Capítulo 5

1.9K 114 1
                                    

Llegando a el terreno puedo escuchar a Bruno quejarse con unos de los trabajadores que le está discutiendo porque rayó su flamante Ferrari color rojo, él me ve llegar y cuando sus ojos bajan a mi pañuelo que llevo en manos su sonrisa se ensancha como la del gato de Alicia en el país de las maravillas, me dan ganas de coger un tractor y pisarlo para que su sonrisa no se vea.

─ ¡¡hola arquitecta!!─ me saluda sonriendo viniendo en mi dirección.

─Hola─ digo lo más tranquila, se detiene frente de mí.

─ ¿Qué tienes?, estas como enferma─ dice poniendo su mano en mi frente y yo quitarla de inmediato.

─Estoy enferma por tu culpa Bruno, me tiraste cemento encima y me ha dado gripa, eres un niño─ le digo enojada mientras él se hace el ofendido.-deja de ser dramático, no estoy por aguantar tu actitud, hablo en serio.-digo, me sale un estornudo y lo escucho reír, siento mis mejillas arder.

─Dime que quieres que haga, que te sane.

─Debería matarte y no lo hago porque sinceramente no estoy para rebajarme a tal persona─ le digo sin darme cuenta de lo mucho que me acerqué a él, su rostro se vuelve tenso, sus ojos dejaron de mirarme a los míos, para bien decir se puso nervioso de mi cercanía con verme cerca así que me alejo.

─Qué bueno que tengas gripa aunque eso no te quita tu carácter cierto, si quisiera te llevaría a un médico para que te revisen pero no quiero llevar en mi auto a una grosera─ me dice enojado, empiezo a reír en lo que él me mira con el ceño fruncido.

─Prefiero morirme enferma antes que tú me lleves aun hospital─ le digo riendo, me mira alzando sus cejas, de tanto reír más por hacerle la maldad que por propio placer, no tuvo más de otra que irse a su labor y yo a la mía satisfecha, si cree que me va a hacer sentir furiosa con cada palabra que salga de su boca se va a joder, porque ahora mismo me dio a demostrar que lo puedo hacer más sacar de quicio que el a mí, más rápido de lo que canta un gallo lo mando para el enojo.

Mientras yo miraba los trabajadores haciendo los diseños que yo hice para ver si lo hacían correctamente, me cansé de tanto toser y estornudar así que mejor decidí alejarme de las obras para no tener que oler el polvo para no ponerme peor de lo que estoy, cuando miro el auto de Bruno me llega un pensamiento nada agradable, miro a mi alrededor, no veo a nadie cerca mío, mi sonrisa ahora mismo debería hasta espantar a un pobre gato. Una hora después tengo la sonrisa imborrable, que bien se siente pagar con la misma moneda, son por fin las siete de la noche y veo que Bruno viene en mi dirección y me mira raro.

─ ¿Qué tanto sonríes?─ me pregunta.-das miedo.-me encojo de hombros restando importancia a sus palabras.

─De algo que no te importa─ digo para luego ignorarlo.

─Gracias─ me dice enojado.

─Siempre─ le digo-por cierto me tengo que ir, tengo que hacer otros asuntos, no puedo durar mucho cogiendo sereno por la gripa que me provocaste.-empiezo a caminar.

─Keyli, en verdad siento a verte enfermado─ le escucho decir, me volteo para ver si está hablando en serio y no le veo rastro de burla por fin, este es el momento en el que lamento haber hecho lo que hice, pero lo hecho, hecho está, llevo mi mano a mi frente, ya siento que expiro.

─Eso tenías que a verlo pensado antes de hacer lo que me hiciste─ le digo, abro la puerta de mi auto y sentir su mirada.

─Mañana te doy el día libre para que no te pongas peor, además yo puedo con todo solo─ me dice, entro en el auto, lo miro.

─Gracias.

Cuando llego a la casa de mis padres, mamá es la que abre la puerta, me abraza fuerte como yo a ella, me siento muy bien con verla, todavía abrazadas entramos en la casa en lo que la abuela con verme sonríe.

Amor DecididoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora