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-Pero...


-Haz lo que te digo.


Yuko asintió. -Como ordene. -Dijo antes de marcharse.


Una vez que estuvo sola, se levantó a buscar su bolso y sacar de el su celular. Tenía tres llamadas perdidas de Neal, unas cuantas más de Roger, y uno que otro mensaje de texto.


Para probar, y solo para probar, le marcó a Neal, poniendo en riesgo su corazón. Quería saber que tan lejos era capaz de llegar.


-Mi amor... -Contestó el con la voz ronca-. He tratado de comunicarme contigo.


-Lo sé. Estaba algo indispuesta. ¿Sigues en Miami?


-Sí... ¿Qué tienes? ¿Estás bien?


-Sí... Es algo sin importancia. Oye, ¿Y qué hiciste anoche?


-Me quedé en el hotel, ordené algo de cenar, y me quedé dormido... Por eso es que no te llamé ni nada.


-Entiendo... Neal.... No podemos seguir juntos.


No se escuchó nada por unos segundos. -¿De qué diablos estás hablando?


-Estoy comenzando a enamorarme de mi esposo. -Fue lo último que dijo antes de apagar su teléfono. No quería hablar con nadie durante el resto del día.

____

Nicholas se encontraba en el gimnasio del edificio. Llevaba puestos pantalones de correr, y una camiseta desmangada que se le pegaba al cuerpo debido al sudor. En una mano llevaba un bolso de lona negro, al igual que todo lo que tenía puesto, y en la otra sostenía su celular contra la oreja.


-Yuko... ¿No está Keira en casa?... Trae el celular apagado... ¿Sabes si ya está lista para ir a comer? ... De acuerdo.... Gracias...


Se subió al elevador, hasta llegar al último piso. Yuko lo esperaba en la puerta.


-La señora está algo indispuesta... No podrá acompañarlo a comer.


-¿Qué es lo que tiene? -Preguntó mientras caminaba.


-Pues... pues... Ha de ser jaqueca, o algo así.


-De acuerdo.


Nicholas subió las escaleras a toda prisa, y tocó la puerta de la habitación de su esposa.


-Pasa, Yuko.


Él abrió la puerta. Ella estaba aún en pijama, y el largo y espeso pelo en una trenza.


-Supe que estás indispuesta. -Dijo, acercándose a ella.


Keira no lo miró, continuó caminando hacia el balcón. -Sí, algo que comí ayer debió caerme mal.


Nicholas la siguió, se amarró con sus brazos a la cintura de ella, y le susurró al oído. -Tenía muchas ganas de que me acompañaras a comer esta tarde...


Ella sintió escalofríos recorrerle todo el cuerpo, pero evitó moverse. -¿A qué estás jugando?


Él le dio la vuelta, enfrentándolos, y provocando que de ella se escapara un jadeo. -No estoy jugando a nada... -Dijo, antes de besarla.


Sin embargo, ese beso fue interrumpido por Keira de inmediato. Lo empujó y lo abofeteó. Se dio cuenta de su error a los pocos segundos, al ver la mirada penetrante de Nicholas sobre ella, y como sus ojos azules comenzaban a tornarse más oscuros.

Disimula. (En Proceso de Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora