Capítulo 42: Anillo

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Todos los invitados giraron la cabeza hacia la novia. El vestido era muy como ella. Era sencillo, levemente ancho, pero sin el vuelo que le hubiera echo parecer una princesa de Disney. Sus rizos estaban contenidos en un complicado recogido, que quedaba adornado con flores claras, y una fina diadema que desembocaba en un velo que le cubría la cara. Así lo había querido.
Javier pensó que el tiempo se detenía al ver a su chica, que ahora iba a ser su mujer, andando de blanco por el estrecho pasillo que dejaban los antiguos bancos de madera que llenaban la capilla. Tomó aire, y giró levemente la cabeza hacia la bebé que dormía en un moisés, a los pies de Danna, que la vigilaba. Alice y Charlotte. Sus dos chicas.
Volvió a enfocar la mirada en Char, que ahora iba a ponerse delante suyo. Cuando estuvieron de frente, el cura comenzó a hablar. Javi no le estaba prestando atención. Sabía que decía algo por el tono de su voz, profundo y extremadamente lento, pero no podía distinguir las palabras. Los ojos de Charlotte, que se entre veían por detrás del velo de rejilla blanco, lo hipnotizaban.
Tan solo se despertó cuándo oyó su nombre, pronunciado con pasimonia por el religioso.
- Si quiero - respondió a la pregunta que le habían echo, sintiendo como eran las dos palabras más certeras que habia dicho nunca.
Y, cuando Charlotte las repitió, y el demonio de cura dio permiso, solo pudo que cojerle la cara con ternura, bajar la cabeza y fundirse en un beso dulce con su esposa.

Danna lloraba sin emitir un sólo ruido, así como Viviana. Edward, sentado a su lado, intentaba contener la risa ante su afectación. La rubia le dio un codazo leve en las costillas, antes de que el chico castaño le rodeara los hombros con el brazo y la acercara a su pecho, ya sin burla, consolándola con leves caricias. Estaba nervioso.
Cuando llegaron al grandioso jardín del banquete, y después de los discursos, entre tristes y chistosos, Javier miró a Edu significativamente, mientras sacaba a su mujer a bailar, a los que se unieron Vivi y Eric y algunos tíos lejanos de Charlotte.
Edward se levantó, cojiendo aire, y le tendió la mano educadamente a su chica.
- ¿Bailas princesa? - le murmuró.
Danna aceptó, gratamente sorprendida, y se fundieron junto a las demás parejas que giraban al ritmo del vals que sonaba por los altavoces. Cuándo la música se detuvo, Dan se dispuso a volver a su asiento, pero Edu le estiró levemente la muñeca, y cuando se giró, hizo lo último que esperaba que hiciera.
Su chico hincó la rodilla en el suelo y, tendiéndole un anillo le dijo:
- Danna Robles ¿quieres casarte conmigo?
Lo único que la rubia pudo hacer fue tenderle la mano, y cuando llevó el anillo puesto, se lanzó a sus brazos, y le respondió "por supuesto que sí" antes de besarlo.

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