Capítulo 38: Marine

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En chico la acogió en sus brazos, moviéndose con ella, balanceandola de un lado para otro levemente, como se mece la cuna de un bebé. Danna absorbió su olor, dejando que este emapara sus sentidos. Lucas empezó a cepillar sus rizos despacio, enredando los dedos finos entre los tirabuzones dorados, que brillaban bajo el sol de París. No podía pensar en las consecuencias de que ella estuviera ahí, con él, pero solo quería que estuviera allí. Se sentía bien. Inhaló aire despacio, procurando que el perfume dulzón de ella, que se mezclaba con el del azahar que lo rodeaba, se introdujera en sus pulmones y le hiciera sentir que todo iba a estar bien.
Danna empezó a recuperar la cordura cuando notó la vibración del teléfono de Lucas contra su cadera. Se separó incómodamente de él y, sin mirarlo apenas,  lo instó a descolgar.
El chico miró la pantalla y, dudoso entre responder o no, escogió la primera opción, alejándose de ella para entablar conversación. Era una voz de mujer.
Lucas había conocido a Marine en una de sus salidas nocturnas, a los bares que rodeaban la zona del moulin-rouge. Era una chica de grandes ojos castaños entre caramelo y chocolate, que destacaban en un rostro de proporciones pequeñas y finas. Las hebras de su pelo, teñidas y vueltas a teñir, solían enredarse, dándole a las facciones un aire alocado, que contrastaba con el aspecto de niña que el conjunto de sus rasgos y su estatura baja formaba. Por si eso no fuera suficiente,Marine solía empequeñecer sus ojos con maquillaje negro carbón, delineandolos hasta que quedaban perfilados por rayas oscuras.
La chica enseguida había llamado la atención de Lucas no solo por su carácter bravo, sino también por el reto que suponía. Sabía que ella no estaba enamorada de él, así como él no lo estaba de ella. A pesar de eso, mantenían una relación cercana al noviazgo, complaciéndose y confiando en el otro. Sin embargo, Marine no tenía ninguna tendencia a celarlo, así como el chico no lo hacía con ella, siempre y cuando ambos tuvieran claro que no iban a ser el segundo plato.
En ese momento, su nombre se reflejaba en la pantalla y, cuando Lucas descolgó, ya sabia que le estaba esperando. La voz de la chica sonó tremendamente contundente a través del teléfono.
- Luke - pronunció, con un toque erótico Marine.
- Mi amor - dijo Lucas, bromeando sobre su relación de no-noviazgo - ¿que necesitas?
- ¿Podrías venir esta tarde a mi casa? Amelie se va al moulin-rouge a cenar con unos amigos, y me quedaré sola - pronunció, esclareciendo sus intenciones nada puras.
Lucas miró a Danna, que lo miraba a su vez con ojos inquisitivos, y, tentado por poseer a la morena, decidió aceptar.
- Está bien. Nos vemos a las seis - acordó.
Y cortó la llamada, enfrentándose a Dan, que, con postura desconforme, lo observaba.
- ¿Novia, Luke? - le dijo, con voz envenenada.
- Te equivocas. Es una...amiga - aclaró Lucas.
Danna se quedó callada, sin saber muy bien que hacer, mientras que Lucas miraba sus pechos.
- Vente a mi casa - propuso el chico de pronto.
- ¿Porque debería hacerlo? - dijo Danna, enfadada.
- Porque te deseo - replicó Luke.
- No
La respuesta de la rubia fue tan firme que encendió la ira de del chico. Este preguntó peligrosamente.
- ¿seguro?
Danna asintió, pero Lucas empezó a amasar sus pechos por encima de la ropa que llevaba.
La rubia se prendió, pero todo su calor fue reemplazado por ira cuando recordó a la otra chica.
Intentó alejar a Lucas, pero este la tenía bien agarrada. E hizo lo único que se le ocurrió. Le dio una bofetada que resonó a través de la terraza embaldosada.
Arrepentida, miró a su amigo a los ojos, dispuesta a disculparse. Pero lo que vio la aterró. Sus iris, normalmente de un color claro, se habían vuelto azul oscuro, parecido al del mar en una noche cerrada de tormenta. Y reflejaban una ira que Danna no habia visto nunca.
- Eso ha sido un error, Danna Robles - le susurró fríamente.
- ¿Un error? - el coraje de la rubia había vuelto - ¿Que querías?¿Acabar violandome?
- Basta - dijo firmemente Lucas.
Pero la chica no estaba dispuesta a callar.
- ¿Tambien le haces eso a tu chica? EH, contestame. Estúpido mujeriego - le escupió.
El golpe que recibió hizo que se quedara sentada en el suelo, mirándolo con los ojos desorbitados, a la vez que se llevaba la mano a la mejilla, que le ardía. Notó como las lágrimas empezaban a colapsarle los párpados, dispuestas a bajar por sus mejillas. Pero no lo permitió. Se levantó de la baldosas de terracota, donde había aterrizado después del fuerte impacto del puño de Lucas contra su mejilla, se puso a su altura y le dijo:
- Te vas a arrepentir toda la vida de lo que has echo, Lucas Ross.

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