Capítulo 27: Culpa

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Alek salió del restaurante justo a tiempo para ver como Lucas se ponía el casco y arrancaba la yamaha, después de haber tomado a Danna por la cintura. Tomó aire, desesperado y con cada poro ardiendo de rabia. Él le había seguido el beso a Mia por instinto, por probarla. Tenía que reconocer que era bonita. Pero no podía igualar a Danna, de ninguna manera. Exasperado, entró otra vez a hablar, mas bien a gritarle, a la morena.
- ¿ Que pretendías besandome eh Mia? - le recriminó.
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas, que Alek miró con desdén.
- Yo..yo te quiero Alek - sollozó la chica, una vez salieron a la calle - no lo entiendes, tenia que hacerlo, ella no es buena para ti, de verdad.
El moreno no se podía creer lo que oía. La empujó a la vez que le chillaba.
- ¿Pero tu quien te has creído?¿ Que no la quería?
- Es una zorra, quiere a Lucas, ¿no te has dado cuenta? - replicó con sonrisa psicópata y con malicia en los ojos, que desmentía sus lágrimas - ¿No la viste en el aeropuerto? Siempre va a Lucas, tu eres su segundo des de siempre - dijo acercándose a Alek, apoyando las manos llanas en su pecho.
Este la miró, intentando no perder el poco autocontrol que poseía. La agarró de las muñecas, hasta que las marcas de sus dedos quedaron blancas en la piel de ella y en la mirada de Mia se transparentó miedo.
- Escuchame bien -siseo amenazador - comprobare cada palabra, pero si mientes, te buscaré para que desees no haber nacido nunca - la soltó bruscamente - No me vuelvas a buscar nunca. Nos has decepcionado -hizo una pausa - a todos.

Charlotte dormitaba en una butaca de un hospital de Canadá, cuando su móvil sonó, haciéndola pegar un bote y alargar la mano automáticamente hacia la navaja gruesa que llevaba escondida en la cintura. Suspiró pesadamente cuando vio que solo era el teléfono. Frotándose las sienes, lo dejó sonar. Cuando el molesto ruido paró, observó a su tio, que, conectado a mil cables, dormía profundamente en la cama. Le tomó la mano, apoyando su cabeza en la cama. Y mil imágenes pasaron por detrás de su retina, a la velocidad de un relámpago. El tatuaje con la W de su madre. El olor a antiséptico del hospital. Las camas separadas de sus padres. Envenenamiento, dijeron los médicos. Recordó, también, la imagen que le había devuelto el espejo ese mismo día. Una chiquilla de once años que, vestida de negro, buscaba el calor de una madre que nunca volvería a abrazar.
El estridente timbre volvió a interrumpir sus cavilaciones. Lo cogió, enfurecida. Pero la contestación que recibió cuando dijo que se habian equivocado la dejó muda.
- ¿És usted Charlotte verdad? Pues no hay ningún error. Llamamos del hospital Saint Helene. Usted es el número de emergencia guardado en el teléfono de la señorita Danna Robles. - endulzó la voz - le comunicamos que ha sido ingresada. Agradeceriamos que viniera cuanto antes mejor.
Y colgó, dejando a Char trasbalsada.
Miró a su tio, terminal ya, por el veneno que corría por su sangre. Miró el móvil. Y corrió para cojer el primer avión hacia su ciudad.
Tuvo que desconectar las llamadas durante el vuelo. Se pasó las dos horas inquieta, pensando que podría haber pasado. " No debí dejarla sola" pensó. Pero lamentarse no servía de nada. Cuando sus tacones tocaron el suelo del aeropuerto, los hizo correr bajo la suave llovizna para alcanzar un taxi, dirigido directamente al hospital. Una vez llegó, se identificó delante de la enfermera, y esperó, impaciente, repiqueteado el suelo con los zapatos. Una señora, que debía rondar los 40, la llamó, con tono suave y amable. Al preguntarle por su amiga, la cara de la mujer se tornó seria.
- Me temo que su amiga ha entrado en un estado de paranoia, o algo parecido. No para de repetir el nombre de Lucas ¿ le es familiar? - Charlotte asintió.
- Lo llamé, pero parece tener el móvil apagado.
La mujer la miró con tristeza.
- Así es. El señor Lucas Ross internó al mismo momento que la señorita Robles. Se encuentra en cuidados intensivos. Al parecer tuvieron un accidente con una moto.
- ¿ Puedo ver los informes, doctora? - susurró Charlotte en un murmullo, carente de emoción.
La señora se los tendió, e hizo amago de apretarle el hombro para reconfortarla. Sin embargo, algo en la mirada de la morena la hizo cambiar de idea y de gesto,para acabar alisandose la bata blanca y desapareciendo por el pasillo.
Mientras tanto, Charlotte se empezaba a morir por dentro. El olor del hospital la ponia enferma. Le colapsaba la mente de gritos, dolor y recuerdos. Salió corriendo, por impulso, hasta la entrada. Una vez allí, chilló "joder", ganándose miradas de desaprobación, y alguna de comprensión y pena. Un poco mas calmada, pero con el mismo dolor, prendió un cigarro y dejó que la toxina le inundara los pulmones mientras abría el primer informe. Era el de Lucas. La lista de lesiones era larga, pero lo único que realmente la impactó fue la última linea. "En coma"
Las dos palabras se repitieron en su cabeza, reverberando dentro suyo, y llenándola de una tristeza infinita. Lo quería, como el apoyo fraternal que siempre habia sido en su vida. Des de los doce.
Destapó el segundo redactado, perteneciente esta vez a Dan. Tenía cuatro costillas rotas, junto con el brazo. Un fuerte impacto en la cabeza, a pesar de que el mayor golpe, lo había absorbido el casco. Cortes de variable gravedad por todo el cuerpo....
Charlotte fue a cerrar la carpeta, colapsada, cuando algo reclamó su atención.
Y no se lo pudo creer
- Dios mío - susurró, terriblemente apenada - ¿porque siempre tengo que acertar en mis suposiciones?
Una vez apurado el tabaco, entró, pensando en como le diría la noticia a su amiga.
"Lucas, si puedes oírme, estés donde estés, ayudame. Porque que dios nos ayude, no va a salir de ésta sin ti" rezó.
Pero, por supuesto, no obtuvo respuesta.

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