Capítulo 31

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Al fin y al cabo es mi padre


─¿Por qué me miras tanto?

─Es como una película ─dice Jack mientras levanta una pelota hacía el techo, para después cogerla de nuevo. Y repetir esto una y otra y otra vez.

─¿Una película? ─digo incorporándome en el suelo para mirarlo mejor. Jack gira la cabeza para lanzarme una sonrisa torcida y luego sigue haciendo malabares con la pelotita.

─Te explico: cuando sabes el final de una película y aún así vuelves a verla, es cuando te fijas en los detalles que guarda. Y yo solo quiero mirarte. 

Me lanzo sobre él, en el suelo y hecho todo mi peso sobre su cuerpo. Él respira hondo y me abraza por la espalda. Atrapo mis labios con los suyos y él me sigue el beso, sus labios son suaves y húmedos cuando se juntan con los míos. Nuestras bocas encajan perfectamente juntas y no puedo hacer otra cosa que besarle más fuerte. De un momento a otro, el beso se nos va de las manos y Jack ya ha metido sus manos debajo de mi camiseta. Y así como que no quiere la cosa, él ya no tiene la camiseta puesta. Me quita mía gracias a mi ayuda y terminamos los dos sin parte de arriba. Sus bíceps, sus oblicuos, su torso perfecto. Maldito Jack y su cuerpo de atleta. 

Se toma su tiempo para observar mi cuerpo, con las pupilas dilatadas, los ojos abiertos y la boca entreabierta. Tiene los labios rosas e hinchados y me apetece comérmelos. Acerco mi boca a la suya, haciendo que deje de mirar mi cuerpo, le doy un mordisquito en el labio inferior y luego le beso de nuevo, mientras nuestras manos están explorando a su aire el cuerpo del otro.

─¡¿Qué hacéis?! ─grita una irritante voz detrás de nosotros. O encima. 

Nos separamos del susto. Creíamos que estábamos solos. Es más, cuando Jack me avisó que podría ir a su casa dijo muy explícito que íbamos a estar solos. Yo en ese momento me vestí con unos vaqueros y una camiseta rosa clarita con una chaqueta negra a juego. La cual me quité nada más llegar. Cuando llegué a su casa, Jack me dio una sonrisa de bienvenida y un casto beso en los labios. Me senté en el sofá y él se tiró al suelo, después terminé tumbada en el suelo gracias a un tirón de mi pantalón por mi querido novio. Y luego...bueno, la voz chillona y unas cuantas prendas menos. 

Busco por toda el salón mi camiseta y en cuanto la veo me la pongo lo más rápido que puedo. Jack, que parece no haberse dado cuenta de una nueva presencia en el cuarto, sigue tumbado en el suelo con los ojos cerrados. Le doy un golpe en el hombro para que reaccione y él en seguida se levanta del suelo, para sentarse. Y ahora, me permito el lujo de ver quien hay al otro lado del salón.

 Melanie. 

─¿En serio? ─dice ésta cuando parece que todo se ha normalizado.

Ay, Dios. Me acabo de enrollar con su hermano en el suelo de su salón, y los dos nos hemos quitado la camiseta. Aunque, claro, que Jack se la haya quitado ─se la he quitado, dato importante─ puede parecer normal, ya que empieza a hacer calor y está en su propia casa. ¿Pero yo? Espera, ¿por qué he dejado que me quite la camiseta? ¿Qué estaba pasando por mi cabeza en esos momentos? Ah, si. Nada. No pasaba absolutamente nada, estaba excitada y con ganas de más. Me dejé llevar, en otras palabras. 

─¿Mel? ¿Qué haces aquí? ─dice Jack, su voz es ronca. Supongo que por la serie de besos que nos acabamos de arrear. 

─Vivo aquí ─responde la susodicha con los brazos en jarras.

─Pero estabas en casa de una amiga...

─Ya he vuelto, son las ocho, ¿qué esperas?

─¿Qué cenes allí? ─dice mi estúpido novio, que aún no entiende que su hermana menor nos ha pillado en pleno apogeo, mientras se rasca la nuca.

Hello, Smith.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora