Capítulo 5: Darío

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Danna despertó poco a poco. Sus párpados se notaban pesados y sintió peso en los brazos, como si apenas pasara sangre por ellos. Abrió los ojos y se encontró con el chico de los ojos cielo agarrándole del brazo con demasiada fuerza. Al otro lado de la cama Alek hacía exactamente lo mismo. Suspiró y volvió a cerrar los ojos por la presión que sentía en la cabeza. Le iba a explotar. Cuando al cabo de algunos minutos volvió a abrirlos, había un chico de ojos grises al lado de su cama. Sus ojos eran fríos y Danna chilló al reconocerlos. Al instante Lucas se había levantado y miraba al extraño. Cuando supo quien era lo saludó con un hola informal y se giró hacia la rubia.

- ¿Qué te pasa rubita?

El chico se acercó sin darle tiempo a contestar y con una sonrisa que destilaba chulería le alargó la mano.

- Me llamo Darío. ¿Y tú quién eres bonita?

Danna no contestó a la pregunta y se quedó mirando sus ojos fijamente.

- Oye... ¿tú por casualidad no tendras un hermano gemelo o alguna cosa así verdad? – preguntó la chica, entre confundida y cansada.

Darío sonrió con fanfarronería y Lucas clavó su mirada en los ojos grises del chico. Inmediatamente este contestó.

- No muñeca, no tengo hermanos ni cosas así – dijo con burla. Luego se dirigió hacia donde dormía Alek, ajeno a todo, y se dispuso a despertarlo.

Danna puso su mano a pocos centímetros del cuerpo del moreno y negó con la cabeza. Entonces ella habló.

- No se exactamnte que haces aquí, y si te digo la verdad, no quiro saberlo, solo sé que no te conozco de nada y estas en mi habitación. Haz lo que has venido a hacer y vete.

Darío pareció sorprendido pero enseguida volvió a su postura chulesca.

- La gatita sacó las uñas eh. Bien señorita, le doy esto a Lucas y me marcho.- su voz era burlona y Danna empezó a perder la poca paciencia que le quedaba.

El moreno, sin embargo, no hizo ni caso a la mirada venenosa de la chica. Se acercó a Lucas y le dio una nota. Luego andó hacia la puerta y la abrió. Antes de marcharse paró y se giró hacia Danna.

- Un placer conocerte. LLamame cuando estes bien si quieres divertirte gatita. Recupérate pronto – Le guiñó el ojo y salió. Por una vez, Danna pensó que Darío estaba hablándole de corazón.

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