Capítulo 37: Eres tú

20 2 1
                                    

Volvió a encontrarse apoyada en la misma barandilla, mirando el mismo paisaje. Sólo que ahora, la torre Eiffel brillaba bajo la luz del astro rey, y la ciudad hervía de gente que iba y venia.
Mirando la gente, lejos suyo, corroboró que ese era su sitio favorito de París, y suspiró.
La espalda le ardía, pero se sentía satisfecha, con un extraño sentimiento de alivio.
Sorprendida, vio que no necesitaba el tabaco para calmarse. Estaba serena. Entonces entendió que, quizás, necesitaba estar sola. Sin ningún control.
Sintiéndolo por Jack, le llamó.
- Danna - le susurró él a través de la línea - iba a llamarte. Verás, hay algo que quería decirte. Voy a ir rápido, porque te aprecio, y no quiero hacerte daño. He conocido a otra persona.
A Dan eso no le hizo gracia, pero no notó la puñalada que habría notado si cualquiera de sus chicos le hubiese dicho algo similar.
- ¿Danna? - preguntó, cauteloso
- Jack, está todo bien - le dijo - espero que te vaya todo genial, de verdad.
- Entonces...¿no estás enfadada, furiosa o algo por el estilo? - temió.
- No. - dijo Dan - si algun dia necesitas ayuda, llámame.
Y colgó.
El aire francés hizo volear suavemente sus rizos, y ella cerró los ojos, disfrutando del lejano ruido del gentío y las calles bulliciosas. Se puso las gafas de sol. Jean se las había prestado, de su colección privada. Polarizadas, azules y negras. Le encantaban. Había dormido en su casa, deseosa de sentir algo de cariño sin intenciones mas allá de eso. Y así habia sido, Jean era un excelente amigo de Alek, y, por consecuencia, de ella. Le había cojido aprecio rápidamente.

Unos pasos de hombre sonaron, indicando que alguien subía las escaleras de suelo de terracota, decoradas con tiestos de flores de color. Sabía que era de sexo masculino por la forma de andar, y la decisión que ponía. Sin embargo, el chico era delgado, ágil y su andar firme.
No pensó en saludarlo, y siguió difrutando de la sensación que le producían los rayos del sol en su piel blanca, cuando la voz del chico la sacó de su ensimismamiento.
- ¿Cómo has conocido esto? - le preguntó.
- Un amigo me trajo aquí hace mucho - dijo.
Normalmente no habría respondido, pero la voz le trajo recuerdos. Tenía el mismo timbre que la de Lucas, pero era quizás algo más grave. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando el chico le apoyó la mano en el hombro. Sabía que no debía girarse. Sabía que algo iba a crear un huracán en su vida. Pero tuvo que comprobarlo.
Se giró lentamente, y vio que había acertado.
Cazadora de cuero negra. Tejanos rotos. Vans oscuras. Pelo rubio ceniciento. Y el mismo tacto.
- Lucas - susurró.
- ¿Dan? Oh dios mio ¿Eres tu princesa? - dijo, mientras juntaba sus frentes.

Wild BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora