Thirty one - Red face

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Canción en multimedia: Lucy Rose - Red face


— ¿Es necesario?

La mirada que dirigió en mi dirección me recordó de inmediato a cual de mis padres había adoptado mis usuales gestos.

Evidentemente, a él.

Aun así, continué con mi tazón de avena sin inmutarme, esperando la llegada de una respuesta de su parte en algún momento del desayuno.

Hacía días que había reemplazado mi habitual cereal, por la avena por recomendación de Eleanor. Pero aun así, lo más difícil continuaba siendo dejar por completo mi usual paquete de galletas.

—Si. Tienes que continuar. ¿O acaso pretendes cargar con ese físico por el resto de tu vida?

Y allí estaba su respuesta.

Rodé los ojos con simpleza cuando la expresión en sus ojos advertía a todo aquel de su frialdad.

— ¿Acaso a ti te afecta que tenga este cuerpo?

Un pequeño silencio se hizo presente antes de que Eleanor se levantara de su asiento, e intentara aligerar el ambiente consultando a mi papá algo que necesitaba interrumpir.

No había terminado.

—Aun así, lo haré.

Mi papá elevó su cabeza, y Eleanor enmudeció sorprendida.

—Pero por salud. No porque me importe realmente como me ven los demás. Después de todo, no pretendo morirme aún.

Arrugó su entrecejo ante mis últimas palabras, mientras me levantaba y dirigía a través del pasillo a mi habitación.

Una vez ingresé a mi pequeño refugio, cambié mis zapatillas por unas de deportes, y me observé por última vez en el espejo.

—Lo haré, y probaré a todos que esto es una tontería—me susurré, para mi sorpresa, con una sonrisa.

Antes de salir de casa, cargué una botella con agua, y tomé la bolsa de basura. Nicholas al verme ocupado, abrió la puerta, y salí rápidamente.

Un día llovioso me esperaba, y mientras confirmaba disimuladamente que cierta casa conservaba sus ventanas y cortinas cerradas, trotaba en mi lugar para entrar en calor.

Suspiré por última vez, y decidí comenzar a trotar.

(***)


Cuando revisé el reloj y confirmé que efectivamente había transcurrido una hora desde que había comenzado, me detuve, y apoyé mis manos sobre mis rodillas haciendo el intento de recuperar el aliento.

Una y otra vez mientras transcurría el tiempo, y sentía que debía detenerme, recordaba las palabras serias de Joseph, después de que le contara sobre mi última visita al doctor.

—Es difícil al principio, créeme, Todd vas a querer detenerte más de una vez—Entonces me miró, y sonrió con ánimo—.Pero no vas a arrepentirte. Cuando comienzas a ver los cambios, y notas que mejora tu salud, la satisfacción es increíble. Aun así, lo más importante es que lo hagas solo por ti. Recuérdalo.

Debía hacerlo por mi propia salud.

¿Si no quien más iba a hacerlo por mí?

Nadie.

Cuando noté que la botella se encontraba completamente vacía, sin siquiera una mínima gota de agua, a duras penas comencé a caminar hacia casa.

¿Ya soy bonito? (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora