Epílogo general

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- Sonreíd - dijo el hombre, que disparó el flash de la cámara dos segundos después - Ya está.

Justo cuando esas palabras salieron de la boca de Eric, los niños volvieron a correr, persiguiéndose los unos a los otros hasta caer rendidos. Danna sonreía.
Viviana, como genial anfitriona, apareció con copas de champagne, y una botella. Fue ofreciendo a los adultos que allí había sentados. Eric, Danna, Edu, Javier, Marine, Rosalie, y cuando terminó de servir, ella misma se puso un poco del líquido dorado en su copa. Suspiró, y miró a sus hijos. Hugo, con los dieciséis recién cumplidos, que se entretenía mirando a Alice con discreción, Jenny, con diez, que los observaba a los dos entornando los ojos, y para terminar George, que se limitaba a perseguir, con sus siete añitos, a la hija adoptada de Rosalie y Marine.
Danna, por su parte, también miraba a su hija, ya que su hijo se había escurrido sospechosamente detrás de Alice y Hugo. Suspiró. Cualquier dia ese carácter extremadamente curioso que tenía lo metería en problemas. Pero ahora, que solo tenían doce años, y sus padres para salvarles de cualquier aprieto, no lo veían. Viviana le murmuró a la oreja, para que nadie más lo oyera, en especial Javier.
- ¿Dónde se han ido mi hijo y Alice?
Danna se encogió de hombros y negó con la cabeza, esperando que aparecieran pronto para que la hija de Javi soplara las velas.
Alek, el hijo mayor de Dan, por dos minutos, apareció jadeando casi al instante, con su pelo rubio despeinado y sus ojos caramelo brillando con malicia.
- Mamá - gritó a pleno pulmón - Alice y Hugo se están besando.
El revuelo que causó eso en la mesa de adultos lo protagonizó principalmente Javier, que saltó de su silla amenazando de muerte al hijo de Eric. Éste, al oírlo, se movió rápidamente para hacerle frente, defendiendo a Hugo. Viviana rodó los ojos, y ella y Danna intercambiaron miradas. Sin embargo, la segunda pronto dejó de prestarle atención a su amiga para dársela a su marido, que, enfurecido con Alek a pesar de que era su hijo predilecto, daba grandes zancadas dispuesto a darle una buena bronca.
Dan miró a la pequeña de sus dos gemelos, Shara, que miraba a su hermano con los brazos cruzados y una mirada de reproche importante.
Y pensó que, aunque por fuera fuesen casi iguales, por dentro no podían haber sido más distintos.

Wild BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora