Fourty three - Missing

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En multimedia: Seafret - Missing


—Listo—murmuré, mientras me alejaba del cesto en el que ahora descansaba una bolsa, y me sentaba en el borde áspero de la calle, con mi pierna flexionada, y mi codo sobre él. De esa manera, perdí el tiempo observando como en momentos, algunos autos recorrían la calle, mientras esperaba a cierto chico.

Tratando de ignorar lo sucedido en la mañana.

Cuando la puerta de aquella puerta blanca se abrió, dejando ver a alguien vestido completamente de rosa, y con una bolsa de papel en la cabeza, intenté sonreír, aunque a medida que se acercaba, podía sentir que lo que yacía en mis labios no era una sonrisa, sino más bien, una mueca.

Una horrible mueca, que en cuestión de segundos iba a derrumbarse.

Simon tomó lugar a mi lado, en completo silencio, y por primera vez agradecí que no dijera nada.

Tal vez se había dado cuenta.

Respiré forzosamente, y elevé mi cabeza para observarlo directo a los ojos. A pesar de que fuera algo que me costara de sobremanera.

—No quiero molestarte, pero...en serio necesito hablar de esto con alguien.

Inclinó su cabeza, y por un momento, escondió sus ojos verdes al cerrarlos.

—¿Qué sucede, Todd?

—Es Eleanor, mi prima—respondí, rompiendo el contacto visual al permanecer cabizbajo-. Está en el hospital.

No pasó mucho tiempo, cuando sentí su pequeña cabeza sobre mi hombro, y buscando a tientas mi mano, en señal de apoyo.

Simon no pronunció palabra, mientras en mi cabeza intentaba ordenar mis pensamientos, para transformarlas en algo entendible, y para evitar que no salieran de mi boca como simples murmureos ilegibles.

—Siempre ha sido diabética. Una del tipo uno, por esa razón para ella es vital una inyección diaria de insulina. Pero...últimamente Eleanor no lo hacía. Ahora se encuentra en el hospital gravemente, esperando su llegada, pero él no aparece. Papá no ha podido comunicarse con él. Lo único que desea en éste momento es estar a su lado.

Mantuve la respiración en cuanto pronuncié aquellas palabras, y volví a exhalar, permitiendo que mis hombros decaigan.

—¿Él? —preguntó dubitativo, y aplicando suaves caricias sobre mis manos. De reojo, observé como la tristeza se reflejaba en los ojos de Simon.

—Su prometido—sonreí sarcásticamente, y limpié mis ojos al sentir la humedad en ellos. No quería llorar.

No iba a llorar.

Pero recordar en el estado en el cual la habíamos encontrado en la mañana, y los todos los momentos en los cuales ella sufría por él, me generaban rencor, impotencia, pero sobre todo, tristeza.

—Si es que se le puede llamar prometido—continué—.Porque ambos discuten permanentemente, entonces Steve se marcha. Y...

En el momento en que sentí mis manos húmedas, me di cuenta, que estaba llorando.

Había comenzado a llorar.

—No es necesario que sigas recordando esto, Todd. Pero, ¿Quieres que te acompañe con ella? Quisiera acompañarlos a todos ustedes en un momento así.

Limpió mis ojos llorosos con su sweater y asentí.

—Quiero eso si no es molestia.

Negó con su cabeza, y me ayudó a ponerme de pie.

Estaba hecho un desastre, pero a él parecía no importarle. Y así estaba bien.

En un momento así lo único que deseaba y buscaba era apoyo, y lo había hallado.

Si Simon estaba conmigo, sabía que era capaz de afrontar lo que sea porque no estaría solo.



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¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora