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—Señora... —Yuko tocó a la puerta de la habitación de Nicholas.

Keira se sobresaltó, se estaba quedando dormida. —Pasa...

—Que pena -se disculpó-, es que abajo la busca Michael Hernández.

—Son más de las diez..

—Lo sé, señora. Parece importante.

Se apresuró, poniéndose un albornoz, y humedeciéndose el rostro en vanos intentos de refrescarse, y bajó las escaleras.

—Keira, siento mucho venir a esta hora y sin avisar... —Dijo Michael, levantándose del sofá donde había estado esperando.

—Le pasó algo a Nicholas... —Fue una afirmación más que una pregunta.

—¿Te sientas?

—¿Qué le pasó, Michael?

—Hubo una explosión en el hotel, y... no hemos podido comunicarnos con el.

—Pero está bien.

—No lo sé, Keira.

Le contó sobre la cantidad de muertos y de desaparecidos que había informado las autoridades en Chile.

—No puede ser... —Al fin tuvo que sentarse.

—Hablé con el embajador de Países Bajos en Chile, va a movilizar la búsqueda y me tendrá al tanto. Pero si para mañana no tenemos noticias concretas, regreso el jueves.

Ella se abrazó a sí misma. —Nicholas puede estar muerto.

—No pienses lo peor. Tal vez está aturdido, vagando por ahí... herido...

—Ya lo habrían encontrado, Michael.

Él suspiró. —Es todo un caos allá ahora.

____

Abrió otra vez los ojos, pero no esclareció, estaba igual de oscuro. Aunque... lograba distinguir ciertos destellos, escuchar ciertos murmullos. ¿Qué era aquello que le oprimía el cuerpo? ¿Por qué no podía moverse? Los ojos volvieron a cerrársele sin que pudiera evitarlo. Los murmullos cesaron.

____

Hace poco más de 24 horas que la tragedia había ocurrido en Santiago. Durante la noche, los medios norteamericanos no hablaban de otra cosa. Keira había pasado toda la noche en vela con la televisión encendida, pero no habían dicho nada acerca de Nicholas, excepto que aún no habían encontrado al importante empresario neerlandés.

Sus padres habían llamado y se ofrecieron a volver, pero ella les pidió que no lo hicieran. A Roger también le había dicho que quería estar sola.

Había pasado la noche acurrucada contra una de las camisas ya usadas de él. Tenía su olor y ella se imaginaba que todo lo que estaba pasando no era más que una pesadilla.

Había ignorado todas las llamadas y mensajes de Neal.

Según las noticias, los muertos sumaban ya 17 personas, contando los que habían perecido en el hospital. Aún se encontraban cientos de personas bajo los escombros. Probablemente muertas.

Se incorporó rápidamente cuando vio en la pantalla las fotografías de Nicholas y de otro hombre que no reconocía. Buscó el remoto y subió el volumen.

Habían encontrado ya el cuerpo sin vida de Charles Miller, chofer que trabajaba para la multinacional de servicios financieros, y había viajado con Nicholas y Michael a Santiago.

Disimula. (En Proceso de Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora