Thirty five - From here

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En multimedia: Adib Sin & Cae - From here


— ¿Podrías dejar de hacer eso?

Joseph sonrió, mientras alejaba lentamente sus brazos del pequeño cuerpo de Simon, pero segundos más tarde volvía a producirle cosquillas al chico de rosa, y soltaba pequeñas risas por ello. Ambos se encontraban a una distancia algo lejana, por lo que mi queja solo había sido captado por el pelirrojo.

Rodé los ojos con molestia, cuando me guiñó un ojo a escondidas.

A pesar de que era consciente de que aquello lo hacía para irritarme, aun así, no podía evitar estos sentimientos.

Simon reaccionaba con alegría a cada una de las acciones de Joseph.

Y siendo honesto, eso me molestaba.

Alejé mis ojos de ambos, y suspiré pesadamente. Entonces, sentí unos leves golpes sobre mi rodilla.

Nicholas extendió una galleta, y me sonrió con inocencia.

—Ya me llené. ¿La quieres, Todd?

Sorprendido, la tomé, y la introduje en mi boca.

—Gracias—murmuré, y mi hermano continuó sonriendo.

Joseph volvió a su lugar minutos más tarde, bajo nuestras miradas, y se dedicó a comer galletas en silencio. Cuando Simon regresó, temí que se acercara a él. Para mi suerte, tomó lugar a mi lado, y noté las pequeñas lágrimas que habían brotado de sus ojos al reír.

Últimamente, cada pequeño detalle sobre él era percibido por mí.

Cada pequeño detalle de Simon...

— ¿Se divirtieron? —pregunté, intentando sonreír al chico que permanecía a mi lado.

Asintió con entusiasmo, pero entonces, sus ojos se detuvieron sobre una cajita de jugo sabor multifruta. La manera en la cual observaba aquel objeto, me extrañó. Luego entendí que deseaba.

— ¿Tienes sed? —murmuré acercándome un poco más a él.

Desvió la mirada un segundo, y luego se inclinó hacia mí, susurrándome con un deje de timidez.

—Sí, pero no puedo...

— ¿Sucede algo? —Joseph yacía de pie, frente a nosotros, sacudiendo su ropa, para intentar eliminar el rastro de migajas.

Ambos negamos, y él solo elevó una ceja en señal de sospecha.

—Bueno, entonces, Nicholas. ¿Qué tal si me ayudas a llevar esto a la casa?

Mi hermano con una pequeña sonrisa, recibió las cosas que Joseph extendía hacia él, y comenzaron a caminar hacia la casa.

Agradecí en silencio, que no añadiera nada más, y solo nos dejara solos. Aunque despertó un poco mi curiosidad, el ver como Nicholas, y Joseph conversaban con alegría.

Podía percibir una atmosfera distinta.

Aunque lo más probable, fueran imaginaciones mías.

Después de todo, los dos se conocían hacía bastante tiempo.

Ese día, mi pelirrojo amigo había tenido la grandiosa idea de reunirnos fuera para comer. Esto era a lo que comúnmente la gente llamaba "picnic".

En un momento de distracción de ellos, tomé el jugo en un rápido movimiento, e inserté la pajilla. Cuando se lo entregué a Simon, sonreí.

—Puedo colocarme de espaldas, si quieres—dije, haciendo alusión a su compañera, la bolsa de papel.

Negó rápidamente, e introdujo el jugo por debajo de la bolsa, doblando un poco de ésta.

Mis ojos se dirigieron rápidamente a su cuello expuesto.

Y Simon se percató de ello.

Con una notable vergüenza, cerré mis ojos.

No deseaba incomodarlo de ningún modo.

—Lo siento.

Podía sentir el calor en todo mi rostro, pero transcurrido unos largos minutos, éste había comenzado a desvanecerse, permitiendo que cierto frio se extendiera en su lugar.

Arrugué mi entrecejo con confusión, y decidí abrir mis ojos.

Unos ligeros, y fríos dedos rozaban la piel de mi mejilla, mientras un verde mirar, perseguía cada una de mis acciones con suma atención.

Mi boca se abrió para decir algo, pero inmediatamente se cerró. En lugar de pronunciar palabra alguna, mi mano comenzó a acercarse a mi rostro, hasta cubrir la mano de Simon.

—Estás rojo, Todd—susurró, con tal tranquilidad que recordé algunas palabras de Joseph, y entonces, me di cuenta, de una cosa.

Mi corazón latía cada vez más deprisa.

Inclinó su cabeza con extrañeza, y se acercó aún más a mí.

¿Es que acaso no se daba cuenta de que estaba a punto de morirme por él?

—Simon.

Unas pequeñas pero familiares arruguitas se formaron a los lados de sus ojos, mientras tomaba la mano sobre mi mejilla, y la deslizaba hacia abajo.

La diferencia de tamaño de ambas manos, me hizo sonreír, y elevar mi rostro hacia él.

— ¿Qué sucede, Todd?

El miedo desapareció cuando lo comprendí. Al momento de pronunciar las palabras que necesitaba decir hace tiempo, mi boca volvió a abrirse, y ésta vez, sucedió.

Por primera vez en mi vida, no tuve miedo de mi decisión.

—Te amo, Simon.




¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora