CAPITULO 13: ESPERANZA

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No comprendía como Kouga sabia eso. Los únicos que sabían eran Sango y Miroku pero nadie más. Esa confesión fue hecha en casa, más nunca hablaron de ello en la escuela

-Yo no...es solo mi amigo

-Aome cualquiera que te observe bien se daría cuenta de que lo amas – suspiro – yo lo sabía y me dolía pero aun así no perdía la fe. No llores por el – con su pulgar limpio las lágrimas que salían silenciosas – No manches tu carita de esa manera

-Lo amo – Fijo su vista al lago, no lo había notado – Es hermoso

-Si –Dijo un joven con la mirada triste – Por eso te traje aquí

-A pesar de todo lo amo – se rio – es tan patético que lo siga queriendo después de todo

-No es patético, es normal – una idea asalto su mente - ¿Quieres molestarlo como venganza?

-¿Cómo?

- Se mi novia

Los dos no pudieron evitar reírse. Darle celos al gran Inuyasha no sería tan difícil mas sin embargo los sentimientos estaba de por medio

-Kouga – puso su mano en su mejilla – No me aprovecharía de ti solo por eso, no vale la pena

-Solo sería cuando el este cerca – la miro a los ojos – por favor dame ese gusto

-No podría

-Solo hay que fingir. Déjame ser tu novio enfrente de el pero tu mejor amigo en la realidad

Ella dudo por un segundo pero tenía que recompensar de algún modo a su salvador de la noche

-¿No te importa lo que digan de mí?

-Son patrañas. Yo te conozco bien

Ambos se rieron. Era tan reconfortante tener un amigo del cual no estuviera enamorada. Aome sabía que estaba jugando con fuego pero tenía que arriesgar. El chico de los ojos azules reía a más no poder por las cosas que decían sin darse cuenta de que los minutos pasaban. El sonido del estómago de Aome los saco de la realidad

-¿Tienes hambre?

-Si – Dijo apenada

-Cierto nos fuimos antes de que sirvieran la cena

Arranco el coche y emprendió un nuevo viaje

-¿A dónde vamos?

-A cenar

Aome miro su celular para ver la hora

-Son las 10:20 de la noche ¿Qué local estaría abierto a esta hora?

-Conozco uno pero... - se quedó pensando, sus mejillas ardieron

-¿Qué?

-es una estancia infantil

-Vamos

Kouga sonrió y siguió manejando. Aome puso la radio y empezaron a escuchar las canciones nocturnas tan tranquilas que ahora comprendía por que los viajeros les gustaba escuchar la radio de noche. Entre plática y plática se fueron acercando a un local. Era tan colorido y se percató de que ya lo conocía, Siempre había querido volver a entrar con Inuyasha pero este último nunca quiso, siempre le había parecido tan infantil que era de las pocas cosas que él no aria con ella

-Listo llegamos – detuvo su auto enfrente del local – Vengo aquí con mis sobrino pero he querido venir sin ellos, para poder disfrutar de algunos juegos – La miro – pero nadie nunca me ha querido acompañar. Dicen que estamos viejos para este lugar

-Mentiras – Lo tomo de la mano – Podemos seguir siendo niños a pesar de la edad

Salieron del auto y entraron al local donde una joven los recibió un poco sorprendida de que nada más fueran ellos y no llevaran niños. Les asigno una mes un poco alejada de los niños quienes corrían por el lugar

-Me gusta este lugar porque no tiene feos animatronicos que cantan – ambos se sentaron – detesto a esas cosas

-Si dan miedo

Una camarera llego y les dio el menú de lo que podían escoger

-Pizza – dijeron ambos a lo cual sonrieron

La camarera se fue dejándolos solos

-Ven vamos a jugar – Kouga la tomo del brazo y se movieron ágilmente por el establecimiento. No importaba cual juego fuera ellos jugaban. Kouga tenía suerte en la ruleta rusa; gano muchos boletos. Aome era hábil en los videojuegos de armas. Dejo por mucho el puntaje de Kouga. La gente los miraba extraño; Ella con un vestido de noche y el con un traje de gala pero lo más sorprendente la edad de ambos y divirtiéndose como niños. Al terminar de repasar por cada juego Kouga fue a canjear los boletos. Aome está distraída y no vio lo que Kouga gano

-Ten – Le regalo un gran perrito de peluche

-Gracias – abrazo a su peluche

-Aún falta –Levanto su mano y le enseño un collar de un corazón partido a la mitad – Levántate el cabello para ponértelo

Aome lo hizo. Kouga puso el collar y el corazón plateado quedo reposando en el pecho de ella

-Yo también tengo uno – Kouga tenía la otra mitad del corazón. Aome le dio un tierno beso en la mejilla

-Ven hay que cenar

Esa noche Aome lloro y se divirtió. Seria inolvidable tanto en bien como en mal. Disfruto a pesar de que sufrió. Kouga era un amor de ella y se lamentaba no poder enamorarse de él. Valdría la pena un chico como el.

Después de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora