Eleven - Youth

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Al día siguiente, me desperté de mal humor.

Manteniendo los ojos cerrados, escuché como los gritos subían, y bajaban de tono. Y cuando, solo un simple susurro se alcanzaba a oír, tiré de las sabanas que me cubrían, y me puse de pie.

Entonces me di cuenta, que ni siquiera había amanecido.

Descalzo, y refregando mi cara con las manos, abrí la puerta de mi habitación, y atravesé el pasillo que conocía perfectamente. Doblé a la izquierda, y me encontré con Eleanor sentada en el suelo con el móvil en la mano.

Estaba temblando.

Lentamente, pero haciendo crujir el suelo, tomé el frasco de galletas escondido en la repisa junto a la heladera, y cuando ya tuve el pequeño recipiente conmigo, me senté en el suelo, junto a mi prima.

—¿Tú... cuando comienzas la escuela? Segundo año ¿Verdad?—preguntó. Sentí su mirada en mí, pero solo me concentré en abrir aquel frasco. Cuando finalmente hizo "crack", extraje una galleta con chispas de chocolate.

—Queda solo un mes—hice una pequeña pausa, en la que suspiré pesadamente—.Y primer año de secundaria—escondí la cara entre mis piernas flexionadas.

—Entiendo...—contestó alargando la ultima vocal.

Ahora solo nuestras respiraciones se podían oír y comencé a sentirme mal.

Eleanor era parecida a mamá.

Tanto sus gestos, expresiones, y personalidades eran tan similares, que a veces asustaban.

Además, mamá siempre había tratado a mi prima como si fuera su hija.

La hija que nunca tuvo.

Aunque ahora, ella lucía rota.

Su situación empeoraba, y la relación con Steve cada vez era peor.

—¿Trajiste tus medicamentos?

Ella tomó el frasco, y cuando estaba por extraer una, se detuvo.

—No debería...—susurró, y se levantó—.Nos vemos luego, Todd.

Me encogí de hombros, cuando entendí que no quería hablar sobre el tema, y permanecí sentado por largo rato.

Completamente solo, apoyé mi cabeza contra la pared detrás de mi, y suspiré cansado.

—Buenos días—escuché. Y cuando abrí mis ojos, encontré a mi papá con una taza de cerámica en manos. Seguramente era café.

—Hola—contesté, y observé la luz mañanera. Al parecer me había dormido, porque cuando toqué mi barbilla, sentí un rastro de baba seca.

Él llevó la taza roja a su boca, y tomó su contenido.

—¿Vas a hablar con ella?

Papá dejó la taza encima de la mesada, y entonces, se giró para mirarme.

—Cuando esté lista para contarlo.

—Está mal, papá—repliqué, poniéndome de pie.

Él se limitó a mirar por la ventana, y sin pensarlo por más tiempo, salí de la cocina.

No iba a escucharme.

Me crucé a Nicholas en el pasillo, pero no intercambiamos ni una sola palabra.

Me coloqué las primeras botas marrones que encontré, y agarrando de un tirón un abrigo largo, y del mismo color, salí de casa.

Cuando cerré la puerta de entrada a mis espaldas, despeiné un poco mi cabello con los dedos de mis manos, y me senté en la calle. Justo en el borde del camino para peatones, así que mis piernas, inevitablemente, caían en la calle.

Y permanecí así, hasta que después de un tiempo vi salir a Simon de aquella casa blanca.

Ésta vez llevaba consigo un abrigo de un rosa chillón, y sus pantalones eran cortos, a pesar del frío.

Su mirada por un momento se cruzó con la mía, y entonces, luego de mirar a ambos lados de la calle, la cruzó, y sin decir ni una palabra, se sentó junto a mi.

Y así permanecimos, hasta que por fin, se hizo oír su aguda voz.

—Llevas piyama ¿Verdad?

Desvié mi mirada de la calle, y me enfoqué en el chico de rosa.

—Si ¿Tú también?

—Si—respondió, inclinándose hacia adelante, y abriendo un poco el abrigo, me enseñó su piyama blanco, con detalles rosas.

—Son mariposas ¿eh?—dije, a la vez que trazaba con mis dedos una de las figuras impresas en su remera.

Simon abrió sus ojos verdes sorprendido, y desvió la mirada.



Canción en multimedia: Daughter - Youth

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¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora