CAPITULO 34: NECEDADES

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¿Y ahora que iba a hacer? Todo había dado un giro inesperado, por un lado estaba temerosa por la salud de sus bebes y por el otro Sesshomaru la había descubierto y sabía que ella era realmente Aome. Los problemas empezaban a aturdirla hasta que se quedó dormida...

Sesshomaru iba en su automóvil, la noche ya estaba muy entrada, miraba por la ventana y se fijaba en las frías gotas de lluvia que chocaban contra la ventana del automóvil. Todo estaba sumido en un silencio lo que ayudo a que el joven de cabello platinado pensara; la noche había sido muy movida. Su cabeza le empezaba a doler levemente, los acontecimientos ocurridos horas antes lo tenían abrumado; las preguntas empezaban a salir ¿Qué era lo que estaba ocurriendo con ella?

En todos sus años vividos lejos de sus padres, nunca había pensado en ella. Recordaba como jugaba con ella y con su hermano, las travesuras que juntos hicieron y la vez que ellos dos habían enterrado el juguete favorito de Inuyasha en la arena ya que habían ido a la playa, esa vez el pequeño Inuyasha había llorado como nunca antes porque pensó que nunca más volvería a ver su juguete. Sesshomaru sonrió por ello, pero verla en ese estado le afecto un poco ¿Dónde había quedado la niña de sonrisa alegre y mirada dulce? Tenía en cuenta que habían pasado muchos años desde la última vez que la vio pero la Aome que tenía enfrente era diferente. Su mirada era triste y a la vez llena de rencor, fue tan fría y tan parecida a la de el que solo una palabra venía a su mente: Traición

Estaba llegando a su hogar cuando noto un bulto tirado en el suelo del auto, de inmediato lo recogió y se dio cuenta que era el bolso de ella, lo tomo y salió del automóvil. Abrió la puerta de la casa y entro, estaba en penumbra, su ama de llaves ya se encontraba dormida, era mejor no quería interrupciones. Subió a su habitación y tomo un baño rápido, al salir se acomodó en su cama y vio el bolso en la mesita de noche, lo abrió aunque sabía que no era correcto pero no le importó quería saber lo que le pasaba. Encontró un gafete con el nombre de Elizabeth eso lo dejo pensando, siguió buscando y miro su identificación a nombre de Elizabeth; era extraño su identificación tenía su foto pero a nombre de otra persona entonces recordó que ella había negado que era Aome ¿esa sería su identidad falsa? Tenía que averiguarlo.

Siguió buscando y había una que otro cosmético y también dulces, miro que había un pequeño perfume de bolsillo, lo tomo y lo olio. Sintió marearse un poco, aspiro el dulce aroma a rosas no recordaba cuando había olido un perfume de mujer diferente al de su amiga, era el mismo tiempo que él se encontraba solo. Miro su cama, era grande y solitaria, podría tener mil mantas encima pero siempre sentiría frio necesitaba el calor de alguien a su lado, alguien que lo escuchara y le diera consejos, que lo abrazara por las noches, siempre esperaba ese alguien pero nunca llegaba. Desde lo de Cristal no había estado con ninguna mujer formalmente, siempre lo buscaban por su dinero y eso lo molestaba, todo era por interés nada real

A la mañana siguiente llego temprano a la oficina como era de costumbre. No había podido dormir, sus sueños se mesclaban con imágenes de Cristal y Aome y había perdido toda intención de dormir en la madrugada. Al llegar ordeno la papelería que tenía enfrente, llamo a su asistente para que se llevara los papeles ya ordenados. Una mujer mayor entro, llevaba puesto un pulcro traje de oficinista negro con un pañuelo rosa fucsia a modo de corbata, se le miraba cansada y un poco apagada. Sesshomaru la miro irse, sabía que ya tenía que haberse jubilado pero ella no se quería ir al menos que el encontrara una buena asistente, eso le hizo ver lo entregada que estaba a su trabajo.

Recordó las identificaciones que había encontrado en el bolso de Aome, llamo a su abogado y le pidió que investigara todo acerca de Elizabeth Jean Milner Lewis y después continúo con su trabajo...

Después de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora