Capítulo 17: Su verdad

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La lluvia había vuelto a caer, pesada, como apoyando el estado de animo de Danna. Martes. Faltaban apenas seis días para su cumpleaños. Pensó que iba a ser de su vida. Apoyada en el alfeizar de la ventana, mirando el gris del cielo, se encontró perdida. Estaba en una casa de alguien que no conocía de más de un mes, los brazos le ardían, uno por el dolor de la traición de su hermano, y el otro por la suya propia. Una W negra, echa de trenzas entrelazadas y rodeada por el rojo de su piel irritada, parecía molestar en su muñeca blanca y púrpura. Y su conciencia le gritaba a pleno pulmón, por primera vez en la vida. Debía renunciar a sus sueños, no quería seguir estudiando, no quería seguir desperdiciando su tiempo en escuchar a gente cuya vida era mejor que la suya, sin duda. Quería pelear, necesitaba luchar por su vida, por lo que era. Puso ambos pies en el suelo firmemente y salió por la puerta, cerrándola con la llave que Viviana le había dado la noche anterior, cuando la llamó, exhausta y derrotada, pasadas las dos. Apenas había dormido, el llanto de su amiga se mezclaba con el suyo propio, y al final tuvo que levantarse. El reloj, dando las cinco, las había visto dormirse encima de la alfombra azulada que decoraba el comedor. Y Viviana se había ido temprano esa misma mañana, dispuesta a arreglar las cosas con Eric.

Anduvo por la acera hasta ver la verja que anunciaba el instituto donde, apenas un mes antes, había ingresado. Con el bolso rojo en el hombro, se dirigió hacia la secretaría que atendía una mujer mayor, con gruesas gafas de pasta gris y aire aburrido. Media hora después su baja estaba confirmada, y desanduvo el camino que llevaba hacia la puerta de salida. A penas cinco metros antes de alcanzarla, oyó la voz dura de alguien conocido. Lucas. Estaba de espaldas a ella, solo en el pasillo, y hablaba acaloradamente por el móvil negro. Danna se acercó más a él, intentando captar la conversación.

- Necesitamos saber que nuestro secreto está a salvo Darío (...) No voy a hacerle daño, solo faltaría más, suficiente tengo con tener el peso de lo que le hicimos en la conciencia (...) no, no lo puedes arreglar, no es tonta. (...) Sí, la estancia ya está pagada, la pagué yo (...) llegas tarde idiota, deberías haber pensado eso antes de rajarle el cuello (...) Oh dios, cállate gilipollas.

Terminó la conversa con un golpe sordo a la pantalla del Smartphone. Su respiración acelerada por la pelea se contrastaba con la de Danna, que apenas se acordaba de como introducir el aire en sus pulmones. Todo se aclaró deprisa, cada pieza del rompecabezas que había sido el último mes para ella encajó de golpe, formando la conclusión más aplastantemente dolorosa a la que podía haber llegado. Lucas la había cogido en brazos. Darío la había enviado al hospital. Y Alek le había mentido.

La ira le recordó como respirar de repente, notaba como la adrenalina en sus venas latía el triple de fuerte que de normal, y que su piel ardía con la necesidad de verlo sufrir. "Sádica". La palabra retumbó en sus oídos como si miles de voces se la susurraran. Su cuerpo tuvo que moverse. Anduvo, haciendo que sus zapatos hicieran ruido en el suelo de baldosa. En el momento que dio el primer paso, Lucas se giró, y, al verla, su expresión cambió a asustada. Inmediatamente alzó los brazos, rindiéndose a ella. Cuando Danna casi hubo llegado a su altura, empezó a hablar en voz baja, cargada de un veneno que el rubio hubiera preferido no escuchar jamás.

- Mentiroso – su voz baja fue reemplazada rápidamente por gritos cargados de rabia, casi a la vez que sus puños impactaban contra el pecho de Lucas- Mentiroso, joder eres un maldito mentiroso

Las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas, tiñéndolas de polvo negro, que se escurría de sus ojos pintados. Lucas cogió sus muñecas antes que la chica le siguiera golpeando y, tirando de ellas, hizo que su cuerpo se pegara al de ella. Y la abrazó, mientras Danna seguía sollozando en su pecho. Su voz sonó clara y grave cuando susurró al oído de la rubia las mismas palabras una y otra vez.

- Lo siento princesa, joder nena, lo siento muchísimo.

El timbre sonó poco después, sacándolos de la burbuja que se había creado entre los dos. Danna lo empujó violentamente lejos de ella, sintiendo una mezcla de decepción y rabia. Notó los músculos de sus manos delgadas tensos, resultado de haber estado apretando inconscientemente los puños. Las relajó, dejando que recuperaran poco a poco la movilidad, y se quedó mirando a Lucas a los ojos. Anduvo tres pasos para atrás, a la vez que un alud de gente salía de sus aulas, llenando el pasillo de voces y chillidos. La rubia negó suavemente con la cabeza, se dio la vuelta y se fue, no sin antes ver como la tristeza invadía los ojos azules del chico y los volvía del color del mar.


Wild BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora