Días después de la orgía con el padre Clemente, Justina comenzó a escuchar en el dormitorio pláticas acerca de la próxima fiesta de la Inmaculada Concepción. La ocasión resultaba interesantísima para las muchachas, porque durante la fiesta los cuatro frailes reclutaban algunas doncellas nuevas, ya fuera seduciéndolas en el confesionario, o raptándolas mientras paseaban por los terrenos del convento. Por supuesto, las nuevas representaban "graduaciones" para el mismo número de las que estaban ahí.
Justina también sentía gran curiosidad acerca de la fiesta, pues había escuchado muchos relatos -incluso antes de que los frailes la encarcelaran- de apariciones milagrosas de la virgen. En realidad, esas apariciones eran lo que atraía peregrinos a Santa María del Bosque, pues llegaban desde Niza y Hendaya, Grenoble y El Havre, y las contribuciones de éstos permitían que los frailes disfrutaran de una vida tan placentera. Por su parte, Justina no podía comprender que la Santísima virgen se dignara visitar aquel lugar, no sólo con tanta frecuencia, sino también en momentos tan oportunos. Por supuesto, tuvo la respuesta muy pronto...
Pocos días antes de la fiesta, los cuatro frailes convocaron a todas las muchachas a la sala de banquetes, y realizaron una revisión para saber quiénes eran las que tenían menos cicatrices. Entre las varias que llenaban el requisito escogieron a la más joven, una chiquilla llamada Florette. Su misión consistía en representar el papel de la Virgen en el "milagro"... representación fraudulenta que se pondría en escena el mismo día de la fiesta, por la tarde.Cuando llegó el momento esperado, a Florette, vestida con los velos blancos y azules que son tradicionalmente los colores de la Virgen, la amarraron con alambres ocultos, en la pared de uno de los nichos de la iglesia. En el transcurso de la misa, mientras el cura elevaba la hostia, ella también levantó los brazos al cielo. Amenazada con la torturas más brutales si desempeñaba mal su papel, la chiquilla lo realizó a la perfección; los peregrinos, felices por haber presenciado un milagro, depositaron cuantiosas ofrendas, y regresaron a sus casas totalmente convencidos de que el monasterio de Santa María del Bosque era un lugar bendito.
Después de que se llevó a cabo el fraude y los peregrinos se retiraron, los cuatro frailes perversos reunieron a las muchachas otra vez, y continuaron sus impiedades organizando una misa negra. Desvistiendo por completo a Florette, la acostaron sobre una gran mesa. El padre Severino era el oficiante; el padre Jerónimo hacía de diácono, y el padre Clemente de subdiácono, en una ceremonia paródica en la que el cuerpo desnudo de la chiquilla servía de altar.
Al llegar al ofertorio de la "misa", el agua y el vino de las vinajera fueron vertidos, no en un cáliz, sino en el ombligo de la muchacha. Severino lo lamió con la lengua. Después, cuando la hostia se presentó para la consagración, no la colocaron en una patena sagrada, sino limpiamente en el vello del pubis de Florette.
Sientiéndose enferma ante tan monstruoso sacrilegio, Justina se desmayó. El padre Antonino, maestro de ceremonias de la misa negra, la volvió en sí rápidamente, la desnudó y puso su cuerpo como altar en vez de la Florette. Reanudando el rito se consagró la hostia, y el pervertido padre Severino, tomando la oblea blanca con una mano, y separando con la otra los muslos de Justina, metió el cuerpo y la sangre transustanciados de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en el orificio obsceno de Sodoma. en seguida, como si aquella acción horrible no fuera suficiente sacrilegio, el cura abominable se quitó la casulla, montó a la muchacha, y con poderosos envites de su enorme daga sexual sumió la hostia sagrada en lo más profundo de sus intestinos.
Justina quedó inconsciente, y después de que los otros frailes la quitaron de las manos del padre Severino, fue llevada al dormitorio, donde no dejó de llorar durante toda una semana a causa del aborrecible sacrilegio en el que había tenido que participar contra su voluntad.
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JUSTINA
Teen FictionHABLAR sobre el Marqués de Sade es hablar del lado oscuro que todos tenemos en el inconsciente. Es hablar de una sexualidad "desviada" hacia la perversidad, hacia el placer sensual proporcionado por el dolor ajeno. Al leer sus obras nos encontramo...