Nineteen - Human

4.8K 957 144
                                    

Canción en multimedia: Daughter - Human. 



—¡Allá vamos!—grité mientras mis manos posadas sobre el manubrio, dirigían la bicicleta hacia la calle, sin dejar de pedalear.

Una vez en ella, cada tantos segundos permitía que mis pies se detuvieran.

Observaba las casas con tranquilidad, aunque en un momento estornudé a causa de la helada brisa, que poco a poco se tornaba más bien en viento.

Un auto pasó a nuestro lado, y entonces, sentí como se hacía cada vez más ligero el agarre en mis hombros. Un segundo después, desvié la mirada hacia arriba, para observar a Simon con los ojos cerrados. Sus brazos se elevaban cada vez más a los lados, hasta el punto en que fue nulo el agarre.

—¡Simon!

—¡Esto me encanta!—gritó animado.La manera en que había pronunciado esas palabras, causó que imaginara instantáneamente su sonrisa. 

¿Cómo sería realmente? 

Dirigí mi vista de nuevo hacia el frente, y continué pedaleando.

—¿Qué acabo de pensar?—susurré, intentando concentrarme en el camino.

—¿Qué dices, Todd? ¡No puedo escucharte bien!—oír la risa de Simon me encantaba.

Me encantaba ser la causa de su sonrisa.

—¡Nada! ¡Ten cuidado!

Continué pedaleando por largos minutos, cuando observé unos escombros en la calle. Solo que cuando intenté esquivarlos, hice un mal movimiento, y la bicicleta resbaló.

De inmediato sentí el peso de Simon sobre mí, y cuando retomé el control de la bicicleta, observé un poco hacia arriba.

El chico de rosa se sostenía de mí fuertemente, mientras sus ojos verdes se mantenían cerrados. Su cabeza estaba recostada sobre la mía.

—¿Tienes miedo?—pregunté incrédulo, antes de comenzar a reír.

Me detuve a un costado de la calle, y Simon me observó sorprendido. Sus ojos se cerraron, y cuando volvieron abrirse, se movió hacia el pequeño jardín delantero de una casa. Arrugué mi entrecejo, cuando Simon se sentó un momento. Poco después, se volteó, y me arrojó tierra nuevamente en la cara.

—¡Ey!

—Te lo mereces, tonto Todd.

Se cruzó de brazos, mientras se dirigía a la bicicleta. Se detuvo a mi lado, y entonces, entendí que debía bajarme. Simon de inmediato tomó lugar en el asiento.

—¿Qué estás haciendo?

—Quiero intentarlo—susurró acomodando la bolsa de papel en su cabeza. No lo había notado antes, pero había podido observar un poco de la piel que cubría su cuello. Pálida como la nieve.

—Está bien.

Caminé lentamente hasta la parte trasera de la bicicleta, y sin esperar más, coloqué mis pies sobre el soporte plateado que sobresalía.

Al notar que Simon aún no comenzaba a pedalear, me acerqué a su oído, mientras mis manos se apoyaban sobre sus hombros.

—Me debes un helado, Simon.

Y comenzó a pedalear rápidamente.  


¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora