empezar una nueva etapa en la que no hubiese desconfianza.

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