Fourty six - Neverland

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En multimedia: Holland - Neverland



— ¡Te recomiendo que te sostengas, Simon!—grité a todo pulmón, tomando cada vez más velocidad. La fuerza que aplicó en mi hombro y más tarde en mí abdomen me indicó que se encontraba preparado.

— ¡Vamos! —respondió con toda la emoción del mundo.

A medida que avanzaba, el aire chocaba contra mi rostro, y los mechones de cabello eran un auténtico desastre. Pero la sensación de estar viviendo un buen momento, uno que querría recordar hasta la vejez, me emocionó aún más.

Necesitaba disfrutar cada momento.

La llegada del atardecer tiñó el cielo de un bonito color anaranjado, y entonces oí que Simon me hablaba.

—Es precioso—murmuró dirigiendo su cabeza hacia arriba.

Por un momento me vi tentado a responderle "como tú" pero la vergüenza se apoderó de mí, y creí que sonaría muy cliché de mi parte.

—Lo es—contesté mientras observaba no muy lejos nuestro nuevo lugar de descanso. Hace unos días lo había descubierto, y no se encontraba muy lejos de nuestras casas por lo cual no nos demoraríamos tanto en regresar.

Se encontraba rodeado de árboles, y flores bellísimas, con un par de juegos para niños.

Una vez llegamos me detuve, y Simon bajó de un pequeño salto. Comenzamos a caminar hasta que hallamos un rincón con césped, y bajo un árbol que al parecer llevaba mucho tiempo allí por su tipo de contextura.

Dejé caer mi cuerpo, y sin perder el tiempo me coloqué mi capucha. Instantes después Simon se sentó a mi lado, y comenzó a tararear una dulce canción.

Mis ojos se cerraron.

Su cálida voz resonaba a mi lado, y era un placer lo que mis oídos escuchaban.

Cuando noté que terminó, hablé.

—De verdad tienes una voz preciosa.

—Gracias. En algún momento me gustaría tomar clases de canto. Creo que me vendría bien... que complementaría al piano.

Por su tono de voz podía presentir que no se encontraba muy seguro de aquello.

—Es una buena idea. Deberías intentarlo, no pierdes nada haciéndolo.

—Es que... estaré más ocupado y me gusta pasar el tiempo contigo, Todd.

—A mí también, pero si es algo que quieres hacer no voy a interponerme. Quiero que seas feliz sobre todas las cosas, y además siempre podremos encontrar un momento para vernos—respondí, intentando animarlo. Si había algo que no deseaba era ser un estorbo para él.

No quería ser egoísta para él.

—Tienes razón, pero me haces tan feliz. El saber que te veré me ilumina la vida, lo digo en serio. Mis días son mucho mejores desde que estamos juntos.

Ante aquellas palabras, no pude evitar abrir mis ojos, y seguirlo con la mirada. Se encontraba observándome con sus verdes ojos de una manera única.

—Te creo. Creo en todo lo que acabas de decir porque me sucede lo mismo.

El amor mutuo.

¿Verdad?

—Te amo.

Cerró sus ojos un momento.

—También te amo, Todd. Por eso... creo que llegó el momento.

Arrugué mi entrecejo confundido, y Simon comenzó a arrastrarse hasta encontrarse frente a mí. Apoyó sus manos en mis rodillas flexionadas.

Luego sus manos se elevaron hacia su cuello, y rozó con la yema de sus dedos el papel de la bolsa. Tanteó durante un momento, y noté sus manos temblorosas.

Entonces la bolsa dejó de existir entre nosotros, y por impulso cerré mis ojos.

Cayó a un lado suyo, y la impresión y sorpresa en mi rostro no me permitían entender del todo que estaba sucediendo.

Solo que debía mantener mis ojos cerrados.

Simon buscó mi mano, y una vez la halló, la llevó hacia su mandíbula. Al hacer contacto nuestras pieles, pude sentir su textura. Allí se encontraban las cicatrices, y sin mirarlo aún, deslicé lentamente mis dedos hacia el puente de su nariz donde también había sufrido quemaduras. Luego continué hacia su frente, sus cejas, y por ultimo sus mejillas, aquellas que emanaban cierto calor, que me hicieron sonreír.

Podía sentir cada parte de su rostro.

Y abrí mis ojos.

Así encontré al chico más bonito del mundo.

— ¿No te asusta? —preguntó con el temor en su voz.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? —respondí, ésta vez inclinándome hacia él. Mis labios se apoyaron sobre su frente, depositando un beso por primera vez sobre su piel, y Simon me rodeó con sus brazos.

Mi chico bonito de rosa estaba llorando sobre mi hombro.

Sus lágrimas caían sobre mí, y las mías sobre él.

—Eres demasiado hermoso—murmuré en su oído, y su llanto creció aún más—. No voy a permitir que sigas creyendo lo contrario. Te lo repetiré las veces que hagan falta hasta que entiendas lo precioso que eres.

Jamás olvidaría este momento.

Y estaba seguro que él tampoco.

Aunque el tiempo nos fuera a separar.




Quería comentarles que ya publiqué el primer capitulo de "Intentando ser bonito" que es la historia de Joseph. Me gustaría que se pasaran a leerla.

Gracias por leer <3

¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora