Capítulo 16

146 8 0
                                    

¿Por qué me has dejado?


Estuve con los ojos abiertos toda la noche sin poder dormir, mirando la fotografía de mi abuela y yo en mis manos. 

Ella salía riendo y cogiendo mi mejilla mientras que yo la miraba sonriendo sin dientes encima de su hombro. 

Miré la hora, las 9 de la mañana. Aunque fuera martes no tenía pensamiento de ir a clase. Mi madre me ha explicado que Amy murió por un infarto al corazón mientras dormía. Me alegra saber que al menos no sufrió. Aunque ahora seamos nosotros los que lo hagamos. Ni siquiera fui al tanatorio por la noche.

Vibra mi móvil, saco la cabeza de mi almohada y lo cojo. 12 mensajes de Rebecca. Y el que me acaba de llegar es de Clara.

Rebecca: Lo siento mucho, de verdad, me acabo de enterar.

Rebecca: ¿Quieres que vaya contigo?

Rebecca: Lo siento...

Rebecca:  Se que no vas a contestar y te entiendo, pero quiero estar para ti. ¿Voy?

...

Yo: Siento no contestarte...pero no he podido coger el móvil. No voy a ir a clases. 

No se como se ha enterado Rebecca de lo de mi abuela, supongo que ayer vino a mi casa y mi madre se lo explicó, y el mensaje de Clara será que se lo está contando.

Clara: Lo siento mucho, estabais muy unidas. Lo siento. 

No contesté. 

Hoy era el entierro, y no tenía pensamiento de ir. Pero llaman a la puerta y...

─Hija, vístete.

─No me apetece ir...

Mi madre se acercó a mi y se sentó en el borde de la cama. Cogió mi mano y dijo:

─Cariño, sé que no tienes fuerzas para nada, yo tampoco, que lo estás pasando mal. Pero ¿no crees que le hubiera gustado a la abuela que dijeras unas palabras en su funeral? ─suspiré─ bueno, da igual. En diez minutos nos vamos. Si quieres venir. 

Salió de mi habitación y yo volví a suspirar. Podría decir unas palabras...siempre he pensado que si mi abuela moría diría algo en su funeral, delante de todos. ¿Por qué no? 

Me levanté de la cama, cogí la copia que había hecho de la carta que le escribí y toqué el colgante que colgaba de mi cuello. Cogí un vestido negro junto con una chaqueta de punto negra también. Quité algunas cosas que son más íntimas, solo para mi abuela y para mí, y guardé el papel en el bolsillo de la chaqueta.

Fui al baño y miré mi desastrosa cara. Tenía unas ojeras que hacían ver a mis ojos más oscuros y cansados. Tenía los ojos rojos de tanto llorar en la noche y el rimmel corrido. Me lavé la cara y me eché un poco de corrector en las ojeras. No hice nada con mi pelo, aunque estaba muy alborotado, lo peiné un poco con mis dedos y lo dejé así.

Bajé por las escaleras, miré a mi hermano, que tenía la misma cara que yo y lo abracé. En el abrazo a los dos se nos escapaban algunos sollozos y a mi alguna que otra lágrima. Me separé de él y sonreí tímidamente. Mi hermano me limpió las lágrimas. Iba vestido con unos pantalones negros y una camisa blanca. Muy guapo. Y aunque haya llorado, igual que yo, no se le notaba tan cansado y se le veía muy vivo. 

Ojalá yo pudiera fingir de esa forma. 

Mi madre entró por la puerta poniéndose el zapato derecho y al verme se sorprendió. Pero no perdió la compostura y salimos de mi casa hacía el coche. Donde mi padre nos esperaba en el asiento del conductor. 

Estuve soportando varios lo siento de parte de personas que ni conocía y amigas de mi abuela. Con las que me llevaba muy bien. Cuando salí al altar para leer mi carta, vi como cada uno lloraba con cada palabra que salía de mi boca. Como mi madre me miraba orgullosa, pero también dolida. Como la gente en algunos momentos me miraba con lástima o reía en ocasiones en las que la carta es graciosa. O eso parece. En cambio yo, solo la pude leer entre sollozos y a penas podía leer lo que ponía, ya que mis lágrimas no me dejaban. 

Al bajar del altar, mi madre me abrazó y lloramos juntas, yo en su hombro y ella en el mío. 

Mi familia había ido a comer a casa de mi tía, no se ni para qué quedan en eso. ¿Para ver como todos nos pudrimos por dentro? Así que yo no quise ir y me fui a mi casa andando, por el camino lloré todavía más, la gente me miraba pero no tenía ganas de saltarles algo y seguí caminando. En mi casa, volví a tumbarme en  mi cama. Aunque me levanté en seguida.

Bajé las escaleras y busqué por los cajones. No había. Cogí dinero de mi hucha y salí a unos chinos que estaban cerca, cogí el marco de fotos en blanco más bonito, corrí hasta llegar a mi casa, subí a mi habitación y puse la fotografía que tengo con mi abuela dentro de él. 

Lo coloqué en la mesita de noche. Y ahora miré la foto que tengo de ella desde hace mucho en mi corcho. Es ella de joven y era guapísima. A penas tenía arrugas y salía muy contenta. No pude evitar sonreír.

─Ay abuela...¿por qué me has dejado? ─susurré mirando la foto detalladamente. La cogí y le di la vuelta, nunca lo había hecho, raro pero cierto. Allí había algo escrito, escrito por mi abuela. 

Te quiero, recuerda, eso no pueden quitártelo. 

Amy

¿Cómo no lo pude ver antes? Abracé la foto y la volví a dejar en su sitio. Cogí mi móvil y puse canciones lentas y tristes.

Como la añoro. 


Hello, Smith.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora