Cuando Danna llegó a casa, Charlotte dormía profundamente en la cama de matrimonio de su habitación, con el pie vendado. La rubia hizo el menor ruido posible, intentando no despertarla, y recorrió el pasillo en busca de su nueva habitación. La encontró tras la segunda puerta a la izquierda. Era sencilla, pudo observar. A pesar del cansancio que llevaba encima, Danna pudo observar que era bonita. La escasead de luz no le permitía adivinar el color exacto de las paredes, y menos su dolor de cabeza. Buscó a tientas la cama, y, sin descalzarse, se tiró de plancha en ella. Dos minutos después, su respiración suave indicó que estaba profundamente dormida. Pero, sus ojos mojados auguraban una noche más de dolor.
Alguien la sacudía. Danna se giró, intentando librarse de aquel molesto movimiento que la había despertado. Pero no lo consiguió y, a regañadientes, abrió los ojos. La luz le golpeó fuerte, haciéndole soltar un gruñido, que se volvió gemido de dolor cuando notó que su cabeza iba a estallar. Levantó la vista, aun con los parpados ajustados, para encontrarse con la cara de Charlotte.
- ¿Se puede saber qué hiciste anoche? Tienes una pinta terrible. Y son las seis de la tarde – preguntó con preocupación.
Danna suspiró cuando los recuerdos le invadieron la mente. E, intentando no echarse a llorar de frustración, confesó.
- Cometer el mejor error de mi vida.
Charlotte no preguntó más, y la rubia tampoco pensaba contestarle, en caso de que lo hubiera hecho. Un móvil pitó. Era el de Charlotte. Esta descolgó enseguida, y, con cara grave, volvió al pasillo del cual había salido para hablar por él. Apareció pocos momentos después.
- Danna, han convocado consejo para dar nuevas órdenes y localizaciones. – dijo en voz plana. – ¿Te vistes y vienes?
- Claro – respondió ella, levantando el cuerpo del colchón y buscando su ropa con la mirada, para después comprobar que la llevaba puesta.
Estresada, y ya totalmente despierta, corrió al baño. Se aclaró el cuerpo bajo el chorro de agua fría, a la vez que intentaba deshacerse del maquillaje corrido que manchaba su cara de negro. Al terminar, se enrolló con una toalla de rizo azul, y, descalza y con el largo pelo goteando, corrió por el pasillo de madera hasta regresar al armario de su cuarto, donde buscó apresuradamente unos tejanos limpios y una sudadera. Solo encontró la de Alek. La sostuvo, mientras la culpa la comía por dentro. Y la volvió a dejar donde estaba, para coger una camiseta, algo más fresca, del cajón de arriba.
Tras calzarse, y acabar de dar los últimos retoques a su maquillaje y pelo, totalmente informales, se dirigió al salón, para encontrarse con Charlotte. Esta ya la esperaba, tendiéndole un vaso de agua, y una pastilla. Danna lo engulló rápido, y poco después ambas cogían el autobús. Esta vez, pasaron de largo el hotel, y el autobús se adentró en el centro histórico de la ciudad. Char tiró de ella cuando el vehículo se detuvo, guiándola hasta la salida de este.
Anduvieron bastante, hasta que llegaron a una calle menos transitada, donde en letras de neón rojo, se anunciaba un bar de cabaré. Dan se giró a mirar a su amiga, que comprobaba la dirección. Esta la miro con la misma cara de perplejidad que recibía, pero igualmente, se acercó al discreto guardia que custodiaba la entrada. Este las miró.
- Wild?
Charlotte sabía que era una buena forma de comprobar si era el lugar. Si lo era, el hombre les pediría los antebrazos y las dejaría pasar, de lo contrario, tan solo pensaría que era una loca diciendo una frase sin sentido. Su teoría se cumplió.
- Tatuajes – dijo el robusto hombre, con un fuerte acento irlandés.
Las chicas se los enseñaron, y el guarda se retiró de la puerta, a la vez que la abría para que ambas pudieran pasar.
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Wild Black
Teen Fiction'' ¿Cuanto estás dispuesta a sufrir por aquello que quieres? '' Esta es una historia sobre los amores de juventud, la calle y aquellas opciones que no nos dejan escoger. " La W en su muñeca" " Te amo, pequeña" " Lo siento muchísimo hermano" " La vi...