Capítulo 25: Mentiras

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Cuando Danna despertó, desnuda bajo las sabanas blancas, el sol asomaba tímidamente sus rayos por el horizonte. Le dolía la cabeza, y el ardor en la cintura la iba a matar. Se la tocó levemente. Una gasa limpia cubría lo que Dan supuso que sería un corte. Recordó la noche anterior. Mierda, se dijo. Con la poca voz que tenía, gritó el nombre de la persona que mas quería ver ahora mismo. Charlotte. En dos minutos la tuvo a los pies de su cama, mirándola con ojos preocupados.
- Estoy aquí princesa ¿Como estás?
- Me siento como si me hubiera pasado una apisonadora por encima,¿ tienes agua?
- Claro - le dijo Char, a la vez que se escurría por la puerta, en direccion a la cocina del aparthotel.
Poco después de que su amiga se hubo ido, Lucas entró como un ciclón a la estancia. Su pelo rubio lucía como si se hubiera estado pasando las manos por él, y debajo de sus ojos claros, unas ojeras moradas marcaban su falta de descanso. Cuando la vio despierta, la envolvió con fuerza, a la vez que inspiraba el olor de su cuello.
-Casi nos matas del susto mi niña - dijo, mientras trazaba el contorno de la piel blanca de ella, que lo observaba con un cariño infinito.
- Estoy bien - le sonrió ella, mientras le desplazaba la mano a su propio pecho, para que notara cada latido de su corazón - estoy viva rubito.
Este suspiró pesadamente, para después retirar la misma mano, y entrelazarla con la de ella, que descansaba apoyada en el fino edredón que la cubría.
El momento parecía perfecto. Sin embargo, algo apareció en la mente de Danna, como un fantasma, dispuesto a arruinarle la felicidad que sentía.
- Lucas.. - empezó ella, con un tono menos dulce - ¿ porque no me has buscado en estos dos meses?
La pregunta hizo que el rubio le soltara la mano, para pasarsela por el pelo, a la vez que se levantaba. Tras unos segundos que a Danna le parecieron horas, su amigo respondió la mayor mentira que podía haber pronunciado.
- La verdad es que apenas me acordé.
A la rubia le dolió, con un dolor equivalente al que sentía cuando la cuchilla le rozaba la piel, y se la partía.
- ¿ Te olvidaste de tu mejor amiga, Luke? - dijo, con un tono burlón. Fue el turno de Lucas de sentirse mal.
La puerta se abrió, y por ella asomó Charlotte.
- Perdón por interrumpir chicos - susurró, cautelosa.
- No te preocupes - le respondió el rubio - yo ya me iba.
Y tras pronunciar la última sílaba, huyó a toda prisa por la misma puerta por la que había entrado minutos antes. Pero ahora las lágrimas amenazaban con desbordarle los ojos y quebrar su coraza. "Eres un mentiroso, Lucas Ross"
Mientras tanto, en la pequeña habitación, Danna y Charlotte permanecían calladas. Hasta que la segunda decidió hacer la primera de las preguntas que le rondaba la cabeza des de la noche anterior.
- Dan...¿te has acostado con Lucas? - preguntó, dubtativa, Char
La rubia abrió los ojos ampliamente, a la vez que sus mejillas se volvían de un tono rojo pastel.
En ese momento, y como por arte de magia Alek apareció ,  obligando a Charlotte a posponer la conversa. Este miró a la morena a los ojos, con una mirada con la que le invitaba a salir, para darles algo de privacidad. Esta entendió la indirecta y, con una excusa mala pronunciada entre dientes, salió de la habitación.
Una vez se hubieron quedado a solas, Alek se sentó en la cama de Dan, a su lado.
- ¿ Como te encuentras bonita? - le dijo con dulzura, mirandola a los ojos.
- Bien, ¿y tu, cielo? - pronunció en un susurro suave la rubia.
- Ahora que te veo, bien - le sonrió su amigo.
Se quedaron en un silencio, interrumpido solo por el sonido del despertador solitario que yacía en la mesita de caoba.
- Esto...Dan... - empezó Alek, a la vez que le tomaba la mano, y empezaba a juguetear con ella cuidadosamente - he estado pensando y bueno...me preguntaba si tu..osea...a ver
- Va cariño, dilo ya - le animó Dan, curiosa.
- ¿ Querrías salir conmigo? Como novia digo - soltó el moreno, en una bocanada.
La rubia se quedó helada. El torbellino de sensaciones se mezclaba en su cabeza, provocando que todo se confundiera. ¿Ella lo quería? Por supuesto, se dijo. Así que optó por lo que era más fácil.
- Me encantaría. - le respondió, con una sonrisa.
Y Alek la besó, tomando su boca con la dulzura que lo caracterizaba. Esa que Danna echaba tanto de menos.

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