PRÓLOGO

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Hablar sobre el Marqués de Sade es hablar del lado oscuro que todos tenemos en el inconsciente, y que puede aflorar en cualquier momento, dependiendo de las circunstancias vividas. Es hablar de una sexualidad "desviada" hacia la perversidad, hacia el placer sensual proporcionado por el dolor ajeno, algo totalmente inconcebible para muchas personas "normales". Pero también implica el estudio psicológico de tal comportamiento desde un punto de vista científico y analítico, para llegar a conocer las causas de dicha conducta y sus expectativas.

Al leer las obras del Marqués de Sade nos encontramos ante un tema muy especial: el erotismo, sólo que es erotismo modificado, llevado hasta extremos increíbles, en los que se vuelve grotesco o inhumano, por lo que se convirtió en el calificativo que ahora se conoce como sádico. Es por esto que muchos han oído mencionar este término; porque se aplica al comportamiento erótico en el cual una persona debe tratar con crueldad a quien la satisface sexualmente para llegar a experimentar el máximo placer. Esta es una conducta por completo "carnal", en la que no intervienen los sentimientos.

Lo que escribió el Marqués de Sade ha sido muy criticado y hasta prohibido, por la cantidad de atrocidades que describe, pero observándolo con ojo clínico podemos darnos cuenta de que él fue quien se atrevió a mencionar por primera vez toda esa gama de relaciones sexuales anormales, es decir, entre personal del mismo sexo, entre adultos y niños, entre seres humanos y animales. Y todo esto ha servido para considerar dichas relaciones como enfermedades, las cuales deben provenirse o erradicarse.

Resulta indudable que el Marqués de Sade era una persona inteligente, a su manera, ya que además de escandalizar al mundo, aportó ideas valiosas en los terrenos de las ciencias naturales, sociales, económicas, filosóficas y políticas. Era un hombre de letras que leía mucho. Sus escritos originales hacen referencia a muchos de los libros que se encontraban en la Bibliotheque Nationale (Biblioteca Nacional), lo que significa que el Marqués de Sade leyó la mayoría o todos los libros que allí había.

En la forma de escribir del Marqués de Sade podemos apreciar el extenso vocabulario que poseía. Su estilo particular al describir las acciones nos sitúa perfectamente en la escena. Nos lleva de la mano, sin darnos cuenta, hacia donde él quiere que vayamos. Llena nuestra imaginación con una gran cantidad de palabras, sin necesidad de repetirlas aunque se refieran a lo mismo. Utilizando distintos eufemismos para evitar la monotonía al momento de nombras los órganos sexuales, dándoles, hasta cierto punto, un matiz poético.
El Marqués de Sade escribió varias novelas en el transcurso de algunos años, una de ellas es Justina o los infortunios de la virtud, que fue la primera que se publicó.

Esta novela contiene un mensaje filosófico muy profundo, ya que plantea la clásica confrontación entre el bien y el mal; entre la virtud y el vicio; entre los valores morales bien cimentados oponiéndose a los observados a la ligera.

Justina es un relato bastante ameno, cargado de erotismo y acción. Justina es una mujer que a la edad de 12 años comienza a padecer los embates adversos de la vida. Al quedar huérfana junto con su hermana Julieta, Justina decide seguir el camino de la virtud, y se separa de su hermana, quien escoge el camino del vicio.

Justina es una hermosa muchacha ingenua y confiada, pero de convicciones muy firmes, quien en el transcurso de esta novela se encuentra con depravados personajes que sólo la tratan como un objeto satisfactor de sus perversos deseos contra la voluntad de ella, pues Justina nunca accede a tales acciones. Ellos utilizan su bello cuerpo, más no logran hacerla caer en las redes de la voluptuosidad.

Las vejaciones que sufre Justina son continuas y terribles, hasta tal grado que en algunas ocasiones su voluntad casi llega a derrumbarse, pero se sobrepone estoicamente y decide aceptar cualquier infortunio antes que apartarse del camino de la virtud.
Este es el relato el Marqués de Sade nos muestra la ambivalencia que siempre existirá entre los hombres. Por un lado la sensualidad sin límite, equivalente al libertinaje, y por el otro, la moralidad establecida, coaccionada por los convencionalismos sociales y el criterio de cada persona.

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