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—Vámonos. —Le ordenó.
Tomaron el ascensor sin mediar palabra. En el garaje, los esperaba un fornido calvo vestido de traje.
—Buenas noches, señora van der Voort. —Le ofreció una sonrisa a Keira mientras le abría la puerta trasera de la camioneta.
—Buenas noches. —Respondió con una sonrisa.
—Señor. —Inclinó su cabeza ligeramente, y su rostro pasó a total seriedad.
Nicholas sólo asintió.
Al igual que en el ascensor, en el auto tampoco hablaron. Sólo Keira, cuando le daba la dirección a Jackson.
Les tomó un poco más de media hora llegar desde su condominio en SoHo hasta Yonkers. Era la tercera vez que Keira visitaba aquel lugar.
Jackson detuvo el auto en la entrada de una majestuosa mansión. Mientras Keira se encaminaba a la puerta, Nicholas se quedó hablando algunas cosas con el chofer. A Keira le pareció que le daba órdenes.
—Ya toqué al timbre. —Keira le dijo a Nicholas cuando estuvo junto a ella.
Él asintió, con una mano en el bolsillo, mientras que con la otra sostenía la botella de vino.
El mayordomo les abrió la puerta. —Buenas noches—Dijo con cara seca.
—Buenas noches. —Nicholas se adelantó.
—Los señores Lancaster los esperan en el salón. ¿Puedo tomar su chaqueta? —Le preguntó a Nicholas, extendiendo su mano.
—No, no es necesario.
—¿Y la suya, señora? —Preguntó por su kimono.
El instinto fashionista de Keira quiso hacer acto de presencia, pero no lo permitió. Sabía que a aquel hombre no podría importarle menos.
—No. —Keira sonrió forzosamente-. Descuide.
Caminaron lado a lado por los pasillos repletos de arte detrás del mayordomo. Los guió hasta el salón donde Victoria y su novio Dante conversaban amenamente.
—¡Keira! —Victoria se levantó de un brinco, y fue a abrazar a Keira-. Estoy tan feliz de que hayan venido. ¡Nicholas!
Iba también a abrazar a Nicholas, pero este sólo le ofreció su mano. —Un placer verle otra vez.
—Este es Dante. Apenas regresó de Japón.
Dante era joven, mucho más joven que Keira, quien apenas tenía 25. Victoria, en cambio, podría ser su madre... casi.
—Pero, por favor, ¡Siéntense! —Volvió a hablar.
Keira tomó asiento en el sofá frente a ellos.
Antes de sentarse, Nicholas le extendió la botella de vino a Victoria, ella le agradeció, y quedó maravillada. Luego, él fue a ocupar su lugar junto a su esposa.
—Así que, ¿Japón? —Keira trató de buscar conversación.
—Si. —Dante respondió-. Soy modelo, y estuve por allá en algunos espectáculos de moda.
—Increíble, ¿no? —Dijo Victoria con orgullo.
—Claro, creo que es una carrera bastante prometedora, y pues para nada aburrida.
A su lado, Nicholas hizo lo posible por reservarse lo que en realidad pensaba acerca de aquello.
—¿Y qué piensas tú, Nicholas? —Victoria le preguntó.
Él se aclaró la garganta antes de hablar. —No.... no me permito tener una opinión acerca de eso.
—¿Pero, por qué no? Si tu esposa de desenvuelve en ese mundo...
—Pues sí, pero.... no he dicho que me desagrade. —Mintió-. Es que no conozco mucho de esas cosas.
—¿Es que no le has enseñado nada? —Victoria le preguntó divertida.
—Tampoco es que sepa mucho. —Sonrió-. Soy una simple editora.
—¡La mejor, si me lo permites!
—Señores... —El mayordomo interrumpió la conversación-. La cena está servida. Pueden pasar.
La cena transcurrió mayormente con conversaciones entre Keira y Victoria, Dante y Nicholas rara vez hablaban, a menos que fueran preguntados algo directamente.
—Muchas gracias por recibirnos. —Dijo Keira mientras era llevada de la mano por Nicholas, estaba tensa y quería disimularlo.
—Espero que pronto podamos repetir la ocasión. —Les dijo Victoria con una sonrisa.
Jackson los esperaba con la camioneta. Keira habló una vez que estuvieron en el asiento trasero.
—Definitivamente debemos invitarlos a cenar.
—¿A qué te refieres? —Nicholas preguntó.
—Una cena se paga con otra cena, es lo correcto.
—Pero no pretenderás que tenga sentarme a la mesa con esa mujer una vez más.
—Es mi jefa.
—No para de hablar, es insoportable.
—¿Eso quiere decir que si la invito a cenar al departamento no vas a presentarte?
—Sí, eso es lo que quiere decir.
Keira negó con la cabeza. —Creí que por lo menos podríamos llevarnos bien. Tener una relación cordial.
Giró su vista hacia el nocturno Nueva York, por la ventana, y Nicholas no dijo nada más.
Keira abrió los ojos cuando el vehículo se detuvo en el garaje del condominio. No cabía en sí de la sorpresa y la vergüenza cuando se dio cuenta de que había estado descansando su cabeza sobre el hombro de Nicholas.
—Lo siento tanto. —Dijo, arreglándose el pelo, su trenza estaba casi deshecha-. ¿Por qué no me despertaste?
—¿Y perderme de todo lo que dices mientras duermes? —Le brindó una sonrisa de lado, sus ojos brillaban.
—¿Qué es lo que dije, Nicholas?
Él dejó escapar una risilla, y salió del auto.
Keira se bajó inmediatamente y lo siguió hasta el ascensor. —¿Es que dije algo que no debí?
Nicholas se encogió de hombros. —No lo sé, ¿lo hiciste?
—¿A qué estás jugando?
—No estoy jugando a nada, Keira.
Keira. Pocas veces lo había escuchado decir su nombre. Le gustaba como sonaba en sus labios. No. ¿Qué estaba pensando?
Tan pronto como el elevador se detuvo en el último piso, prácticamente corrió a su habitación.
Una vez segura entre esas cuatro paredes, le marcó a Neal, pero él no contestó, lo que le pareció extraño.
—
Mientras se desvestía, Nicholas resumía la noche como película en su mente. Había odiado la maldita cena, la mujer del demonio parecía no callarse jamás, y el bueno-para-nada de su novio hubiese preferido estar en cualquier lugar del planeta que junto a ella.
Había visto a Keira desnuda, totalmente desnuda. Y lo mejor es que le había dado tiempo para memorizar su cuerpo. Tenía los pechos pequeños, lo que ya había notado, pero no sabía que tenían una redondez perfecta, y nunca antes había pensado en lo oscuro de sus pezones. Tenía el ombligo más perfecto que hubiese visto jamás, anchas caderas, tal y como a él le gustaban. Sus nalgas firmes y redondas. Todo perfectamente envuelto en esa piel morena y tersa. Maldita sea, podía sentir como endurecía entre las piernas. Keira Auguste acababa de convertirse en la mujer que más deseaba, y la que lamentablemente nunca se permitiría tener.
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Disimula. (En Proceso de Edición)
RomanceNicholas van der Voort Keira Auguste Los declaro: marido y mujer.