El funeral fue una semana después. Javier miraba impasible el ataúd de madera oscura que, cerrado, contenía el cuerpo de su mujer. No lloraba. Sólo parecia una estatua de mármol allí colocada. Danna apoyó la mano en su hombro, pero su hermano no se giró a mirarla. Tan solo siguió mirando el vacío.
Edu lo habia tenido que ir a buscar a su casa para el funeral, y se lo habia encontrado sentado en la alfombra azulada que presidía la casa que había habitado con su mujer, rodeado de botellas de alcohol terminadas.
Eficazmente, eso sí, habia conseguido que el desolado viudo apareciera en la ceremonia que despedía definitivamente a su mujer.
Danna se arrodilló delante de la piedra donde reposaba su hermano y le agarró la mano. Ese gesto, hizo que Javier la mirara. Y a la rubia se le rompió el corazón con lo que vio. Encontró a un hombre desolado, roto y perdido. Alargó la mano enguantada de negro para acariciarle el rostro, pero cambió de opinión ante la mirada dura que exhibió Javi. En ese momento, se alegró de que Alice estuviera con Viviana y Hugo en casa.
La mano de Edu reclamó su atención y se acopló a su cintura, cuando Danna sollozó. Con la diestra, buscó los dedos de su esposa y los juntó con los suyos, haciendo chocar los anillos gemelos que llevaban, pensando en la tristeza que sentiría él si la perdiera. Ante la emoción que le sobrevino, solo pudo estrecharla contra su pecho y absorber su olor dulce, intentando protegerla de todo.Llegaron a casa con un sentimiento deprimente, que se apoderaba de ellos cada vez que se miraban y pensaban en Javier. Danna colgó su abrigo junto al de su marido en el perchero de la entrada, y pasó al comedor de la casa que compartían para ver que Edu ya había encontrado distracción. Sentado y cambiado de ropa, ahora vistiendo pantalón largo de pijama y un jersey de punto oscuro, daba el biberón a Garfield, uno de los gatitos atigrados que Lux había tenido hacía apenas dos semanas.
Su chico le pidió ayuda y Dan enseguida se entregó a la faena, bromeando y riendo con Edu a la vez que alimentaba a los siete gatos, entre negros y anaranjados, que habia dado a luz su mascota.
Era feliz. Acurrucada al chico castaño, se preguntó si era buen momento para comentarle algo como aquello, pero los ojos pronto se le cerraron y, con una película de boxeo de fondo, se durmió entre sus brazos.
Despertó a las tres de la mañana, sobresaltada, y con gruesas lágrimas resbalando por sus mejillas. Solo era una pesadilla. Rozó con los nudillos la cara de su marido, acariciándole los labios y resiguiendo las líneas marcadas que componían su mandíbula. Estaba allí.
Edu abrió los ojos, adormilado, y dos iris caramelo la miraron con interrogación. Cuando vio su rostro, saltó de la cama para abrazarla.
- ¿Que pasa, miniña? - preguntó asustado.
Danna, sin embargo, negó con la cabeza, mientras lo observaba a contraluz de la ventana, y lo acariciaba. Minutos después, con Edu ya dormido, se le empezaron a cerrar los ojos.
La mano del chico castaño le rodeaba la cintura y terminaba, relajada, en su vientre plano.
Un vientre que, con el paso de los meses, iría creciendo junto con su bebé.
Pero, por supuesto, eso Edu aún no lo sabia, y Dan pensó que, cuando se despertara, se lo anunciaría con un buen desayuno.
Y, agarrando la mano de su marido, cerró los ojos del todo, sonrió y se durmió.
Ya no habían navajas, ni miedo. Sólo un amor que, con el paso de los años, convertiría aquel tatuaje de la W en recuerdos borrosos
ESTÁS LEYENDO
Wild Black
Teen Fiction'' ¿Cuanto estás dispuesta a sufrir por aquello que quieres? '' Esta es una historia sobre los amores de juventud, la calle y aquellas opciones que no nos dejan escoger. " La W en su muñeca" " Te amo, pequeña" " Lo siento muchísimo hermano" " La vi...