Capítulo 10: Meredith

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Danna se levantó una hora después, con un dolor de cabeza mayor que el de una resaca. Observó su alrededor. Todo estaba lleno de fotografías. Demasiadas, para su gusto. Recordó que Alek la había encontrado en el parque y supuso que el la habría traído a su casa. Se levantó, asegurándose de no caerse ni marearse y acariciando su muñeca vendada (Danna supuso que el chico la habría curado) se acercó a la pared más cercana y observó las instantáneas. En todas salía una chica. Era preciosa y Danna sintió algo de envidia. No conocía a ninguno de los retratados así que se dispuso a salir por la puerta cuando vio una nota encima de la mesa. Pensando que era para ella, la cogió, pero por el tacto, supo que estaba equivocada. Era otra foto. Al girarla, la rubia vio a la misma chica. Esta vez la acompañaba un chico que le fue familiar. Entonces se fijó en sus ojos y supo quién era. Alek sonreía tan sinceramente y la chica lo abrazaba con tanto cariño que Danna entendió que eran algo más que amigos. Giró la foto y leyó el escrito del reverso. En una letra negra impecable había escrito un párrafo.

"Hola princesa, ¿Cómo estás? Sé que está enfadada, lo siento, y lo entiendo. No me coges las llamadas ni los mensajes así que tendré que hacerlo a la antigua... Vanessa perdóname. No sabía que iba a pasar esto, ni cómo te lo ibas a tomar...yo solo te quería a mi lado, para siempre. Mira la foto cielo, mira nuestras sonrisas. No se sonreír si tu no estas y aquí nada ha sido lo mismo des de que te fuiste... Perdóname por favor, hasta Meredith te echa de menos.

Te quiero mi niña.

Alek"

Danna no entendía nada. Estaba claro que Alek amaba a esa tal Vanessa pero... ¿dónde estaba ella, porque el para siempre estaba tachado? ¿Y quién era Meredith? El torbellino de preguntas hizo que su dolor de cabeza aumentara, así que decidió salir a buscar alguna pastilla y, ya de paso, encontrar algunas respuestas. Salió de la habitación, habiendo dejado la fotografía donde estaba y se encontró en un pasillo estrecho. A la izquierda, solo estaba la puerta blindada que supuso, daba a la calle. Así que recorrió el pasillo hacia la derecha hasta llegar a una pequeña sala de estar. El reloj en la pared dio las 11 de la noche. Danna no se podía creer que hubiera dormido tanto. Siguió andando y encontró el baño. Abrió armarios y cajones hasta encontrar el medicamento que buscaba. Se lo tomó sin apenas agua y se dispuso a buscar a Alek. No tardó demasiado en encontrarlo. Estaba dos puertas más allá, en otro salón, mayor que el anterior.

Sentado en una butaca, su mirada se perdía en sus manos. Parecía derrotado. Danna se acercó y apoyó su mano en el hombro del moreno. Este giró la cabeza y la miró, como si no la conociera. La rubia le acarició la cara e hizo amago de marcharse. Alek rápidamente le rodeó la cintura con sus brazos y le atrajo hacia su regazo.

- No te vayas, por favor.

Su voz sonó tan suplicante que Danna se acomodó en sus piernas y apoyó la cabeza en el pecho del chico. Se quedaron así, segundos, minutos, ninguno lo supo. 

Después, Alek habló.

- Necesitas una explicación ¿Cierto?

La rubia asintió. El chico suspiró y le dio la respuesta que Danna quería oír.

- Pregunta lo que quieras. Si puedo responder, lo haré.


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