Capítulo 38

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Y si alguien la va a tener que esperar, ese soy yo


Ya que había faltado a clase y estaba en casa con un millón de interrogaciones en mi cabeza, decidí salir de esa penumbra para ir a comprar un libro nuevo que me relaje. Había recibido algunos mensajes de Jack, de nuevo, los borré. 

Me lavo la cara con agua para refrescarla después de haber llorado un poco, me echo corrector, ya que la tenía un poco roja, y dibujo una estúpida falsa sonrisa en la cara para las personas que pueda ver por el camino conocidas. 

Salgo de casa con el dinero y las llaves, no pienso llevar el móvil para que me moleste y me haga recordar el mal trago que está pasando mi vida. Camino hasta llegar a la acera y voy tarareando una canción mientras pienso en escenas de libros que me han gustado mucho. Cuando llego a una pequeña tienda de al lado de mi casa, compro chocolate, unos bolígrafos nuevos y una libreta. Es una tienda un tanto extraña. Después, me acerco a la librería a la vuelta de la esquina y miro todos los libros juveniles y de amor que más me puedan gustar. Descubro algunos que no conocía y otros que si, pero que no me llaman la atención. Cuando por fin veo algunos que me puedan resultar interesantes o que su historia me pueda gustar, aparte de las miles de recomendaciones que he recibido. Dudo entre cual de ellos coger, uno es un poco de humor y con menos trama, el otro, es más complejo y está dentro de una trilogía. Puesto que para lo que he venido es para coger uno que me relaje, decido el que es más de humor y que, además, es más barato.

Paseo por el camino que hay entre la librería y mi casa, con una bolsa con las pocas cosas que me he comprado en la tiendecilla y con el nuevo libro en mis manos para leer la sinopsis. Por un momento estoy sonriendo de verdad porque la compra de un nuevo libro siempre me ha traído alegrías hasta que una persona se acerca a mí.

─¿Brooke?

 Alzo la vista de la contraportada del libro para mirarla con el cejo fruncido, cuando consigo visualizarla bien, descubro que es la madre de Jack. Y ya que estoy feliz por mi nueva compra, decido coger un poco de esa felicidad para posarla en mis labios y formar una sonrisa que no se vea forzada. Porque, aunque sea una mujer que me cae relativamente bien, sigue siendo la madre de el imbécil.

─¿Megan? ─asiente con una sonrisa afectiva─ ¿qué tal estás?

─Muy bien, guapa. ¿Te van bien los estudios?

─Si...si...Bastante bien.

─¿Qué traes ahí? ¿Un libro? ─asiento y le enseño la portada, murmura el título de éste─ ¿Te gusta leer?

─Me encanta leer ─río.

─A Melanie también le gusta leer, aunque no lo suele decir ─me río aunque no tenga mucha gracia su comentario.

─Eh...bueno, me tengo que ir. Mi madre me está esperando. 

─Claro, querida. 

─Adiós ─murmuro, para luego dar un paso e intentar salir de esta situación tan incómoda para mi.

─¡Brooke! ¡Espera! ─suspiro sonoramente y me doy la vuelta con la misma sonrisa de antes, aunque esta vez más forzada y creo que es reconocida por ella, porque hace una mueca─ solo quería decirte...que gracias.

¿Qué me había perdido? ¿Le había regalado algo sin darme cuenta? 

─¿Gracias? ¿Por qué? ─pregunto dudosa de mis acciones.

─Gracias por hacer que Jack sea de nuevo feliz. Cuando su padre...bueno, ya sabes ─asiento para que vea que la entiendo─ él se quedó muy apagado y sin vida, ya no era el niño de antes. Antes era un niño lleno de gracia y de alegría, después de eso, estaba como muerto. Y luego llegaste tú, desde el día en que viniste a mi casa supe que le ibas a hacer bien, y así fue. Después de ese día, Jack iba con una sonrisa a todas partes. Le has hecho cambiar, pero cambiar a mejor.

Hello, Smith.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora